Tinito: Maestro de lo natural
Hace sus guarapos probados para el bienestar del cuerpo.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Ponce. Para cuando las cadenas de productos naturales se pusieron de moda en este país, don Agustín Hernández Maldonado ya tenía una vida dedicada a la confección de bebidas que limpian y revitalizan el cuerpo.
“Para mí todo lo que se mezcla es guarapo”, estableció Tinito, de 75 años de edad, para explicar el nombre del negocio que ha mantenido por los pasados 28 años.
Esas preparaciones las aprendió de su padre, Justino Hernández, que dedicó su vida a lo natural.
“Esta línea la saqué de mi papá, que bregaba con maví, hacía toda clase de jugos naturales, preparaba tamarindo y la horchata de ajonjolí”, recordó.
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Tinito, luego de culminar su tiempo en el Ejército, tuvo una finca en el barrio Real Anón de Ponce para satisfacer su amor por la naturaleza y su deseo de conocer de primera mano el trabajo del campesino. Más adelante, lideró un negocio de misceláneas en el Paseo Atocha y hace casi tres décadas se mudó a la plaza Juan Ponce de León, donde le siguió los pasos a su padre.
Su especialidad, y lo que más le piden los clientes, es un jugo preparado con jagua, pepino y raíz de mamey. “Yo le digo a ese producto el guarapo. Otros le dicen el trío”, compartió.
“Es medicinal... Las jaguas son para limpiar el riñón, el pepino para el hígado y el mamey para la sangre. Eso era lo que usaban nuestros antepasados”, afirmó.
Además, sirve horchata de ajonjolí y, de vez en cuando, guarapo de caña. Las ventas se hacen por vaso o por medios galones.
El comerciante dijo que ha cultivado una clientela a base de educación, y que tiene personas que llevan más de una década comprándole los guarapos.
“Yo ilustré a las personas de que este no era un refresco cualquiera, sino que ayudaba al cuerpo, que era medicinal, y hay muchos jóvenes que lo han probado, les viene bien y les gusta”, señaló.
Tinito apunta a la rareza de este tipo de negocio y la exclusividad del producto como dos factores que le han permitido mantenerse vigente.
“Ponce ha bajado mucho (económicamente), igual que otros pueblos, pero como el producto no es uno cualquiera, yo más o menos sigo al mismo ritmo con la clientela”, expresó.
Fue a través de su esfuerzo en el Paseo Atocha y con El Guarapero que Tinito pudo levantar una familia con tres hijos.
“Yo, gracias a Dios, vivo tranquilamente. No soy una persona de mucho gasto. A mis hijos los crié así mismo, bregando por mi cuenta y los tres son profesionales”, manifestó complacido.
Su ímpetu es tanto que, por el momento, la palabra retiro no está en su vocabulario.
“Siempre ha sido un orgullo trabajar. Aun a la edad que tengo y con el problema en mis rodillas, sigo luchando. Me levanto con el deseo de seguir luchando para dar un ejemplo de que el trabajo no mata a nadie”, sostuvo el comerciante.