Sus caras reflejan el dolor del abandono y sus ojos cuestionan por qué son condenados a una vida de tanto sufrimiento. Esa es la triste realidad de cientos de perros abandonados en el camino Las Picúas, en Río Grande.

A un año de que vecinos de esa zona playera denunciaran la situación de perros realengos que han invadido el área de mangles protegida por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), la situación continúa de mal en peor.

El problema se agrava porque ciudadanos inescrupulosos los abandonan allí violando la Ley 154 de protección de animales, que establece que se penalizará a cualquier persona que, deliberadamente, abandone a un animal.

“Desde el año pasado hemos seguido llamando a las autoridades a ver si hacen algo. Hemos cogido tablillas de los carros que vemos que vienen a dejar a los perros aquí abandonados y ni la Policía municipal ni la estatal hacen nada”, dijo a Primera Hora uno de los vecinos, Jorge Valdés.

Según los residentes, el problema ya se está saliendo de proporciones, pues hay unos 200 canes, muchos de ellos nacidos en estado salvaje, que atentan contra la seguridad de los vecinos y sus mascotas.

Además de los ladridos y las peleas entre jaurías, los perros saquean los zafacones y rompen bolsas de basura.

“A cada rato llamamos al municipio y siempre nos dan diferentes versiones de por qué no pueden hacer nada”, indicó, por su parte, Tony Román, otro vecino del área.