Para mí es un gran placer dirigirme a ustedes a través del periódico Primera Hora, saludarlos y desear que se encuentren bien y con salud.

Lissette Álvarez.
Lissette Álvarez. (Suministrada)

Ustedes me conocen como cantante y artista, pero soy ante todo una ciudadana de este mundo en el cual nos ha tocado vivir, un mundo que cada vez está más azotado por peligros y vicisitudes. Hoy, me dirijo a ustedes para hablarles de la situación actual en mi Cuba natal, pues como muchos saben, vengo de padres cubanos y allí fue donde pasé mi infancia, hasta que a principio de los sesenta mi vida cambió y, en poco tiempo, mi familia y yo tuvimos la fortuna de mudarnos para Puerto Rico, tierra que amo con todo mi corazón, la tierra que me vio crecer, convertirme en mujer y en artista.

En 1961, 14,000 niños salieron de Cuba a través de la Operación Pedro Pan. Yo fui uno de esos niños que abandonaron su patria sin sus padres, quienes prefirieron separarse de sus hijos antes de verlos crecer bajo el yugo del comunismo. Salimos confundidos hacia un futuro incierto y muchos de nosotros no vimos a nuestros padres en varios años. Yo fui a un orfelinato en Iowa y estuve tres largos años separada de mis padres. Para muchos, la espera fue mucho más larga. Para algunos, esa reunión nunca llegó.

Durante estos 62 años, más allá de los fusilamientos, la injusticia, la represión, el terror que han inculcado y todos los abusos que ya todo cubano conoce de sobra, es posible que el crimen más cruel de esta sangrienta dictadura ha sido la separación familiar. Y no hablo sólo de la física, sino también de la psicológica. Esta tiranía ha hecho que hijos se conviertan en los enemigos de sus padres… que un hermano le deje de hablar a su hermano por una ideología absurda y demagoga, hasta llegar al peor decreto que puede emitir un gobernante: “Sal a la calle, cubano, y mata a otro cubano por el solo delito de pensar diferente a ti”. ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Hasta cuándo lo vamos a permitir?

Hoy, ante la rebelión de mis hermanos de la Isla a partir del 11 de julio, mi pensamiento va a esas madres que han visto a sus hijos golpeados salvajemente sólo por pedir el derecho más esencial de todo ser humano: LA LIBERTAD. Esas mujeres que durante 62 años han visto a un hijo, a un nieto o a un esposo asesinado por reclamar el derecho de forjar su propio destino y no ser un cordero más de esa tiranía.

La mujer, tanto la cubana como la puertorriqueña, siempre ha sido la columna vertebral de nuestros países... Ejemplos de valentía y coraje ante la agresión. Es por ellas y por la integridad de nuestras familias que quiero pedirle al mundo que, por favor, ayuden al pueblo cubano difundiendo esta información, un pueblo que está desesperado, necesitado y muriendo en las calles. ¡Dios los proteja! Y que nos proteja a todos, pues hasta que el cáncer del comunismo no se erradique de una vez y por todas, todos nuestros pueblos corren el peligro de caer en sus garras.

¡Que Dios los bendiga, siempre! Amor y luz.