Vivo el legado de Carlos Castañeda
El libro sobre la vida y obra de Castañeda busca promover un periodismo de excelencia.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Algunas interrogantes que acaparan hoy la atención de los comunicadores sobre la ruta que debe seguir el periodismo en estos tiempos hallaron respuesta hace décadas en la voz del periodista Carlos Castañeda.
Sin embargo, familiares y allegados del fenecido ex director de El Nuevo Día coincidieron este domingo en que sus reflexiones sobre la profesión, tan vigentes ahora como entonces, no han conseguido un espacio en la discusión sobre los derroteros del nuevo periodismo.
“El periódico dependerá para su sobreviviencia de su contenido informativo, del talento y la imaginación de sus hombres y mujeres para adaptarlo a las necesidades de su público, para detectar los cambios de hábitos y comportamientos de sus lectores, y orientar así el periódico al futuro”, dijo Castañeda ante la Sociedad Interamericana de Prensa durante el Encuentro Iberoamericano de Periodistas, en 1985.
La ponencia fue incluida en el libro “Ser periodista, la vida y legado de Carlos M. Castañeda”, cuyo contenido fue discutido este domingo por la viuda del periodista de origen cubano, Lillian Castañeda, la poetisa Elsa Tió y la periodista Wilda Rodríguez.
“Tener en estos momentos la voz del maestro Carlos Castañeda en un libro como este es bien pertinente a un periodismo actual que está en entredicho”, afirmó Rodríguez en un aparte con este medio tras concluir la charla efectuada en la Fundación Luis Muñoz Marín, en Río Piedras.
“El periodismo en Puerto Rico está en entredicho hace unos cuantos años. Hay muchas preguntas de si los periódicos están cumpliendo con la misión que les corresponde en una sociedad como la nuestra”, sostuvo la periodista.
Rodríguez insistió en que el periodismo, para poder cumplir su función social, tiene que ser “fuerte y responsable”, y quienes lo ejercen deben caracterizarse por su honestidad, su integridad, por su visión, valores éticos y su respeto a la palabra, como proclamó Castañeda durante su extensa trayectoria.
“El periodismo puertorriqueño, al estar en entredicho, está siendo parte del problema, y si es parte del problema, tiene que salir de eso, y convertirse en parte de la solución”, añadió Rodríguez al destacar que la perdurabilidad del periodismo radica en la capacidad de los profesionales de redirigirlo y “sacarlo a flote”.
Tió, por su parte, recordó un discurso que Castañeda ofreció en 1995 en la Universidad Nacional de La Plata, en la capital Argentina, en el que planteó que “la clave no es reinventar, es volver a las raíces” del periodismo.
“Hay que ir atrás para, de ahí, reformular. La gente no tiene un sentido de su historia. Estudiemos las cosas que se hicieron y transformémoslo, pero no se crean que están inventando la rueda... Él (Castañeda) conocía el pasado periodístico, conocía el proceso de la comunicación, y de ahí creó su propia visión”, puntualizó.
La poetisa resaltó, además, el apoyo que Castañeda dio al quehacer cultural y las brechas que abrió para que los exponentes de las diversas manifestaciones culturales del país encontraran un espacio en las páginas de El Nuevo Día.
“Era una tribuna abierta, viva”, rememoró Tió.
El libro sobre la vida y obra de Castañeda es una publicación de la Fundación Educativa Carlos M. Castañeda, que entre otras cosas, busca promover un periodismo de excelencia y otorga anualmente una beca a un estudiante hispanohablante para que curse estudios de periodismo a nivel graduado. El libro publicó en 2006.
Lillian Castañeda lamentó que la fundación y su obra hayan tenido tan poco acceso a los centros universitarios del país.
“No se están utilizando hoy las enseñanzas de Castañeda. (El libro) debería ser lectura obligatoria para todos los estudiantes porque los lleva a la historia del periodismo puertorriqueño, a un señor que cambió el rumbo del periodismo puertorriqueño”, subrayó la educadora.