Navidad suele ser una época caracterizada por la alegría, los regalos y las cenas deliciosas que se comparten en familia. No obstante, algunas personas no pueden disfrutar de estas cosas típicas de la temporada decembrina por distintos motivos. Grayson Whitaker, de 19 años, es uno de ellos.

El joven nunca se ha sentado a cenar junto a su familia en Navidad, porque tiene misofonía. Este trastorno neurológico, según la Clínica de Cleveland, es cuando las personas sienten rabia intensa, ansiedad o asco por distintos sonidos.

“Es un trastorno en el que se tiene una tolerancia disminuida a sonidos específicos y a cosas que se pueden sentir relacionadas con ellos”, agregó.

Relacionadas

Desde que era un niño, Whitaker ha sentido incomodidad y molestia al sonido de la gente respirando, bostezando, oliendo y masticando. Por lo tanto, nunca ha podido disfrutar de una cena navideña en familia sin sentir ira.

“Nunca he tenido una cena de Navidad con mi familia, así que no tengo esos buenos recuerdos. Simplemente me encierro en mi habitación. Eso siempre ha sido molesto para mis padres. Creo que eso los rompió”, indicó el joven.

En conversación con ‘The Sun’, Grayson Whitaker explicó que amaría sentarse sus seres queridos y disfrutar de una comida junto a ellos, pero físicamente no puede por los sonidos que ocurren durante esta actividad.

“Es una ira abrumadora que me invade y no quiero desquitarme con ellos”, mencionó.

A raíz de su misofonía, el joven su mudó de su casa lo más pronto posible, pues no toleraba los sonidos que hacían sus padres. Ahora, vive con su pareja, Beth, de 21 años, y tiene su propio cuarto en el que puede disfrutar del silencio.

“Recuerdo que cuando era niño tenía que salir de la habitación si mi papá olía. La ira era abrumadora. No sabía cómo hablar de mis emociones, así que mis padres pensaron que estaba siendo un mocoso. No se dieron cuenta de que algo andaba mal hasta que comencé a rascarme las piernas”, expresó.

A pesar de consultar con varios profesionales de la salud, nadie sabe qué es la misofonía ni como ayudarlo. Un terapeuta le recomendó ir al gimnasio a boxear para controlar su ira y le sirvió durante un buen rato. También intentó la hipnosis y tuvo momentos de paz hasta que un día el sonido volvió a detonar su trastorno.

El joven también relató que su tiempo en el colegio no fue fácil y se retiró cuando estaba en noveno, ya que no soportaba los sonidos de sus compañeros: “La escuela era muy dura. Dejé de ir en el noveno año y luego me aislé durante cinco años. Simplemente fui a mi habitación y me quedé allí. Comí allí y tuve que aprender a disfrutar de mi propia compañía. En el pasado, arremetí contra mi familia por bostezar, así que trato de mantenerme alejado de la gente”.

Ahora, Whitaker busca compartir su historias para crear conciencia sobre su condición: “Ojalá algún día pueda aguantar y pasar la Navidad con mi familia y mi pareja”.

¿Qué es la misofonía?

El Sistema Nacional de Salud de Reino Unido explicó que la condición de Grayson Whitaker, la misofonía, es una reacción emocional extrema a ciertos sonidos cotidianos que a la mayoría de las personas les resultaría relativamente fácil ignorar.

“Los tres tipos principales de sonidos que perturban a las personas con misofonía son la comida, los sonidos de la nariz y la garganta, y los sonidos ambientales repetitivos, como el golpeteo del teclado y el crujido del papel”, añadió.

También mencionó que las personas con esta condición reportan sensaciones físicas similares a una respuesta de huida o lucha, que incluyen palpitaciones, dificultad para respirar, tensión, sensación de calor y, a veces, una respuesta inguinal no deseada: “A menudo describen una sensación de atrapamiento, impotencia y fuera de control cuando no pueden escapar de estos sonidos”.