Las lluvias este fin de semana nos dejan otra lección. Fuimos en solo horas de una sequía generalizada, que provocaba múltiples incendios a diario, a inundaciones y el desastre que causan las lluvias en los lugares más vulnerables.

Hubo advertencias suficientes, durante días, los meteorólogos advirtieron que se deterioraría el tiempo para el fin de semana. Sin embargo, por más experiencias que acumulamos, pareciera que no hay forma de proteger las comunidades de las inundaciones que provoca la lluvia cuando es copiosa.

Todo el este de la isla se llevó la peor parte en esta ocasión, con carreteras cerradas, deslizamientos, ríos fuera de su cauce, y hasta un puente provisional que colapsó, dejando otra vez a la comunidad de Cerro Gordo, en San Lorenzo, incomunicada.

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Como estamos en el Mes del Planeta, tengo que comentarles sobre este asunto que considero que debería ser prioridad para todos y todas en el país. Principalmente, porque hoy día todavía hay familias esperando desde el huracán María la reubicación o reconstrucción que prometió el gobierno a través de su programa R3. Con cada tormenta o lluvia fuerte, escuchamos el relato de aquellos tristemente sorprendidos, que proclaman que “esto nunca había pasado”. Son personas que se suman a los que ya viven en total incertidumbre ante cualquier evento de lluvia intensa.

Pero hasta hace dos días vivíamos otro panorama totalmente distinto. Familias de Moca lo perdieron todo a causa de los incendios forestales y de maleza, que alcanzaron sus residencias. El fuego se desataba de forma “espontánea” por todas partes de la isla. Y escribo “espontánea” entre comillas porque realmente en la inmensa mayoría de los casos el fuego no se produce solo, algo hacemos los seres humanos para provocarlo. En ocasiones es el simple acto de arrojar una colilla de cigarrillo al suelo. En ocasiones otro tipo de basura, que puede calentarse extremadamente hasta provocar la combustión. A veces las personas queman basura, pensando que lo pueden hacer de forma controlada. Tal vez no lo perciben como actos irresponsables, pero lo son. Jamás quemar basura en su casa está bien, ni lanzar colillas de cigarrillos, aunque piense que está apagada. Lo mismo con basura en general. Cuando el ambiente está tan seco, como lo vimos en días pasados, todas las actividades humanas tienen consecuencias.

Y no se trata solo de que se queman los árboles y la vegetación, sino que la propiedad de las personas totalmente inocentes al asunto puede estar en riesgo. Y también se trata de la calidad del aire que respiramos y el daño que nos hace a todos los que vivimos aquí.

Tal vez el sermón está tarde, porque ya llovió... y como somos el reino de las contradicciones, hoy estamos en sequía y mañana inundados. Pero no se llame a engaño; el cambio climático es real y con unas cuantas semanas que no llueva será suficiente para volver a estar en un momento vulnerable.

Igual que una vaguada y un par de días de lluvia nos lleva a la crisis de las inundaciones, la sequía -aunque sea un poco más lenta-, nos volverá a colocar en una situación muy difícil una vez más. La película ya la vivimos el año pasado y este año se puede repetir porque parece que nuestra isla está destinada a vivir en extremos. Creo que podemos hacer algo al respecto, más allá de resignarnos a vivir de crisis en crisis. Pero hace falta una voluntad que el gobierno ni las personas parecen estar dispuestos a ejercer.