Tétrica la situación en Naranjito
El alcalde detalló el desastre de ese municipio.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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NARANJITO – “La puerta a la montaña se cerró”.
Así evaluó el alcalde de la Ciudad de los Changos, Orlando Ortiz Chevres, la tétrica situación de su municipio tras el paso aniquilador del huracán María por la zona y al explicar que desde su pueblo, el acceso terrestre a pueblos como Corozal, Barranquitas, Comerío y hasta Orocovis, era nulo.
Dicha municipalidad quedó, como muchas otras zonas, hecha trizas primero por los vientos del ciclón mayor, que arrancaron techos, tendido eléctrico, letreros, vegetación y todo lo que estaba en su ruta. Luego, las lluvias se combinaron para crear derrumbes e inundaciones cuando el río Guadiana y el río La Plata fortalecieron sus corrientes con las fuertes lluvias que quedaron como secuela.
“Nunca había vivido algo como esto. Bueno…ni las generaciones anteriores habían vivido algo de esta magnitud”, dijo Ortiz Chevres. “Es triste. Micho desasosiego… desastre. Pero lo más importante es que no perdimos vidas. Estamos positivos para levantar este pueblo poco a poco”.
El río Guadiana corrió por el casco urbano de Naranjito, donde algunas casas mostraban marcas de agua de sobre tres pies. Las aguas fluyeron por frente de la alcaldía, frente a la plaza cuyos enormes árboles quedaron de lado con paneles de cinc y tendido eléctrico enredado entre sus ramas.
Un balcón de cemento de un segundo piso se desplomó, y la segunda planta lucía como que le seguiría pronto. Planchas de aluminio de diversos techos adornaban las aceras en la calle que dirige hacia la plaza.
Según el alcalde, al momento tenían 126 refugiados. Había varios barrios incomunicados por los deslizamientos, y los árboles y el tendido eléctrico caídos. El propio alcalde tuvo que ser auxiliado para salir de su residencia por postes y cables que cayeron frente a su casa.
“Anones, Cedro Abajo por la PR 811 la montaña se desprendió y tapó la vía. En Guadiana los vecinos están limpiando y ha mejorado el acceso. La PR 164 está bloqueada”, dijo Ortiz Chevres sobre áreas sin paso. “Del CDT nos informaron que la planta se averió, así que estaremos haciendo gestiones cuando tengamos comunicación a ver si conseguimos una planta”.
Un problema que posiblemente sufren muchos pueblos de la montaña es precisamente ese.
“Estamos incomunicados totalmente. No tenemos el medio para hablar con el gobierno central. No nos hemos comunicados porque no existe comunicación. Las torres de comunicación nuestras también se fueron. Estamos con las repetidoras nuestras a nivel local. Pero fuera de Naranjito nada”, dijo.
Este, con un grupo de rescate, se disponía a ir hasta el barrio Nuevo, a tratar de dar con el paradero de una persona cuya familia no había encontrado. La familia temía que estuviese atrapado entre los escombros, pues su casa fue afectada por un deslizamiento de terreno.
Otras vías bloqueadas, y que este medio intentó usar para llegar a otros municipios, son la PR167 hacia Comerío, y la PR152, que da acceso desde ese pueblo hacia Corozal, Comerío y hasta Barranquitas.
Entre el fango, los deslizamientos, las ensaladas de cables eléctricos y con cinco meses de embarazo, Andrea López Morales, de 25 años, venía caminando con una vara como bastón. Llevaba dos horas desde el barrio Cedro Abajo para verificar cómo estaban sus familiares en el casco urbano.
Junto a ella y a su compañero caminó Zonaida Santos, de 31 años, quien buscaba conseguir un poco de fórmula para su bebé de nueve meses. Estimó que el suministro que tenía le rendiría una semana, lo que la causaba mucha preocupación.
“Cuando Georges yo estaba pequeña. Yo jamás había visto algo así”, dijo López Morales. “Yo no esperaba algo así. Jamás me imaginé que esto pasaría”.
Al llegar al punto en que maquinaria pesada del municipio removía un deslizamiento, un voluntario se ofreció a llevarla el resto del trayecto.
Jonás Lozada, de Puerto Nuevo, llegó a Naranjito, su pueblo natal, en una ‘pickup’, intentando localizar a su familia. El bloqueo en la PR152 no le permitió llegar hasta Cedro Abajo. Tampoco sabía de sus hijas, que residen en Toa Alta, otra zona sumamente afectada.
“El alcalde está tratando de sacar adelante al pueblo, pero esto fue otra cosa”, manifestó Lozada, de 36 años. Esto no fue chiste. Fue catastrófico”, finalizó.