“Este ha sido el reto del siglo 21. ¡Y vaya, qué reto!”

Así exclama la doctora Iris Cardona, directora del Plan de Vacunación de COVID-19 en Puerto Rico, cuando analiza el desafío científico que trajo la pandemia del novel coronavirus, en particular, para desarrollar una vacuna y lograr una eficaz distribución que cumpla el objetivo de inmunizar a la mayor cantidad de la población en el menor tiempo posible.

“Este año ha sido un proceso absoluto de aprendizaje ante una enfermedad inicialmente desconocida y podría decirte que este ha sido el reto del siglo 21. ¡Y vaya, qué reto! Y he estado muchos años en el mundo de la medicina... Pero, nada, absolutamente nada se compara con lo que ha vivido el mundo en estos meses”, dijo.

Narró que son muchas las lecciones aprendidas en los pasados 12 meses donde se ha puesto a la ciencia al servicio de la humanidad.

“Si miramos hace un año atrás estábamos desorientados, como lo estaba el resto del mundo. Pero los trabajadores de la salud, y Puerto Rico no fue la excepción, trabajaron incansablemente y he sido testigo de todo lo que se hizo por meses. En el campo de la vacunación, por ejemplo, estábamos pendientes a todos los avances y desde julio iniciamos conversaciones con el equipo de bioseguridad federal para establecer la respuesta a la emergencia pública”, sostuvo.

De hecho, para octubre -antes de que se aprobaran las vacunas de Pfizer y Moderna- se había dado el visto bueno al plan inicial de vacunación de Puerto Rico, un proceso que se coordinó como parte de la Operación Warp Seed -un programa de desarrollo de vacunas interdepartamental en Estados Unidos- y que trabaja directamente con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y otras agencias estadounidenses.

“Desde el verano se gestaron reuniones cada dos o tres semanas para delinear la logística. Recuerdo que para finales de agosto salieron las primeras guías e informes de cómo iban las investigaciones con entre los cuatro a seis candidatos que iban a paso firme a desarrollar una vacuna. En ese entonces se hablaba de que habría vacunas para el 2021, pero la ciencia se movió rápido y la tuvimos en menos de un año”, explicó.

En un comienzo, a Puerto Rico se le asignaron fondos ascendientes a $1.6 millones para inversión de equipos de informática y otras herramientas que ayudaran en la logística de distribución.

“Pero fue un poco difícil porque no sabíamos qué vacuna venía o bajo qué condiciones. Se trabajó a base de unos supuestos y en experiencias pasadas. También teníamos que establecer de acuerdo a las guías las fases del plan de vacunación y había que tener unas prioridades claras. Así que hubo muchas discusiones, hubo que estudiar mucho y buscar aliados que nos ayudaran a tener un suplido de vacunas robusto”, agregó.

Otro gran desafío para Puerto Rico fue que no contaba con la infraestructura necesaria para almacenar vacunas a temperaturas ultrafrías o por debajo del punto de congelación como lo requiere el producto de Pfizer, el primero en ser aprobado por la FDA (Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos).

Sin embargo, centros de investigación de varias universidades y administradores de hospitales privados pusieron a disposición del gobierno sus equipos para salvaguardar las vacunas durante las primeras semanas. Posteriormente, la Guardia Nacional adquirió equipos preparados para el almacenaje.

Convencer a la ciudadanía de que la vacuna era uno de los pasos principales para salir de la crisis también se convirtió en un gran desafío.

“Nos ha tocado, desde la ciencia, orientar y defender la vacunación a distintos foros públicos. Y en este caso del COVID, vimos que en un principio hubo cuestionamientos y se hablaba de que la vacuna era una investigación que buscaba conejillos de India. Pero ahora ese sentir ha cambiado y ese consenso grande es el que necesitábamos. Y reconozco la labor tan grande de modelaje que hicieron muchos profesionales de la salud saliendo de su privacidad para decir a sus pacientes: ‘mírenme, yo me vacuné, no tengan miedo, esto es lo mejor que nos está pasando’. Y eso ha sido transformador”, reiteró Cardona.

Puntualizó que el norte, a nivel mundial, es lograr la inmunidad de rebaño vacunando al 70% de la población. En Puerto Rico, considerando una población de 3.1 millones de personas, tendrían que vacunarse 2.2 millones individuos. La expectativa del gobernador Pedro Pierluisi es alcanzar ese objetivo para finales de verano.

En la fase 1a, el gobierno vacunó a más de 100,000 trabajadores de la salud. También se inocularon por parte de las farmacias Walgreens y CVS a los empleados y residentes de centros de cuido prolongado, así como a participantes de centros de discapacidad intelectual.

Actualmente, el plan de vacunación se encuentra en la fase 1b con adultos mayores, trabajadores de primera línea como policías, guardias correccionales, bomberos, emergencias médicas, entre otros. Se comenzará en las próximas semanas con los empleados de manufactura, servicio postal, transportistas público y empleados que trabajan en la industria de alimentos.

Finalmente, en la etapa 1c están las personas con enfermedades crónicas mayores de 16 años, personal de asistencia espiritual, personal que labora en restaurantes y otros empleados de servicios esenciales (federales, estatales, municipales), personal de la Autoridad de Energía Eléctrica y de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados; profesionales de las comunicaciones, entre otros.

En la fase 2 se extenderá el plan a toda la población mayor de 16 años.

“Nos falta mucho trabajo por hacer, pero lo vamos a lograr. Este reto lo vamos a vencer”, expresó confiada Cardona.