La inflación nos parte el bolsillo a los puertorriqueños. Los precios de todas las cosas han estado por las nubes y cada vez más altos, desde hace ya varios años. Las medidas que ha tomado la Reserva Federal para tratar de controlar la inflación no han servido de mucho en esta ocasión. Pedir dinero prestado ahora cuesta mucho más y aunque la finalidad de esos aumentos en las tasas de interés es controlar el consumo desmedido, la fórmula esta vez no parece estar dando el resultado de siempre. Y nos hemos quedado con el crédito más caro en décadas y la también la inflación más alta.

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Los expertos dicen que poco a poco se irá estabilizando. Pero mientras eso pasa, aquí nuestro gobierno compartido había anunciado una reforma contributiva que aliviaría la carga de impuestos a la clase media y trabajadora y a los pequeños y medianos negocios, principalmente. Eso es “dinero para tu bolsillo”, dijeron.

Todo el mundo, rojos y azules estaban “pompeaos” con la idea y la defendían a brazo partido, asegurando que la Junta de Supervisión fiscal vería los informes financieros, las proyecciones de ingresos y el sobrante en las arcas del gobierno y les daría luz verde sin chistar.

Nada más lejos de la verdad. La Junta les contestó bastante rápido que no es posible la prometida reforma contributiva; que no se ajusta al Plan Fiscal y que sería regresar a la irresponsabilidad del pasado de promesas y concesiones que le cuestan al erario sin un plan de reposición de los fondos. Por supuesto que esa era la respuesta que anticipábamos y por la que preguntamos una y otra vez al gobernador, a los presidentes de los cuerpos legislativos y los presidentes de las comisiones a cargo de la evaluación. Todos muy seguros se cantaban capaces de convencer a la Junta. Y pasó lo que todos del lado de acá anticipábamos: que la Junta no lo aprobó.

El gobierno invirtió tiempo y dinero en la evaluación de la reforma que no era realmente una reforma integral, sino unos ajustes en las tasas contributivas, pero era una buena propuesta. Ahora hay que tener en cuenta que todos los procesos legislativos tienen un costo y también en Hacienda hubo trabajo al respecto. Lo realmente triste es que la gente se creyó el cuento y todo el mundo se entusiasmó con la idea de pagar menos contribuciones.

Al final, apenas esta semana, la Junta sí aprobó un reintegro especial, que se otorgará solo en la próxima planilla. Ese pequeño alivio por un año, lo negoció el gobernador Pedro Pierluisi y se reflejará en la planilla del año electoral. Así que apenas un par de meses de la primaria la gente estará recibiendo ese chequecito, que no es para todo el mundo, pero si le llegará a una buena cantidad de personas.

En junio todavía todos recordaran ese chequecito. El comercio que pudo vender un poco más, estará feliz; el que pueda comprarse un carro nuevo, estará feliz. El que pueda hacerse un arreglito cosmético, para estar más lindo o linda en verano, también estará feliz.

No será más que una ilusión de alivio, un alivio efímero, porque con lo carísimo que esta todo, ese dinero se esfumará rapidito. La jugada le salió bien al gobernador, pero la ilusión al país le salió cara.