El encierro y el aburrimiento que los boricuas sintieron al verse de repente encerrados en sus hogares de manera obligatoria para evitar contagiarse con coronavirus movió a muchos boricuas a hacer huertos caseros.

La fiebre fue tanta que luego pasaron a embellecer sus jardines con flores, a buscar plantas que aliviaran el calor caribeño dentro de los hogares y, sobre todo, a volver a jugar y enamorarse de la tierra.

Los hermanos Pedro Méndez Morales y Carlos Méndez Morales, del Jardines Morales en Guaynabo, conocen muy bien lo que esta nueva moda surgida en los tiempos de coronavirus puede causar, pues se aventuraron a comprar y abrir una jardinería en medio de la crisis económica causada por la cuarentena.

Relacionadas

Ellos ya tenían experiencia con la industria. Administran un negocio familiar en Trujillo Alto de venta al por mayor de plantas ornamentales, construcción de paisajes y mantenimiento de áreas verdes. Sin embargo, hace un mes se embarcaron en un negocio para la venta al detal.

Estaban “bien asustados” de emprender esta nueva aventura en medio de la pandemia, reconoció Pedro, quien es ingeniero. Sin embargo, en par de días todo cambió.

“Nosotros compramos un viernes y empezamos a limpiar el lugar, a pintar, a meterle más material, que no tenía. Y, de momento, ese lunes llegamos y esto era un supermercado, un Costco”, contó, por su parte, Carlos, al hablar de todo el público que asistió.

“Nos asustamos al principio. Empezamos a bregar con los protocolos de seguridad de aquí y empezamos a estudiar qué era lo que se estaba moviendo. La tierra es una cosa que cuando entran a la puerta, preguntan: ‘¿Hay tierra?’. Si no hay, se dan la vuelta y se van. Si hay tierra, entran al negocio y ahí empiezan por la parte de hortalizas y huertos y así siguen hasta que se llevan todo el material”, explicó.

Al conocer que la tierra era el gancho para lograr atraer público, los hermanos se han concentrado en tener disponible muchas bolsas de todo tamaño disponible para evitar que se les vaya la clientela. Pero, sobre todo, han tenido que enfocarse en tener disponibles plántulas y semillas que las personas puedan sembrar y aprovechar su fruto. Eso incluye uvas, fresas, limones y otros árboles frutales, plantas medicinales, así como tomates, pimientos y recao, entre otras cosas.

“La realidad es que la gente la primera mitad de la cuarentena estaba aburridísima en la casa y no encontraba qué hacer y en parte eso provocó esas ganas de hacer algo en el que no tenga que salir, pero que me entretenga. El huerto casero es perfecto para eso. Es un pasatiempo chévere para adultos, ancianos y niños. Los niños son locos por sembrar, ensuciarse las manos, vamos a hacer un embeleco. Creo que es eso. La gente al estar sentado en la casa, viendo la pared, y se dijo: ¿Qué podemos hacer?”, relató Pedro.

Carlos añadió: “Otra cosa que nos han dicho los clientes desde que entran es que ellos se despejan. Obviamente, ellos están en cuatro paredes y no hacen nada durante el día y ellos vienen aquí a despejarse, a ver los palitos, las matas, los colores de las matas, todo para despejar la mente. Unos van a la playa y otros al jardín”.

Conversando con sus clientes, el empresario dijo haberse enterado que la moda de hacer huertos caseros y comprar plantas que ayuden a aliviar el calor dentro del hogar, como la llamada “lengua de vaca”, surgió por reportajes pagados que han comenzado a salir en Facebook durante esta época de pandemia.

“En muchas páginas de internet que postean ‘mira, crea tu comida en tu hogar’, otros sites de plantas que dan oxigenación a tu hogar, ‘no uses tanto aire acondicionado’. Todo eso lo hemos implementado en nuestro jardín y son un plus que nos ayudan a mover la economía de nosotros”, comentó, al señalar que las plantas que aparecen en estos tipos artículos son los que las personas andan buscando.

No obstante, las ventas se han expandido cuando los clientes comienzan a ver las flores y se antojan.

“Eso siempre es así, igual que en las megatiendas. Uno dice: ‘Voy a comprar leche y pan y de momento miraste al lado y viste un ‘flashlight’. Pues, lo mismo pasa aquí, la gente viene dirigida al huerto casero, miran pa’l la’o y ven las bromelias bonitas, ven la trinitaria, ven las palmitas, y se van antojando y crean esta fiebre de vamos a arreglar el jardín de al frente de casa también, ya que estoy bregando con tierra”, explicó Pedro.

Ese fue el caso de Lillian Rivera, una residente de Guaynabo, que llegó al jardín a buscar unas plantas.

La mujer comentó que laborando remoto desde su casa “se trabaja mucho más fuerte que trabajando en la oficina. Así que hoy cogí unas horitas a descansar para venir a ver las plantas y arreglar un poquito el jardín”.

Contó que en las tardes y en los fines de semana le dedica tiempo a distraerse con las plantas, “como no se puede salir para ningún sitio”.

¿Será difícil emprender esta aventura de los huertos caseros?, se les preguntó a los expertos. Ambos alegaron que no. Dijeron que el secreto está en reconocer cuánto sol o cuánta agua requieren.

Pedro recordó que también es super importante hablarles a las matas y pedirle permiso cuando se le quita alguna hoja.

Las plantas que se seleccionen para comenzar un huerto dependen del gusto de la persona. Sin embargo, Carlos comentó que son el cilantrillo, recao, yerbabuena y albahaca las más que se venden.

Su primera inversión podría rondar entre $25 a $30 o tal vez menos. Todo depende del tipo de bandeja que seleccione, así como si prefiere emprender la aventura con semillas, cuyos paquetes cuestan $1.30, o plantulitas, que están a $2.99 cada una.

Pero lo más importante de todo el proceso es que “uno sale bien satisfecho”, expuso Pedro.

“Una vez las personas comienzan a envolverse con este proceso de la siembra del huerto casero, ven que ellos pueden producir su propio alimento, ven ese tomatito, ven ese pimiento, le cogen cariño, le gusta más y se enamoran de lo que es hacer un huerto casero y por ahí empieza algo que empezó como una solución de un problema de estar confinado a un modo de vida”, puntualizó.