Toabajeños tras el paso de Fiona: “Esto ha sido una pesadilla”
Residentes lamentan las pérdidas producto del fenómeno a cinco años de la destrucción que dejó el huracán María.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Toa Baja. Hace justamente cinco años, tras el paso del huracán María por la isla, Ivette Cuadrado Aponte, perdió todas sus pertenencias y con ellas el esfuerzo y sacrificio de una vida. Hoy, sin poder contener las lágrimas, no solo revivía aquellos días amargos y de tanta desolación, sino que le toca –junto a su familia- comenzar de nuevo debido al embate del huracán Fiona.
“Yo ahora mismo tengo 50 años y por lo menos para mí no es la primera vez que vivo esto…pero para mis hijos esta es la segunda. La primera vez fue María que a nosotros se nos metió también el agua y lo perdí todo”, recordó entre lágrimas.
Eran cerca de las 12:00 del mediodía de hoy, martes, cuando Cuadrado Aponte, junto a sus hijos, esposo y familiares y amistades, removía por baldes el fango que cubría la casa, en el sector La Pachanga de Toa Baja, donde el nivel del agua del río La Plata llegó a alcanzar los seis pies. Todo este esfuerzo lo hacían sin servicio de agua potable. Sus ropas y zapatos también están cubiertos de lodo.
La escena se repetía a lo largo de toda la calle. Montañas de enseres y muebles inservibles cubrían largos tramos de la acera del área residencial ubicada en el casco urbano. Algunos recogían el fango con la pala y en una carretilla lo llevaban el área verde frente a las residencias.
“Perdí nevera, estufa, ‘freezer’, juego de cuarto, los ‘mattress’, materiales educativos, compra, muebles, televisores y ropa de cama”, contó Cuadrado Aponte.
Narró que, a eso de las 5:00 p.m. del domingo, personal del municipio de Toa Baja visitó la comunidad y a través de un sistema de altoparlante les advertían que la inundación era inminente y que debían desalojar el área. A eso de las 7:30 p.m. comenzó a inundarse la zona.
“Alrededor de la una y pico de la mañana ya mi casa tenía sobre seis pies de agua y tal vez se metió un poco más, porque tengo otras dos casas en la parte de atrás y todos los escombros que vienen de esa área no permiten que salga el agua por aquí”, dijo.
Tras la advertencia, continuó, decidió llevar los vehículos a casa de un familiar y comenzó a subir al segundo nivel de la estructura, donde reside su mamá de 90 años, algunas pertenencias.
“Nos quedamos en la parte de arriba sobreviviendo con las cositas de mi mamá…lo único que pude rescatar fue un poco de ropa de mis hijos, mía y de mi esposo y los tres carros que los llevé a la casa de mi hermano mayor”, mencionó.
Las cosas que depositaban en la acera a la espera de que personal municipal las recogiera para desecharlas, Cuadrado Aponte las adquirió hace cinco años con la ayuda que recibió de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés).
“Al tú ver que los portones (de la marquesina) se abren, que se van las cosas tuyas, pues, es impresionante, es bien impresionante”, comentó.
“Lo único que no se perdió fue un gabinetito que yo tengo en la cocina, que ahí había la potería que era lo que yo había comprado”, agregó.
A unos pasos de Cuadrado Aponte estaba María Pedroza que intentaba limpiar la casa de sus padres. “Estoy tratando de recuperarle lo que puedo y lo que no, pues, botarlo”, comentó Pedroza.
“Es bien difícil porque no hay más nadie, solo soy yo. Mi mamá tiene indicios de Alzheimer y estas cosas la trancan y mi papá es ciego y está encamado”, comentó.
A ambos, dijo, se los llevó a su apartamento en el residencial El Toa, donde vive desde el 2018 tras perder su vivienda en el barrio Candelaria, en Toa Baja, a causa del huracán María. “Después que mi familia esté bien, yo estoy contenta. Esto es material, pero me da pena porque perdí las dos camitas de posiciones que les tengo”, expresó.
Poco a poco ha comenzado a levantar una segunda estructura sobre la casa de sus papás con la idea de refugiarlos allí en momentos de emergencias, como el del fin de semana, pero la escalera que da acceso al segundo nivel es en madera y no es segura. Tras retirar las pertinencias de sus progenitores se moverían a sacar las cosas de su hijo, quien vivía en un apartamento en la parte posterior de la residencia principal.
“Al menos al carrito del nene no le pasó nada”, señaló.
El alcalde de Toa Baja, Bernardo “Betito” Márquez, estimó que unas 4,000 viviendas resultaron con daños, principalmente en las zonas de Toa Baja Pueblo, Ingenio y Campanillas, pero no descartó que ese número pueda incrementar.
“Es triste y de verdad que cuando tú tienes la imagen de María y hay una recuperación poco a poco y ahora coges el cantazo cinco años después, créeme que es bien difícil”, comentó el ejecutivo municipal.
“Lo otro que estamos haciendo es recogiendo las historias, nuevamente, de nuestra gente y ayudándolos”, expresó Márquez.
Hoy, martes, el Municipio movió sus brigadas al casco urbano y les solicitó a las personas perjudicadas que sacaran a la calle los muebles y enseres afectados para así poder recogerlos y desecharlos. Una de las que estaba en estas labores era Glorimar Rosado, madre de una adolescente de 14 años y con cuatro meses de embarazo.
“Esto ha sido una pesadilla, un desastre que no se la deseo a nadie”, expresó mientras intentaba limpiar el hogar.
La emergencia, dijo, la pasó en el hogar de su mamá en Barranquitas, pero sabía que el panorama al llegar a su hogar en Toa Baja no sería alentador.
“El alcalde en todo momento mantuvo informando al pueblo a través de las redes sociales y cuando avisó que sonarían las sirenas, ya yo sabía que no había ‘break’”, contó.
Rosado perdió alfombras, colchones y muebles, incluyendo la cuna que había comprado para la bebé a quien ya le tenía parte del cuadro preparado. “Cuando abrí la casa lo que hice fue llorar, llorar y llorar”, señaló.
“Cuando yo llegué la impresión de ver la cuna y la sala de atrás, fue grande. Fue un cantazo duro, duro, duro, pero duro de verdad”, expresó al agregar que su papá también perdió sus pertenencias.