La incesante lucha de Sylmarie Orraca por recuperar el bulto hurtado desde la estación del Tren Urbano, en Cupey, de su hijo, Giovanni Rodríguez Orraca, ahora tomó otro rumbo.

A pesar de sus esfuerzos hercúleos para identificar a la mujer que se apropió de la mochila, la cual contenía equipo electrónico con el cúmulo de información de tres años de los estudios universitarios de Giovanni, la búsqueda ha brindado pocos frutos. Es por esto que Orraca decidió ir más allá, pues ahora está enfocada en la problemática que ocasionó este crimen: la falta de seguridad de las estaciones.

Ante esto, acompañada de su hijo-quien tiene 23 años y padece de una leve discapacidad-, llegó esta mañana hasta La Fortaleza y se reunió con Arleen Muñoz León, asesora del tercer sector, y Katyana Banchs, asesora de proyectos prioritarios, para arrojar luz sobre el problema que palpó de primer mano al ser blanco del crimen y visitar las estaciones para colocar los panfletos con información que pretende conducir a la identificación de la fémina que cometió el robo.

Fue durante su gestión que identificó que las cámaras de seguridad no grababan, hay daños mecánicos en muchos de los ascensores y no hay detectores de metales en las estaciones. También, registró una carencia de guardias de seguridad.

“Tienen que arreglar (esto) y no solo por Giovanni. Esto es por mamás con nenes que llevan bultos y carritos a la misma vez, ancianos (y estudiantes). La mayoría de los que cogen el tren son estudiantes. El 50% o más son estudiantes. Los estudiantes llevan mínimo una computadora y un celular, no llevan muchos chavos, pero llevan equipo tecnológico. (Pero) no hay guardias. ¿Dónde están? Entonces, el malhechor sabe que no hay cámaras y ¿qué va a pasar? ¿Algo similar a lo de Texas?”, señaló a Primera Hora tras culminar el cónclave.

Giovanni, además de ser la víctima de un robo, le ha restado confianza a la seguridad de la estación, por lo que no ha vuelto a pisar un vagón desde el día del suceso. Orraca señaló que los viajes de su hijo en el tren eran una de los pasos que logró hacia su independencia. Además, funcionaba como un escape de la monotonía cotidiana.

“Yo sé que a él le gustaba, porque él se despegaba, miraba los paisajes y, pues, hablaba con otra gente, que era parte de su independencia. Pero, (ahora) no nos atrevemos. Los otros días se cayó una señora en una de las escaleras, porque el ascensor estaba dañado”, comentó. “Giovanni (les dijo a las asesoras) ‘el mismo sonidito del tren hace que sientas que estás en un avión, que te vas de viaje. Las estaciones son bonitas, todas tienen una obra de arte’. Él se los dijo ‘yo ahí dentro tengo paz, me desconecto’”, agregó.

Por cuanto el tren ya no lo quiere como una opción, Orraca ahora se ha visto obligada a transportar a Giovanni todos los días a la universidad ICPR Junior College, en Bayamón, donde cursa una carrera en computadoras, donde tiene que esperar desde su automóvil, parada que puede demorar desde una hora hasta tres.

“No se ha vuelto a montar. Yo lo estoy llevando, yo lo espero y yo me quedo allí. Esto (era) una ayuda que me brindaba a mí el Gobierno como madre soltera, que no tengo ayuda. Ahora me tengo que quedar ahí esperando por él”, lamentó.

Muñoz León y Banchs agradecieron la gestión de Orraca, describiéndola como “una guerrera”, y le solicitaron que desglosara su petición en un correo electrónico. Se comprometieron a que “hoy mismo se le va a dar seguimiento” a su petición, indicó Orraca.

“El apoyo que menos yo he tenido ha sido de la oficina de (la estación del Tren Urbano). Yo los visité una vez para llevar una carta como mamá y como ciudadana (y me dijeron) ‘ah, no te podemos atender, porque no tienes cita. Déjala en guardia de seguridad’. Y yo dije, ‘pues no’. No es esa frialdad la que yo quería recibir”, sostuvo.

Giovanni viajaba en un vagón el martes, 26 de abril, que tuvo que ser desalojado por daños que se detectaron en el mismo. Cuando ordenaron a los tripulantes a salir de emergencia, Giovani se retiró asustado, por lo que dejó atrás la mochila, relató la madre.

La mujer de unos 20 a 35 años de edad, tiene una estatura de 5′2′', 120 libras de peso, tez trigueña ojos color marrón, cabello rubio ondulado y vestía una blusa de manga larga blanca y abrigo azul turquesa.
La mujer de unos 20 a 35 años de edad, tiene una estatura de 5′2′', 120 libras de peso, tez trigueña ojos color marrón, cabello rubio ondulado y vestía una blusa de manga larga blanca y abrigo azul turquesa. (Suministrado)

En ella, contenía una computadora portátil marca Dell, un estuche negro con tres cables para cargar teléfonos con dos baterías portátiles para celulares y una cámara marca GO PRO con su protector en acrílico transparente, todo valorada en $1,930. Era en esa computadora que tenía guardada toda la información y los recursos de sus cursos de computadora de la ICPR Junior College.

El chófer interceptó a una mujer que recogió el bulto, pero la señora se negó a dejárselo, alegando que ella se encargaría de hacer la entrega, promesa que nunca cumplió.

La Policía, por su parte, circuló un boceto de la mujer, basado en la descripción física que ofreció el chófer, pero aún no han dado con ella.