La era de la empatía
Ana Isabelle resalta cómo en su caminar como artista, ha aprendido el valor de la empatía.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
PUBLICIDAD
En estos últimos años hemos experimentado tantas pruebas que nos hemos hecho aún más resilientes y unirnos como pueblo ha de ser nuestra meta común. Siento que no solo nosotros, sino que el mundo está despertando y proclamando un NO a la desigualdad, al racismo, a las divisiones y la opresión.
En la humanidad está aflorando la empatía como ese instrumento social necesario para derribar lo que nos divide. Me llena de fe percibir que un nuevo presente es posible cuando logramos ponernos en el zapato del otro, comprender el entorno de los demás, ayudarnos unos a otros a encontrar la armonía y la unidad.
¿Qué es empatía? La capacidad de entender y sentir lo que otra persona está experimentando desde su punto de vista. Tener la capacidad de ponernos en el lugar del otro y entenderlo sin juzgar. Viendo su realidad con nuestros ojos, salirnos de nosotros mismos y mirar la otra cara de la moneda.
Nombremos algunos ejemplos que he experimentado de falta de empatía. El tan común “ghosting”, lo defino como ignorar o desaparecer de la vida de una persona sin empatía alguna. Me pregunto, por qué mejor no elegir comunicar con respeto la diferencia de caminos, considerando la salud mental del otro.
“Disparar de la baqueta” o “juzgar sin evidencia”, lo defino como hablar de alguien según las creencias con las que crecimos o lo que somos capaces de ver desde nuestra realidad. A veces hasta por lo que vemos superficialmente en las redes sociales.
Con los años, y en mi caminar como artista, he aprendido el valor de la empatía y el mundo. Así como para atraer abundancia, amor, éxitos y bienestar. Parece que fue ayer, sin embargo, van 15 años desde que comencé mi carrera en las artes y en los medios de comunicación, y les confieso que me he topado con muchas situaciones en donde el juicio es la primera arma de poder.
En mi caso, estas situaciones despertaron en mí curiosidad sobre las herramientas mentales y espirituales que nos ayudan a superar estos momentos de prueba. En muchas ocasiones he sido yo la persona que juzga sin saber. Muchas veces es algo automático que hacemos y que, si no tomamos conciencia y lo detectamos, se convierte en un hábito. Nos acostumbramos a asumir, a creer que sabemos y podemos evaluar la vida del otro, y a predeterminar sus capacidades o sus intenciones.
Si somos empáticos, podemos adentrarnos en el sentir ajeno y mirar otros ángulos, comprendiendo al semejante antes de emitir juicios. Y ser reflejo de lo que anhelamos recibir.
La realidad es que todo resulta en el valor de aprender a escuchar antes de hablar y observar detenidamente en vez de mirar superficialmente. A veces también se resuelve con atrevernos a preguntar lo que pensamos, comunicarnos con efectividad. Cuando recordamos que las personas solo nos dan y nos hacen lo que son capaces de darse a ellos mismos, entonces buscaremos ser la mejor versión de nosotros mismos. Esa curiosidad nos hará despertar nuevas maneras de ser y crecer.
La empatía es una cualidad esencial para nuestra vida. La comprensión y el apoyo emocional son una necesidad suprema que podemos poner en práctica aportando a la salud mental y a la convivencia social plena. Vivir en empatía abre nuestras mentes, nuestras posibilidades y nos acerca más a vivir en amor pleno al prójimo y aportar a una mejor sociedad. Practicarla, sin duda, nos hará más sabios, más humanos, más definidos por el amor. Ojalá este escrito les inspire.
¡Te quiero, boricua!