El programa nacional de baloncesto adulto debe mirarse en el espejo del voleibol femenino. Cuando es el momento de un recambio, no debe temblar el pulso y solo hay que atreverse a hacerlo sin importar la presión pública. 

Tras los retiros de Aury Cruz, Vilmarie Mojica, Yarimar Rosa, Alexandra Oquendo y Debora Seilhamer del combinado nacional luego de las Olimpiadas de Río 2016, la Federación Puertorriqueña de Voleibol entendió que el camino era uno solo y optó por abrirle las puertas al talento joven sin estar pensando en las que ya no están. 

Y ya hemos visto los resultados de esta determinación. Las boricuas han ganado y han perdido en las primeras dos paradas del Grand Prix.

 Es un resultado que hay que entender en medio de una transición tan relevante como esta. En el baloncesto, al parecer, cuesta más hacerlo por la presión en la Federación de ganarlo todo, comenzando en las competencias regionales. Pero llegó el momento de dar un paso hacia una dirección diferente y evitar los errores del pasado. Hay que tomar decisiones drásticas sin importar los resultados. No podemos seguir pensando en Carlos Arroyo, Renaldo Balkman y Peter John Ramos, cuando ya están fuera del programa por diversas razones. Tampoco podemos continuar pensando en jugadores que hicieron aportaciones a medias en los pasados dos ciclos.

 Es tiempo de una renovación y la AmeriCup en agosto próximo es el torneo indicado para que el dirigente Eddie Casiano haga una ‘limpieza’ y comience a establecer las bases del futuro del combinado. Esta competencia solo será clasificatoria para los Juegos Panamericanos. Siete países obtendrán boletos para Perú 2019. 

Que no a Casiano le tiemble el pulso (como no le temblaba en su época como jugador en momentos cruciales) y confeccione un plantel con Alex Abreu, Gary Browne, Ángel Rodríguez, Mike Rosario y John Holland en el perímetro junto a Chris Ortiz, K.J. Santos, Gilberto Clavell, Devon Collier, Carlos ‘Yao’ López, Jorge Bryan Díaz, y Tyler Davis, en la línea frontal. Ya es tiempo de dejar el medio en la gaveta. 

A Eddie nunca le tembló el pulso como jugador, pues que ahora no le tiemble como mentor para hacer una renovación