Justo en un año donde atravieso cambios significativos en mi vida, soy invitada como columnista para expresar lo que considero ha sido de gran importancia cuando he tenido que enfrentar lo inesperado, súbito, repentino o impensado.

Estoy segura que muchos habrán escuchado la famosa frase “si hay algo que es seguro, es el cambio”. Y sí, es cierto. La transformación y el proceso de metamorfosis es inevitable en el mundo terrenal. Como lo afrontamos, es lo que puede determinar el fracaso, éxito y hasta la misma felicidad.

Como todos, he atravesado una gran cantidad de cambios que me han traído momentos de júbilo, llanto, éxito, sufrimiento, esperanza, dolor o felicidad. Trato siempre de recordar aquellos que me brindan alegría, pero reconozco que de los momentos más difíciles o inadvertidos es que he aprendido a volar más alto y con más fuerza.

Como toda una atleta a tiempo completo siempre me visualicé en las canchas. Hasta soñaba con ir a las olimpiadas. Pero una lesión me dejó postrada en una cama por mucho tiempo y allí en ese momento fue que tuve que tomar una decisión y asumir una actitud de vida.

Abracé el cambio, con mucha tristeza, pero LO ABRACÉ. A mi puerta llegó una oportunidad que no estaba en mi lista de cosas por cumplir. Fue en aquel momento donde cambié la cancha por una pasarela y mis “tenis” por unos zapatos de 7 pulgadas de alto. El cambio me ayudó a levantarme, o al menos desenfocarme de mi dolor, otorgándome la oportunidad de convertirme en una reina de belleza. Y aunque para muchas la corona, el “glamour” y la popularidad significaban el premio mayor, para mí fue poder aprender de los medios de comunicación y conocer tanta gente linda a la que hoy les llamo: amigos. Con la corona también vino “Supervivientes”, la oportunidad de mudarme a España y sobrevivir por unos meses en una isla. Para muchos un castigo, para mí una aventura de la que jamás me arrepentiré. Estar expuesta a los medios de comunicación me inspiró a estudiar una profesión que hoy afortunadamente ejerzo con mucha pasión. ¿A qué voy? No era el plan, pero el haber abrazado el cambio me brindó experiencias de vida que jamás pensé y me llevó al camino de lo que hoy llamo, una bendición.

Como esta historia podría contarles muchas anécdotas más, pero aprovecho esta oportunidad para resaltar la más reciente: mi compromiso, boda, nuevos proyectos profesionales y hasta una luna de miel de 14 personas. Todo esto de un “cantazo”. Comienzo con mi historia de amor.

En mi casa nunca me hablaron del famoso príncipe azul. A mí me hablaron de la búsqueda de una buena pareja, de un hombre que te respete, que te quiera y que te valore. ¿Les confieso algo? En la línea de los príncipes nunca pensé que me casaría con uno, mucho menos con tres. Tampoco soñé que me comprometerían en una cuarentena forzada, que me casaría en medio de una pandemia y que me iría de luna de miel con mis papás, hermanos, cuñados, ahijados y los “flacos”. Mi esposo, sus dos hijos los “firulines” (así les llamo) y mi familia, son lo que más complementan mi vida.

Estar con ellos me da una felicidad que no tiene valor. Por eso hoy veo las fotos de mi compromiso (sin mi príncipe azul pidiéndome el “sí” desde un helicóptero), mi boda (sin las 200 personas que siempre pensé) y mi luna de miel de 14 personas (lo más brutal) y les confieso que todo fue perfecto. ¿Saben por qué? Porque sé lo que me hace feliz y porque he aprendido que para ser feliz tienes que abrazar los cambios y lo insospechado de manera positiva. La vida te pone obstáculos, pero también siempre te ofrece opciones. No todos tenemos que seguir la misma receta de vida, no todos tenemos que repetir lo que “se supone” sea lo que deba pasar y no todo siempre podrá suceder tan perfectamente como planeado. Muchas veces se nos presentan cambios para salir del tropiezo, en otras son un nuevo destino o que quizás Dios te está llevando de la mano para que vivas un nuevo camino.

Hoy comienzo una etapa laboral muy especial y en un canal que me ha recibido con los brazos muy abiertos. ¿Que me ha dado miedo? Confieso que sí, pero estoy emocionada, con mariposas en mi barriga y con la adrenalina justa para iniciar un nuevo capítulo de mi vida.

¡Lista para abrazar el cambio! Te invito a que los abraces tú también, que los asumas con actitud positiva, optimismo, fe y con mucho valor.