Es normal que un niño saque la lengua cuando está concentrado en alguna actividad.

Esto se debe a que durante el proceso, varias zonas del cerebro se activan, entre ellas, las mismas que procesan el lenguaje y el habla. La lengua sale como un acto reflejo por el estímulo, explica Pictoline en un cartel de Facebook. No es nada malo, al contrario, es algo evolutivo.

La "decisión" de la lengua al salir son restos de los comienzos más primitivos del habla humana, según explican los sociólogos británicos Gillian Forrester y Alina Rodríguez en la edición de agosto del 2015 de la revista científica "Cognition".

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Concluyeron que los niños sacan la lengua durante momentos de intenso pensamiento, comportamiento normal hasta antes de la pubertad.

Los investigadores analizaron a 14 niños mientras realizaban diferentes actividades: recordar una historia, experimentar con una llave y una cerradura y jugar de manos.

En todas las actividades sacaron su lengua, pero en el último ejercicio lo hicieron por un tiempo más prolongado.

El juego de manos requiere coordinación, pensamiento rápido, gestos y capacidad de negociar las reglas, todos elementos básicos de la comunicación, explica el diario "The Washington Post". 

Estas características llevan a los investigadores a pensar que el reflejo de sacar la lengua es una evidencia que queda del desarrollo temprano del lenguaje, cuando los gestos evolucionaron hacia el habla.

La conclusión se apoya en un segundo hallazgo del estudio de Forrester y Rodríguez. La lengua suele salir hacia la derecha durante algunas tareas, lo que indica que están controladas por el hemisferio izquierdo del cerebro, lado responsable de procesar el lenguaje; esto impulsa la creencia de que sacar la lengua en momentos de concentración está relacionado con los aspectos que nos ayudan a comunicarnos.

Así como lo indica Pictoline, el estudio señala que sacar la lengua en momentos de concentración no es solo cosa de niños, los adultos también realizan movimientos inconscientes con la boca mientras realizan tareas manuales. La diferencia radica en que los mayores han aprendido a suprimir estos reflejos para evitar el ridículo público.