Orlando, Florida. Abrazos silenciosos, sollozos y ríos de lágrimas.

El pesar aumentaba sobre todo en los boricuas al confirmar ya al mediodía que prácticamente la mitad de las personas asesinadas eran puertorriqueños.

También la mayoría eran jóvenes llenos de ilusiones, luchando por labrarse un mejor futuro.

“Era muy alegre, muy emprendedor y con metas claras. Él era muy unido a la familia, muy amigable”. 

Así describió Emibeth Avilés a su primo Jonathan Camuy, uno de los primeros boricuas cuyo deceso se confirmó el domingo en la noche. 

Avilés explicó a Primera Hora que Jonathan residía con ella desde que se mudó a Orlando. 

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Camuy estaba muy entusiasmado por su trabajo en la exitosa producción de televisión La Voz Kids y era muy querido entre jóvenes comunicadores. 

Según Emibeth, la noche del sábado, antes de que Jonathan saliera al club Pulse, hablaron de los planes que tendrían para los próximos días

“Al otro día era el recital de ballet de mi niña y le pedí que me ayudara a escoger un traje. Él me ayudó y yo me acosté. Luego él vino al cuarto y comenzamos a hablar de que él quería traer a su mamá para la final de La Voz Kids y dijo que llegaría temprano para poder ir al recital de la nena. Él me apagó la luz y le dije: 'te veo mañana', y eso fue lo último”, relató consternada.

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Mientras, Jason Martínez, de 27 años, contó a este medio que la noche del tiroteo tenía previsto ir a Pulse.

Sin embargo, a última hora canceló su plan de festejar el cumpleaños de un amigo que vino de New York.

“Acabo de enterarme que mi amigo falleció. Iba a ir ese día (a Pulse), pero me sentí cansado y le dije a mi amigo que celebraríamos el domingo y no pudo ser”, dijo al ser cuestionado por Primera Hora sobre su visita al hospital. “Esto es devastador, aún estamos en shock. Ya no voy a salir a ningún sitio, no me siento seguro. Paren el odio”, señaló.

"Perdí a tres (amigos). Me empezaron a llamar a las 3:00 de la mañana a preguntar si estaba bien. Desde ese momento no he dormido…No me siento seguro. Es demasiado el odio", agregó.

Por su parte, la puertorriqueña Nelly Soto, de 23 años, narró que en la mañana del domingo supo que su amigo Joel Rayon, de 32 años había muerto en la balacera.

“Recuerdo que conocí a Joel en un retiro de la iglesia, siempre me acuerdo de él por los servicios que daba. Era bien activo en la iglesia", afirmó. 

“Era un amigo bueno, un hombre de familia, un muchacho bien bueno y amigable. Tenía muchos amigos", añadió desconsolada. 

Las historias del desconsuelo se repetían en las inmediaciones del Centro Médico, así como en las instalaciones donde las autoridades confirmaron a los parientes cercanos las terribles noticias de la muerte de sus seres queridos.

A varias cuadras, una tensa calma imperaba en la avenida Orange, donde ubica la discoteca Pulse, escenario de la matanza atribuida a Omar Mateen.

En la céntrica avenida ya no se observa el caos surgido tras la balacera que ha dejado al menos 50 muertos y 53 heridos. Tampoco se escuchan las sirenas de los vehículos de la Policía y las ambulancias.

Solo curiosos se acercaban y conversaban sobre la pesadilla que se vivió en el lugar.

Cara a cara con el terror

“Mataron a amigos míos allí. Yo vi a este hombre (Mateen), se parqueó a lado de mi casa. Él no me vio, sino me mata. Entró y disparó a tres muchachos en el parqueo y allí entró al lugar y se escucharon los disparos…Se me eriza la piel. Era como una película…”, dijo con voz entrecortada el boricua José Colón.

Aseguró que ayudó al menos a 30 personas a cruzar hasta la calle cercana al hospital donde luego fueron atendidos muchos de los heridos.

En las inmediaciones del hospital Orlando Health, Rosalía Ramos salía acompañada de su hija y con la pena más grande que una madre pueda tener, perdió a su hijo, Stalin Almodóvar III.

“No quiero hablar. Me cuesta. Todavía no he visto a mi hijo, me dijeron que me van a llamar para decirme cuando lo puedo ir a ver. Estuve en el hospital desde temprano ese domingo, cuando una muchacha me llamó y me dijo que estaba ayudando a mi hijo que había sido baleado con tres tiros”, relató desconsolada.

Explicó que su hijo visitaba la discoteca que describió como segura. Allí le gustaba disfrutar con sus amistades.

Entre tanto, líderes religiosos, organizaciones comunitarias, empresariales, políticos, líderes, miembros activos en la comunidad de Orlando y Puerto Rico se han unido en esfuerzos en conjunto para aliviar el dolor de las familias hispanas.

En pie de lucha

“Lo que quisimos hacer es crear un foro para compartir, ese espacio seguro para compartir esta pena, porque es difícil llevar esta pena sólo. Estamos trabajando en conjunto con la Alcaldía de Orlando, tuvimos la oportunidad de compartir información de todos los recursos disponibles y conectarnos. Yo soy una persona que piensa que de lo negativo hay que sacar lo positivo y me duele el corazón saber que tras ocurrir una tragedia para que el pueblo despierte y que debemos ser una sola voz, somos hispanos todos. El amor, la tolerancia es lo que necesitamos.”, dijo María García, vicepresidenta de la Cámara de Comercio Hispana de Metro Orlando (HCCMO), tras una reunión realizada en Orlando en horas temprana de este lunes. 

Más tarde, se desarrolló una rueda de prensa con líderes comunitarios quienes anunciaron la organización solidaria “Somos Orlando”, a la cual asistió el activista boricua por la comunidad lgbtt, Pedro Julio Serrano, quien llegó desde New York directo a la rueda de prensa,  efectuada en la sede de la organización Hispanic Federation, en Orlando.

“Las personas lesbianas, gay, bisexuales, transgéneros y transexuales somos seres humanos, somos sus hermanos, sus amigos, sus compañeros de trabajo y merecemos vivir en paz, en libertad y dignidad. Ya basta de tanto odio, ya basta de tanto odio, ya basta de tanto odio”, sentenció Serrano, director de Puerto Rico Somos Tod@s.

“Nosotros como comunidad rechazamos la violencia y reiteramos nuestro compromiso con la paz”, destacó Nancy Rosado, vicepresidenta de  Misión Boricua en Orlando, quien se describió como lesbiana y dijo volver a sufrir una tragedia tan grande como la que vivió el 11 de septiembre de 2001, en Nueva York. 

Junto a otros líderes reclamó la unidad de la comunidad de Orlando y del mundo, para que  exista la tolerancia y el respeto para todos.