Corozal.- Las horas previas al alumbramiento de su niña parecían no correr. Cuando las contracciones comenzaron, Leishka Colón Albaladejo tuvo miedo. Las únicas dos vías para poder llegar a un hospital quedaron incomunicadas por el desastre que causó a su paso por Puerto Rico el huracán María.

Montañas de terreno deslizado, árboles, ramas, escombros y postes de electricidad, la obligaron a mentalizarse para dar a luz en su apartamento, ubicado en los bajos de la residencia de sus suegros, en el barrio Palmarito de Corozal.

La cabecita de la pequeña Kamila Crystal González ya empezaba a asomarse, pero después de 15 horas de pujos inútiles, el temor a que la pequeña enfrentara algún daño cerebral o que no naciera con vida se apoderó de la joven madre. 

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“Era un parto natural. La nena ya estaba en posición y todo. Aquí empezó el parto natural, la cabecita de la nena ya se podía ver. Ya de tantas horas pujando, yo estuve casi 15 horas pujando, ya no tenía fuerzas, ya no podía”, expresó Leishka a este medio.

Kamila Crystal nació a las 9:33 a.m. del sábado, 23 de septiembre, cuatro días después de que el ciclón tropical devastara al país como un huracán categoría 4. 

Cuando comenzó la labor de parto, ante un panorama tan tétrico en las vías de Corozal y sus pueblos limítrofes, toda una comunidad se unió para ayudar a que la niña pudiera ver la luz. 

La voz se corrió con la fuerza de los vientos del poderoso sistema, y a su hogar llegaron tres enfermeras, tres médicos y vecinos con paños, toallas, material de primeros auxilios, tanques de oxígeno y todo tipo de artículos que pudieran ser necesarios para traer a la niña al mundo. 

“Él salió buscando ayuda para conseguir una guagua y poder salir. Al conseguirla, no había paso para ningún lado. El puente estaba tapado, el río subió y dejó el puente tapado con muchos palos, no había forma de pasar con un carro”, relató al referirse a su esposo, Ángel González.

“Estaba lloviendo, hubo un derrumbe bien fuerte aquí. El puente se lo llevó el río. Solo había dos lugares para pasar a Naranjito, que era el único hospital cerca; los dos estaban imposibles, la carretera se fue. El otro lado se tapó completa por derrumbes. Por todos lados lo que había eran derrumbes. Era imposible pasar en guagua, a pie también era imposible”, continuó.

Las contracciones comenzaron durante la madrugada del viernes, y no fue hasta pasadas las 8:00 p.m. que pudieron salir. Con la ayuda de un vecino, que tenía una máquina excavadora, y personal de la Oficina Municipal de Manejo de Emergencias (OMME) pudo despejarse el camino hacia el Centro de Diagnóstico y Tratamiento de Barranquitas y posteriormente, hacia el Hospital Menonita de Aibonito, donde la nació Kamila Crystal mediante una cesárea. 

“Estaba en cinco centímetros, pero la cérvix estaba en uno de tan lastimada que estaba. Como ya había roto fuente, la nena ya había empezado a tragar líquido, y no hubo más remedio que hacer cesárea”, explicó. 

“La experiencia fue difícil. Eso jamás se olvidará. Historia demás hay para contarle cuando la chica crezca”, subrayó, quien además mostró preocupación por lo dificultoso que se les ha hecho conseguir la fórmula que la niña tomó durante los primeros días en el hospital, además del proceso de inscripción de la recién nacida y los trámites con el plan médico. 

Un parto el rescate

La misión de rescate para los paramédicos Alejandro Apolinaris, de 33 años, Francisco Ortiz, de 27, y sus compañeros, fue bien compleja. 

Sabían que estaban contra el tiempo, al no poder atravesar con sus vehículos, no contaban con el equipo necesario para practicar el parto a la mano.  

“La noticia nos llegó por unos muchachos que estaban corriendo ‘four track’; nosotros estábamos apenas llegando al puente de Maná (barrio). Allí nos notifican que había una muchacha dando a luz, pero que estaba sola. Ellos nos dicen que la única forma en que podíamos llegar era con ‘four track’. Yo me monté con ellos; me prestaron uno y pude llegar hasta aquí”, indicó Apolinaris. 

Entretanto, otro grupo intentaba llegar por Barranquitas, cuyo acceso también estaba obstruido. 

El equipo de rescate hizo malabares para poder llevar a la madre primeriza al hospital. Después de largas horas y enfangados de pies a cabeza, lo consiguieron.

“No había paso ninguno. Lo que había eran brechas y en las brechas podías pasar caminando o en todoterreno, y era dejar el todoterreno en un lugar y comoquiera cruzar dos o tres derrumbes para poder acceder a otro poquito de camino, más las lluvias. Estaba el terreno con muchos baches y palos y arbustos, un desastre total”, añadió el paramédico.

“Y si la criatura viene con complicaciones, uno piensa en la distancia que tomará llegar allá. Nos echamos bastante tiempo en subir. Si se hubiera hecho el parto y venía con complicaciones ahí se iba complicar la cosa”, comentó por su parte Ortiz.

(LUIS.ALCALADELOLMO@GFRMEDIA.COM)
(LUIS.ALCALADELOLMO@GFRMEDIA.COM)
La misión de rescate fue bien compleja para los paramédicos Alejandro Apolinaris y Francisco Ortiz. (LUIS.ALCALADELOLMO@GFRMEDIA.COM)
La misión de rescate fue bien compleja para los paramédicos Alejandro Apolinaris y Francisco Ortiz. (LUIS.ALCALADELOLMO@GFRMEDIA.COM)