La pasada semana se hizo viral un vídeo en el cual un maestro discutía fuertemente con un estudiante.

Entre las distintas cosas que pudieron haberse dicho, resaltó la frase “siéntate y ubícate” utilizada por el maestro, sin éxito, para tratar de llamar al orden.

Reconociendo que no tengo los detalles completos, solo lo que trascendió públicamente, quiero aprovechar la coyuntura para señalar la importancia que tiene para la formación de nuestros niños el respetar y reconocerles autoridad a los maestros.

En eso los padres tienen el rol más importante.

Recuerdo de niña encontrarme con alguno de mis maestros en el pueblo y temer que les dieran alguna queja a mis padres sobre mi conducta. Eso hubiese sido devastador para mí. Yo lo sabía y por eso mi respeto hacia el maestro en el salón era absoluto.

Triste ver la manera desafiante y burlona en la cual algunos jóvenes se refieren a sus maestros.

Me gustaría pensar que al llegar a sus casas reciben la reprimenda merecida por parte de sus padres, pero la triste realidad parece ser que son muchos los que le ríen las gracias.

Sin la ayuda y el respaldo de los padres, los maestros la tienen muy difícil en el salón de clases. El “se lo voy a decir a tu padre” parece que ya no intimida a los muchachos dejando al maestro con pocas herramientas.

No es la primera vez que un vídeo como este se hace viral. 

Hace dos años, un maestro en San Lorenzo enfrentó una situación similar y fue tema de conversación en todo el País.

Me parece importante señalar que, aunque en ambos sucesos se procesó disciplinariamente a los maestros, las expresiones del pueblo fueron mayoritariamente favorables hacia ellos. 

Esta vez, incluso, un grupo de estudiantes de una escuela en Corozal colocó en las redes una foto donde portaban carteles que leían: “Yo me siento y me ubico”. 

Me parece que en términos generales hay una preocupación real sobre las condiciones laborales de nuestros maestros que nos lleva a la mayoría de los puertorriqueños a solidarizarnos con su labor.

No reciben la remuneración adecuada, ni cuentan con las herramientas necesarias, aun así, la mayoría cumple con su deber haciendo el esfuerzo máximo para echar adelante a nuestros hijos. 

Sin embargo, no pueden hacerlo solos, necesitan de la ayuda y confianza de los padres.

Hace poco también, por las redes, un maestro identificó a una madre quien sonriente posaba para una foto. Aprovechó la ocasión para escribirle bajo la foto recordándole que llevaba semanas esperando que fuera a buscar las notas de su hijo.

¡Así no se puede!

En ninguna circunstancia se puede aplaudir ningún tipo de violencia, ni verbal ni física, mucho menos de un adulto a un niño. 

Tampoco podemos permitir que los padres quieran responsabilizar a los maestros por sus faltas.

Los valores y la disciplina se enseñan en el hogar, en el salón pueden reforzarse, pero la responsabilidad primaria siempre será de los padres.