En el aniversario número 21 del primer trasplante de corazón realizado en Puerto Rico, se recuerda la fortaleza del carismático paciente que evidenció el éxito de este tipo de intervención en la Isla: don Laureano Cora Solís.

El hombre, quien sorprendió a todos con sus pasitos de salsa al ser dado de alta luego del histórico proceso cardiaco, hoy está ausente, pues falleció en febrero pasado.

Su viuda, Carmen Ortiz, compartió con Primera Hora que Cora Solís siempre fue una persona con una fortaleza envidiable, “bien activo y muy creyente”. Pero en febrero pasado empezó a confrontar problemas de salud, no vinculados al corazón.

“Se nos fue el 17 de febrero, tenía 72 años… Hubiera cumplido 73 el día 15 de este mes. En los últimos días no salía del hospital porque le bajó mucho la hemoglobina y los glóbulos blancos. Se sentía débil y se le complicó todo el panorama. Pero la vida es así, estamos aquí prestados… Ahora, viendo todo lo de la pandemia del coronavirus, creo que él no lo hubiera soportado”, lamentó quien fuera su esposa por 51 años. El matrimonio procreó tres hijos.

Aseguró que de la operación que alargó los días de Cora Solís por más de 20 años, y que hoy ese corazón hubiera cumplido la mayoría de edad al estar latiendo en su pecho, nunca tuvo complicaciones.

Y así el mismo paciente lo reiteró en una entrevista concedida hace exactamente un año a Primera Hora con motivo de las dos décadas de su operación.

El arroyano fue el primer paciente que recibió un trasplante de corazón en el Hospital Cardiovascular, el 27 de junio de 1999, marcando un hito en la historia de la medicina en Puerto Rico, y muy en particular en la trayectoria profesional del doctor Iván González Cancel.

“He hecho tantas cosas que no podía hacer. Soy una persona que me gusta estar haciendo cosas y cosas, pero hubo un momento en que hasta me daba con la cabeza a las paredes al no poder hacer las cosas, del desespero que tenía, la falta de aire y al recibir el trasplante me cambió la vida totalmente. (Es) una bendición de Dios y gracias también a Arlyne Acevedo, que es la principal (protagonista) de esta historia, porque esto es como una historia y sin Arlyne no se hacía nada”.

Don Laureano Cora Solís y doña Carmen Ortiz estuvieron casados por 51 años.
Don Laureano Cora Solís y doña Carmen Ortiz estuvieron casados por 51 años. (Archivo)

Arlyne Odette Acevedo Molina fue la donante del corazón. Ella falleció en un accidente automovilístico.

De ese día de la operación, Cora Solís recordó que llegó a su casa luego de asistir a la iglesia y al poco tiempo recibió la llamada de que había aparecido un corazón compatible.

“En las condiciones en que yo estaba viviendo, no había que pensarlo. Era una condición muy grave, me faltaba el aire demasiado, y le dije a ella (a su esposa, Carmen): ‘¡Llama!’, y me contactaron. Hablé con el hermano mío, y me llevaron al Cardiovascular”, contó.

Con igual emoción, el momento fue recordado hoy por el doctor Iván González Cancel, cuya fecha le resulta imborrable.

“Después de 21 años tengo que estar muy orgulloso de nuestro programa de trasplantes, pues la inmensa mayoría tiene éxito. Tenemos una sobrevida que compara favorablemente con cualquier programa de Estados Unidos y del mundo”, explicó el cirujano cardiovascular, quien compartió el logro junto a sus colegas Cid Quintana, Héctor Banchs y Rafael Calderón, además del personal del Hospital Cardiovascular.

González Cancel también lamentó el fallecimiento de Cora Solís, a quien describió como una persona bien activa.

Con más de 160 trasplantes realizados, adelantó que actualmente hay dos pacientes en lista de espera, pero que la pandemia los ha afectado negativamente, pues “ellos están en su derecho de rechazar el órgano, por la emergencia”. Indicó que también se evalúan entre cuatro a cinco personas más para ver si son candidatos a trasplantes.

González Cancel, con 27 años de experiencia como cirujano cardiovascular, aseguró que ahora se realizan menos operaciones de esta índole por la evolución de las terapias médicas. Otros factores son la pérdida de población y el uso de nuevas tecnologías.

“Hoy existen sistemas de asistencia ventricular, que son programa que estamos interesados en establecer”, dijo.

Esto, sin embargo, no le despinta la preocupación de que, eventualmente, Puerto Rico carezca de especialistas cardiovasculares.

“Ahora mismo hay incertidumbre sobre lo que nos depara en cuanto a profesionales dedicados a la cirugía cardiovascular… Uno siempre se pregunta si habrá los profesionales o las terapias disponibles en el futuro, que no es muy halagador”, dijo al ejemplificar que, en su caso, tiene 59 años y “soy uno de los tres cirujanos más jóvenes en Puerto Rico”.

Indicó que a un especialista de su clase le toma 17 años en completar estudios luego que sale de escuela superior, “para que tengas una idea”.