Un semillero lleno de esperanza en la Fondita de Jesús
Participantes del Vivero Siembra Verde se adentren en la autogestión, al tiempo que suministran productos de su cosecha a la cocina de la organización.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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“Es una terapia para mí y es mi manera de mostrar agradecimiento a la Fondita”.
Con esta expresión, Mark N. Wilson, participante y encargado del Vivero Siembra Verde de La Fondita de Jesús, resume su experiencia trabajando en este espacio que es un centro de capacitación y desarrollo para personas sin hogar. Además, crea fondos no restrictos para la organización.
“Esto sirve de espacio para que los participantes, personas sin hogar o miembros de la comunidad, se capaciten y se adentren a lo que es la autogestión, desarrollo y capacitación, en sus propios hogares o a nivel comercial. Esto sirve para beneficiar a las comunidades. Nosotros, como todos saben, La Fondita de Jesús, sirve alimentos, alrededor de 100, 150 diarios, y cada uno de esos alimentos tienen nuestra lechuga y nuestro cilantro. Lo que se prepara en la cocina de la organización viene a través de nuestros hidropónicos. Adicional a eso, la organización sirve a comunidades fuera de La Fondita de Jesús, égidas, comunidades donde vive mucho adulto mayor, y parte de llevar el mensaje de alimentarse saludable, viene atado a estas cosechas. Dentro de esos alimentos, se les entrega cosecha a esas familias, a esos adultos mayores o a esas personas sin hogar”, explicó, por su parte, Josué Miguel Maysonet Colón, director ejecutivo de La Fondita de Jesús.
El vivero se encuentra en la azotea del edificio donde está el proyecto de vivienda permanente Pueblito de Jesús, que cuenta con 29 viviendas tipo estudio y amuebladas.
“Dentro de esas estructuras, más allá de ubicarlos en un hogar y techo seguro, se le proveen diversas herramientas, como esta… que es un espacio saludable, de capacitación y desarrollo para que ellos desarrollen destrezas para integrarse a la comunidad con dignidad, a la fuerza laboral y a desarrollar estrezas básicas del día a día”, explicó Maysonet Colón.
Vanessa Lugo Berríos, gerente de voluntarios y microempresas de La Fondita de Jesús, precisó, mientras tanto, que la idea se concibió alrededor del año 2019, “(cuando) obtuvimos la certificación de emprendimiento social, que es la que nos habilita a tener emprendimiento, porque el producto de las ventas del vivero se reinvierte en la misma organización”.
Precisamente, en octubre del 2019, Mark tuvo su primera cosecha: un banco completo de cilantrillo, que pudo cosechar gracias a unos talleres que tomó. Su interés por la siembra fue aumentando y continuó educándose en el tema, de forma autodidacta, cuando inició el encierro por la pandemia del Covid-19.
La labor de Mark en el vivero inicia cada día verificando el nivel de agua en los tanques, para asegurarse de que estén lo más llenos posible. Luego, inspecciona que no tengan insectos, foguea de manera preventiva y utiliza dispositivos para tomar la temperatura y el nivel del PH en cada tanque de agua.
“Ahora mismo, estamos mayormente (enfocados) en (las siembras de) cilantrillo, lechuga tropicana y albahaca; y lo bueno de todos esos (productos) es que casi todos tienen el mismo ciclo de desarrollo, el mismo tiempo comenzando la vida en la mesa de semillero, el mismo tiempo en los tubos y casi todos están igual, el mismo PH, el mismo abono, so, por eso podemos tener a todos en el mismo banco, porque tienen básicamente las mismas necesidades cada uno”, explicó Mark, quien llegó a Puerto Rico hace 16 años. De otra parte, cataloga su trabajo como “una bendición enorme, estás viendo progreso, es una cosa tremenda. Subir el ánimo. Es una terapia tremenda”.
Ante la necesidad y urgencia de alimentos, desde el 2019 hasta el presente, en el vivero se han incrementado las mesas de cosecha, al tiempo que educan a la población a la que sirven, con y sin hogar, sobre la posibilidad de que pueden producir sus alimentos, ya sea como terapia o como proyecto de autogestión.
“Vamos a comenzar incluyendo más variedades de plantas. Estoy alegre de comenzar a aprender cosas nuevas, a ver cómo se desarrollan cosas nuevas. Tengo mente abierta, quiero aprender más y más y más”, añadió Mark con entusiasmo.
Para Maysonet Colón es importante que estas poblaciones, muchas veces marginadas y estigmatizadas, tengan una oportunidad para capacitarse e integrarse a la fuerza laboral.
“Que ellos tengan las destrezas y sean contratados y sea un futuro empleado, e inclusive, sean personas emprendedoras, de autogestión para desarrollar sus propios negocios”, expresó.
De hecho, están desarrollando planes de trabajo que incluyen posibles compradores e inversionistas, para que los apoyen comprando cosechas de forma continua.
“Esto nos impulsa a aumentar la producción, aumentar las mesas y, a su vez, darle la oportunidad a los que servimos y a la gente que se beneficia de esto, de alimentarse saludable de un producto del país y hecho por manos de personas que en su momento fueron personas sin hogar que estuvieron en la calle, sin destrezas y hoy día tienen muchas destrezas”, resaltó Maysonet Colón.
“Ha sido una terapia… yo estuve adicto por muchos años de mi vida y eso (la adicción) me lograba superar y necesitaba esto en mi vida, algo así, que yo puedo enfocar mi tiempo, exactamente (eso era lo) que necesitaba”, dijo Mark mientras sujetaba una tabla con los papeles donde lleva los apuntes sobre el desarrollo de estas plantas que le han servido de alimento y de motivación para continuar superándose.
Para ordenar cilantrillo y lechuga romana y tropicana, llame al 787-210-2888, 787-724-4051 o envíe mensaje a: vlugo@lafonditadejesus.org