Desde principios de la evolución humana, uno de los primeros retos enfrentados por el hombre y la mujer, ha sido la búsqueda  de la libertad, la lucha por la sobrevivencia y el zafarse de las  cadenas de cualquier tipo de esclavitud. 

La  conmemoración de la abolición de la esclavitud ocurrida hace 139 años, nos sirve para reflexionar sobre otros tipos de esclavitud que tienen condicionantes culturales,  políticos, económicos, ideológicos, entre otros.

Manuel Torres Márquez, sociólogo y profesor del Recinto Metro de la Universidad  Interamericana, comentó que desde los inicios de la evolución social, estamos atendiendo cómo sobrevivimos. Indicó que hay  situaciones  y experiencias en las cuales somos víctimas de algún tipo de esclavitud.

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“Toda la evolución humana oscila en esa lucha  por la sobrevivencia y los espacios de libertad. El reto es  a través de la convivencia social, creando instituciones y luchando por espacios de libertad, para poder realizarnos  como seres humanos”, dijo.

“Es la esclavitud desde el punto de carencia de libertad. Esclavitud porque somos esclavos del consumo, de la confrontación en el diálogo”, apuntó.

Torres Márquez señaló que esa esclavitud tiene una  fuerte fundamentación sicológica y siquiátrica, pero que  donde más se manifiesta es en la convivencia social, más amplia, porque somos esclavos  de nuestros patrones de conducta.

“El que un ser humano logre romper las cadenas de cualquier tipo de esclavitud, tiene que ver directamente con cómo  vamos desarrollando proyectos  de calidad de vida”, acotó.

Es necesario  democratizar la calidad de vida, indicó, para que nos permita  a nivel  individual,  familiar y social, romper esas cadenas de los diferentes tipos de esclavitud en todas sus manifestaciones,  políticas, económicos e  ideológicos.

Hay que tomar en cuenta, dijo el sociólogo, la etnia-cultural, porque  lo que  los occidentales podemos considerar  esclavitud, tal vez en oriente no lo es.

“En las culturas orientales no existe la etapa que llamamos niñez, adolescencia, juventud, adultez, vejez. Dependiendo los procesos históricos y patrones culturales y étnicos, lo que  se considera esclavitud  en una sociedad, no se considera en otra.  Una mujer musulmana,  bajo los controles y normas  de la cultura musulmana, está limitada en espacios de participación y cómo se viste. Una mujer occidental, desde nuestra mirada, lo consideraríamos  esclavitud. Desde la mirada de esa cultura, podría verse como  disciplina, como parte de sus normas éticas, morales y religiosas”, ilustró.

Esclavos del consumo

Las sociedades contemporáneas se caracterizan por una nueva esclavitud, a juicio de Torres Márquez,  que es el consumo desmedido, que es una de las cosas que genera más desigualdad  e inequidad, ya que el mundo publicitario se ha dedicado a fomentar a que nos sintamos esclavos de consumir marcas, un tipo de alimento, de  vestimenta.

Lo curioso, dijo, es que al globalizarse los procesos de intercambio económico y  cultural,  corremos el riesgo de que nos uniformen. Nos homogenicen.

“Yo como mujer puertorriqueña y yo como hombre,  terminamos  consumiendo como un japonés. Estamos perdiendo la  individualidad, la forma de pensar, sentir y expresar una cultura a través de la vestimenta, los carros. Si vas a Francia, a Nueva York o en Puerto Rico,  estamos vistiendo todos iguales. Queremos comer todos lo mismo y compitiendo por los mismos carros. En esa medida, enfrentamos esa esclavitud también”, puntualizó.

Otra esclavitud, dijo el sociólogo, es la de la drogodependencia, como el alcohol y las  anfetaminas, que  se han multiplicado en  la juventud, que genera el narcotráfico.

Los  obsesivos y compulsivos

Para el sicólogo, Carlos Sosa, hay unos comportamientos que nos hacen esclavos, refiriéndose a unas conductas  compulsivas, que inclusive se pueden convertir en patologías.

Dio el ejemplo de una conducta tan conocida como la del workaholic, de una persona que trabaja hasta los domingos; de una persona que tiene manía de limpieza; de una persona que no puede separarse de su computadora y de dejar de navegar por internet.

“Una persona se vuelve obsesivo, cuando te obsesionas con algo, una idea fija que tienes en tu mente y que tienes que estar pensando constantemente. A veces tiene que ver con tu seguridad. Con que te sientas tranquilo. Para poder manejar eso afectivamente, tienes que transferir esa idea fija a un tipo de comportamiento.  Estás canalizando la  idea  a través de la conducta. Es como el ejemplo de esas  personas que  tienen que trabajar porque les da seguridad. Se sienten seguros. Tienen  que  hacer actividades  continuas”, describió.

“Otro tipo de comportamiento, es que  te pones esclavo de la limpieza extrema en la casa. Conozco una persona que es obsesiva y le digo Mrs. Clean. No hay manera de que deje de limpiar, porque le da seguridad tener  su casa limpia todo el tiempo. Es una compulsión. Toda compulsión tiene una razón de ser, una idea fija, para sentirse bien, consigo misma”, indicó.

“Hay personas que se vuelven totalmente dependiente. Ese comportamiento  puede alcanzar los límites de una patología y puede rayar en lo que llamamos una adicción, al sexo, la droga. Hay una dependencia. Sería algo más complicado. Esa idea de poder experimentar.  Se vuelve más peligrosa porque la compulsión se convierte en un hábito  de dependencia fisiológica del organismo, que  obviamente requiere intervención profesional”, ilustró.

La compulsión puede llegar a extremos, indicó Sosa,  que se convierta en conducta  disfuncional porque puede afectar sus relaciones interpersonales y funcionamiento en el mundo del trabajo. Afecta su vida cotidiana.

La compulsión puede ser de comprar

“Conozco personas que tienen que  ir a las tiendas todos los días a comprar algo, aunque sea una cosa. Es una persona  que la puedes invitar de paseo a una tienda y después hay que  agarrarla, como entre cuatro, para sacarla”, señaló.

Estas personas, dijo,  tienen esa compulsión tan grande, que gasta el dinero que necesita para pagar una cuenta y en vez lo invierte en ese tipo de comportamiento.

“El problema es que altera el funcionamiento adecuado que debe tener una persona en su vida diaria. Lo importante es que tenemos que  examinar que cuando  la  compulsividad altera nuestro funcionamiento, contemplemos la posibilidad de buscar algún tipo de ayuda profesional”, acotó.

Para, buscar ayuda, la persona tendría primero que reconocer que algo no está bien, para entonces entender que por su bien y por su salud mental  y emocional, debe hacerlo. Esta conducta no solo afecta a la persona sino a  terceros.

“Con la tecnología, es enorme la cantidad de  personas  que  no pueden dejar de estar en la internet todo el tiempo, que se vuelven esclavos en la internet. La lista es larga, de conductas y compulsiones que sirven de ejemplo de cómo nos podemos volver esclavos. ¿Qué es lo adecuado? Mantener un equilibrio. Todo lo que hacemos debe estar equilibrado. Tenemos muchas obligaciones  y áreas en nuestras vidas  que requieren obligaciones, responsabilidades y hay que mantener balance y equilibrio para sentirnos bien con nosotros mismos”, destacó el sicólogo.