Juan tenía 11 años cuando el compañero de su abuela le hizo el primer acercamiento sexual. Después lo comenzó a agredir sexualmente cada vez que tenía una oportunidad. A los 15 años, Juan (nombre ficticio) sacó las fuerzas para contárselo a sus padres.

Desde entonces ha enfrentado un proceso judicial intenso que culminó ayer con la lectura de sentencia en el Tribunal de Bayamón. Su agresor —de 58 años y cuya identidad no se divulgará para proteger al menor—, fue sentenciado a cumplir seis años en probatoria. Se declaró culpable de tres cargos de maltrato con la modalidad de abuso sexual bajo la Ley para el Bienestar y la Protección Integral de la Niñez (Ley 177).

El proceso judicial terminó, pero la batalla emocional de Juan continúa. Y continuará.

Sus padres y su padrastro lo han apoyado incondicionalmente. Pero su abuela nunca le ha creído, ni tan siquiera luego que el agresor confesara. La ruptura de esa relación ha sido una pérdida significativa en la vida de Juan. Juan tiene ahora 16 años, y es estudiante de tercer año de escuela superior. Es un muchacho valiente, amable y reservado. Compartió su historia con PRIMERA HORA para sentirse reivindicado.

“Iba todos los fines de semana a visitar a mi abuela, y la ayudaba en la casa. Él empezó cuando yo tenía 10 años. Empezó sentándose cerca de mí, sobándome las manos... Me hacía sentirme especial, que tenía su confianza”, dijo Juan, acompañado por su madre y su padrastro.

¿Cuándo se dio la primera agresión?

-Cuando tenía 11 años. Me pidió en la marquesina de la casa que me acercara a él, de espaldas al frente de él, y me dijo que me pegara.

¿Te amenazó? ¿Se lo contaste a alguien?

-Esa vez no me amenazó. No hablé con nadie, lo pensé pero no podía hacerlo por mi abuela.

“El segundo acercamiento fue en el techo de la casa. Esa vez me amenazó y tenía un machete cerca. Me dijo que no se lo dijera a nadie... Cada vez que tenía una oportunidad la aprovechaba”, relató.

Para Juan es muy difícil y doloroso hablar de su experiencia. Prefirió no entrar en los detalles de la agresión sexual perpetrada una y otra vez por el compañero consensual de su abuela. El joven mencionó que su agresor lo obligó a practicarle sexo oral varias veces en los cuatro años durante los que fue abusado.

Juan no recuerda exactamente cómo estas terribles agresiones sexuales afectaron su estado emocional. Pero su madre lo recuerda muy bien.

“Se deprimió, decía que se iba a matar. Lo llevamos a un psicólogo y sólo dijo que el nene tenía problemas de autoestima. Cambió mucho, engordó, se aisló. Pero yo pensaba que eran cosas de teenager. Cuando finalmente nos contó lo que había pasado, até los cabos”, dijo la madre de Juan.

A los 15 años, Juan decidió contarle su pesadilla a sus padres y a su padrastro.

¿Cómo sacaste la fuerza para contar lo que te estaban haciendo?

-Ya no podía aguantar más el daño emocional.

¿Cómo reaccionó tu familia? ¿Te creyeron?

-Se pusieron graves, pero me creyeron inmediatamente.

¿Cómo te sentiste luego de hablar con ellos?

-Me sentí mucho más tranquilo.

“Le creímos y empecé a darme cuenta de todo lo que había pasado. Además, para esa época estaban saliendo muchos casos de abuso sexual en la prensa y todo tenía sentido”, explicó la mamá de Juan.

Juan dijo que el proceso judicial ha sido una agonía. Ha tenido que relatarles su historia una y otra vez a policías y fiscales. Aunque al principio estuvo de acuerdo con la probatoria —resultado de una negociación entre las partes—, ahora se arrepiente. Primero pensó que lo ideal era evitar ir a un juicio, pero ahora siente que sólo recibió una justicia a medias.

¿Qué les dirías a otros niños que son abusados sexualmente y no se atreven a hablar?

-Que no tengan miedo. Que hablen.

Su madre aprendió una lección muy importante: “Lo crié para que respetara a los adultos siempre. Pero hoy en día hay que enseñarles a los niños a decir 'no', y a que hagan todo lo que tengan que hacer para defenderse”.