Aguada. Los viajes que Nelson Ruiz Correa ha realizado en su vida sirvieron de inspiración para comisionarle al “ingeniero de la familia” que le construyera una pirámide a escala, que reuniera características de aquellos monumentos mayas y de otras culturas mesoamericanas.

“Visité la pirámide Chichén Itzá, la traje en mi mente y hablé con Emiliano que es ‘el arquitecto’. Le expliqué mi idea y empezamos”, relató don Nelson, un comerciante que logró el sueño de tener una estructura única para -una vez mueran- colocar sus cenizas junto a las de su esposa Iris García Vega.

“Arriba está preparada en dos etapas: la primera es con una especie de sarcófago y la otra con una bóveda pequeña”, acotó.

A sus 71 años, don Nelson ha viajado a un sinfín de destinos alrededor del mundo, y su pasión por conocer acerca de diferentes culturas le ha llevado a coleccionar objetos, artefactos y a adoptar estructuras particulares. En estos asuntos ha sido clave su amistad con Luis Emiliano Matos Lorenzo, un hombre que ha trabajado por 47 años dentro de los negocios de don Nelson, porque tiene la visión y la destreza para materializar los antojos de su patrón.

“Yo me dedico a hacer cosas raras. Desde pequeño siempre he estado inventando y cuando me dijo de la pirámide le dije: ‘¿Cuándo vamos a empezar?’”, relató el empleado.

Le tomó dos años y medio terminar la estructura, que logró construir con piedras de un monte de la hacienda El Combate, propiedad de don Nelson, que comprende 35 cuerdas de terreno contiguas al Desvío Sur , intersección con la PR-411 en Aguada.

“Primero busqué el lugar del terreno (donde construiría la pirámide) y enterré un palo en la tierra. Cuando el sol se puso en el centro, tiré las medidas”, explicó Luis Emiliano.

Con piedras que buscaba en el monte, fue llenando el centro de la estructura con las más grandes, para que quedara firme. Luego fue extendiéndose hacia los lados con las demás, hasta alcanzar nueve niveles. La estructura mide 28 pies por 28 pies y tiene 20 pies de alto. El primer nivel mide 30 pulgadas de ancho y los demás 18 pulgadas.

La escalera fue construida con piedras blancas -que don Nelson mandó a comprar- y está hecha con escalones angostos, imitando las originales pirámides, ideadas para que la persona suba de lado, nunca mirando de frente en muestra de respeto al Supremo. De igual forma, la pieza de la parte superior fue mandada a comprar y tiene un círculo grabado simulando un sol.

“Todo fue poco a poco. A pulso. Yo mismo fui a buscar las piedras al monte. Me trepé, las tumbé para que bajaran por la barranca y después me tiré abajo a buscar, para cargarlas hasta allá. A veces había tiempo de lluvia y tenía que parar, para luego continuar”, dijo el empleado.

Terminado el proyecto, Luis Emiliano ahora solo pasa por el lugar y se detiene a mirar, satisfecho de su obra. La grama que le agregaron al monumento en cada uno de sus niveles la adoptó don Nelson de Machu Picchu, en Perú.