Leonel Gracia conoce muy bien lo que es el rechazo. Lo experimentó por primera vez a los 18 años cuando se realizó su primer piercing.

Sabe lo que es que te miren como si fueras una especie de fenómeno que se pasea por la calle. Pero nada lo detuvo, ni las miradas ni los cuchicheos, estaba claro en lo que quería. “Cuando vi por primera vez un piercing, como que me atrajo”, recordó de aquel momento cuando tenía 18 años.

Con eso en mente, fue y se realizó su primera perforación en la lengua y, a pesar de que no es visible, tuvo una reacción en sus padres, contó. “Mi pai me vio con la pantalla, fuimos al estudio y me la quitó. No le gustaba, obviamente, estaba en contra de eso”, indicó sin poder obviar que fueron varios los viajes al estudio de piercings con su padre.

En el transcurso de los pasados 12 años, Gracia se colocó 32 piercings en su cuerpo. Al presente, sólo dos. Ha evolucionado como persona y como artista del piercing, reconoció. De ahí, su transformación.

Gracia no es el único que se ha reformado con el pasar de los años. La sociedad puertorriqueña también ha renovado su mirada sobre los piercings y tatuajes, pero aún queda un poco de recelo en ella, expresó el joven de 30 años que tiene gran parte de su cuerpo tatuado.

“Ese tabú yo lo veo aquí en Puerto Rico. Aquí todavía la gente se sorprende, te ven bien raro, igual que en los trabajos que te rechazan”, lamentó, quien lleva un expansor en su oreja de una pulgada y siete octavos, lo que, sin duda, llama la atención, reconoció.

Piensa que la gente ve de forma extraña a las personas con piercing y tatuajes, especialmente, por tratarse de una práctica que fue iniciada por marinos y presos.

Los gustos también han evolucionado. Antes los piercings se limitaban a la oreja y las cejas y, aunque siguen siendo los más populares hoy, prácticamente, se pueden llevar hasta donde la imaginación se los permita. “Ya todo el mundo se hace piercing”, sostuvo Gracia, quien trabaja en Underskin Tattoos, en Bayamón.

Ama lo que hace y sabe que está en el camino correcto, pero eso no evita que reconozca las limitaciones y riesgos con la salud por el uso de los piercings. Por eso, aseguró que hay que estar decidido e informado a la hora de perforarse.

“Todo tiene que estar limpio, desinfectado... Tienes que hacer un buen trabajo, porque si no, puedes afectar el piercings de la persona. No le va cicatrizar bien, lo puede rechazar o puede terminar en el hospital y no queremos eso”, advirtió.

El cliente tiene también gran parte de la responsabilidad. “Si no limpia y cuida correctamente la herida, puede desarrollar serias infecciones”, puntualizó.


Donde ni se lo imagina

Aunque los más comunes son  los piercings en la lengua, el ombligo y  las orejas, usted puede perforarse prácticamente donde sea.

En el cartílago de las orejas 

Consecuencia:  riesgo de una infección por contacto con el cabello sucio 

Tiempo en sanar:  cuatro a ocho meses

En la nariz:

Consecuencia:  inhalar o tragarte el piercing, además de hinchazón
Tiempo en sanar:  dos a cuatro  meses

En los labios

Consecuencias:  las encías se dañan, riesgo de  infecciones y se pueden perder dientes
Tiempo en sanar: dos  a tres meses

En la ceja

Consecuencias:  el sudor y la  mugre que atrapan las cejas pueden crear infecciones.
Tiempo en sanar: seis  a ocho semanas

En la lengua

Consecuencias:  es uno de los más delicados porque en la boca se concentra un gran número de bacterias. Infecciones, sangrado o hipersalivación.
Tiempo en sanar:  dos a tres meses

En el ombligo

Consecuencias: se puede infectar con facilidad, por lo que no se debe llevar ropa ajustada ni usar crema ni maquillaje en la zona 
Tiempo en sanar: cuatro a seis  semanas