La noticia de la pérdida fisica del Dr. Raúl García Rinaldi me llenó de mucha tristeza. Se trata de un profesional de primer orden, pero sobre todo de un puertorriqueño que sirvió de corazón a su gente. Tuve el gran honor de conocerle y colaborar con su fundación, y puedo dar fe del compromiso de este caballero.

“Murió cómo vivió, con las botas puestas” expresó el presidente del Colegio de Médicos, Dr. Víctor Ramos al confirmar el fallecimiento de su colega. Tener “las botas puestas” se había convertido en un hábito, en una causa de vida para el doctor García Rinaldi. Temprano en su carrera se dio cuenta de que el ejercicio de sus destrezas médicas no eran suficientes para satisfacer su vocación de servicio, por lo que crea su fundación, desde la cual se ha logrado impactar la vida de miles de personas.

Tanto jóvenes con interés en hacer una carrera en la medicina, como personas de escasos recursos con condiciones cardiacas, pueden dar testimonio del alcance de sus esfuerzos. De igual forma, aquellos beneficiados por lo que llamó el “Puente de la esperanza”, donde el doctor García Rinaldi, junto a otros profesionales, crearon las condiciones para facilitar el traslado de pacientes que necesitaban atención quirúrgica cardiovascular hasta Houston.

Sobre este programa, mi suegra me comenta que, gracias a este proyecto, se pudo operar de emergencia a la abuela de mi esposo, por lo que ellos viven eternamente agradecidos del doctor.

Es con mucho pesar que nos toca despedirnos de este gran puertorriqueño, que tanto hizo por el país. A su familia, nuestro respeto y compromiso de que seguiremos colaborando para asegurar que su legado siga tocando las vidas de quienes más lo necesitan. Descanse en paz Dr. García Rinaldi, un servidor de corazón.