Tormenta de bondad
Un grupo de voluntarios, en su mayoría jóvenes, ejemplifican los mejores valores de los boricuas en momentos de emergencia.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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“Si todos damos la mano, nos levantamos más rápido”.
Con esa sencilla pero poderosa frase una vecina de Hato Rey describió por qué estaba ayer en la tarde junto con otros miembros de su familia sudando en una acera mientras recogía ramas, troncos y hojas de árboles caídos tras el paso del huracán Irma.
“Vimos que la acera estaba intransitable, y los nenes, que son de una tropa de ‘boy scouts’, decidimos limpiarla”, explicó Irma Mercado, quien estaba al frente de la espontánea brigada de limpieza que se dio a la tarea de limpiar los escombros el área frente a los Apartamentos La Morada.
El grupo, compuesto de siete menores y tres adultos, sudaba copiosamente mientras barrían y recogían el monte de hojarasca y ramas dejado por Irma, a menudo enfangándose en el proceso.
Escenas como esa, de gente de pueblo que decidió tomar en sus manos las labores de recuperación, pudieron verse ayer por todo Puerto Rico, mientras el pueblo mostraba su mejor cara luego de susto que produjo el imponente huracán.
“Esto es parte de enseñarles ciudadanía. Esto es ciudadanía, ayudar al Estado, a la Nación”, afirmó Mercado, secándose el sudor de la frente, al tiempo que dos de los muchachos movían un troncó hacia un costado de la acera.
“Estamos recogiendo las ramas que se cayeron de los árboles. Los reunimos para los lados para que al municipio se le haga más fácil luego recogerlos (los escombros), y para que la gente pueda pasar cómodos”, explicó el joven Carlos Beauchamp, quien junto a Yahir Negrón, Valeria Negrón, Nashalee Mercado, Angelique Negrón, Andrea Rivera y Frank Rivera conformaban el grupo más joven de la brigada.
“Nosotros somos parte de esta comunidad, nos gusta ayudar”, afirmó Andrea al preguntarle por qué estaba haciendo ese trabajo.
“Es el lugar por el que transitamos diariamente, vivimos aquí”, le secundó Nashalee.
“Nuestra idea fue que no queríamos ver esto sucio. Así que salimos a limpiarlo. Y también para que Puerto Rico no se ensucie, no se contamine”, agregó Angelique. “A nosotros nos gusta ayudar. Siempre estamos ayudando en el condominio. Ayudamos a los señores mayores”.
“Lo hacemos voluntariamente, es un servicio. Sé lo que está pasando en Puerto Rico, y mucha gente necesita ayuda, y pues nosotros quisimos, vamos a ayudar a la gente, para que así no pase nada malo, no pasen accidentes. Y así podemos ayudar a nuestra comunidad. Lo hacemos entre todos, todos somos unos”, afirmó Carlos.
Irma Mercado aseguró que en cuanto les propuso a los jóvenes limpiar, no lo pensaron dos veces. “Les dije vamos afuera a recoger, y ellos estuvieron dispuestos. Les dije vamos a abrir el camino y ellos rápido se unieron”, dijo con evidente orgullo.
Mercado, como la inmensa mayoría de la gente en Puerto Rico, dijo sentirse aliviada de que el golpe de la tormenta que lleva su mismo nombre fuera mucho menos severo de lo que por un momento se pensó. “Doy gracias a Dios porque, para mí, la naturaleza peleó contra ese monstruo”.
“Ahora vamos a buscar un rastrillo para que se haga un poco más fácil. Así adelantamos algo”, reiteró Mercado. “Y gloria a Dios, aquí hay agua y luz. Así que ayudamos, que hay otros sitios que están peores. Si todos damos la mano, nos levantamos más rápidos. Yo vi Hugo, vi Georges, y no fue fácil. Así que tenemos que levantarnos rápido para ayudar a otros a levantarse”.
Su trabajo voluntario, como el de muchos miles más, con toda seguridad será apreciado por las brigadas de manejo de emergencias y de limpieza, que ahora encaran duras jornadas de trabajo para devolver nuestras carreteras, pueblos y ciudades a la normalidad.