Agapito y Norma: los héroes
Fue una imagen emotiva: padre, madre e hijo abrazándose entre lágrimas de felicidad.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Fue una imagen emotiva: padre, madre e hijo abrazándose entre lágrimas de felicidad. Fue una foto que este medio publicó el día después del pasado sorteo de Novatos de las Grandes Ligas. Los protagonistas de la imagen fueron el padre Agapito Ramos, la progenitora Norma Lebrón y el hijo Heliot Ramos, luego de que el menor de la familia fuera reclamado por los Gigantes de San Francisco en el turno 19 de la ronda inicial.
No estuve allí, pero estoy seguro que los tres recordaron todos los sacrificios realizados en los últimos años con el objetivo de vivir ese momento tan gratificante de escuchar el nombre de Heliot en la primera ronda del ‘draft’. Esta es una familia con una ‘maestría y doctorado’ en sacrificios. Y es digno de reconocer el esfuerzo de don Agapito y doña Norma. La familia Ramos-Lebrón vive en uno de los barrios más lejanos de Maunabo; en Matuyas. La residencia ubica en una ‘jalda’ rodeada de montañas. Tuve la oportunidad de visitarlos en una ocasión y confirmé que no hay excusas para ayudar a los hijos a perseguir sus sueños. Matuyas queda como a media hora del casco urbano de Maunabo en un sector con escaso alumbrado en la carretera.
De allí, don Agapito y doña Norma sacaron a sus tres hijos al profesionalismo: el mayor Pito Ramos es uno de los mejores futbolistas del patio y del medio Henry es también pelotero profesional con la organización de los Dodgers de Los Ángeles. De tres a cuatro veces a la semana, don Agapito y doña Irma viajaban en las tardes de Maunabo a San Juan para llevar a sus hijos a las prácticas. Es un trayecto de dos horas aproximadamente. Y pese al cansancio del día –ya que ambos laboraran- siempre cumplieron con sus hijos para llevarlos a mejores talleres, donde pudieran desarrollar al máximo sus habilidades. No era fácil; dos horas de ida y dos de vuelta. Y lo hicieron por más de una década. Pero ellos nunca se quejaron y hoy día recogen el fruto de todos los sacrificios. Es meritorio conocer la historia de don Agapito y doña Norma, y darles una ovación por ellos ser los verdaderos héroes de esta historia.
Carlos Rosa Rosa comenzó a laborar como periodista deportivo en el diario El Nuevo Día en octubre del 2002.
Durante este tiempo, tuvo a cargo la cobertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012, además de cubrir otros eventos de envergadura como los Mundiales de baloncesto de 2014 (España) y 2019 (China), y la Serie Mundial de Béisbol de las Grandes Ligas 2010. También ha tenido experiencia en coberturas de Juegos Centroamericanos y del Caribe y Panamericanos; Clásicos Mundiales de Béisbol; y Premundiales y Preolímpicos de baloncesto.
Desde el 2017, ejerce como subeditor en la sección de Deportes.
Es natural de Camuy y completó un bachillerato en Comunicaciones en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Arecibo.
Carlos Rosa Rosa