Hace años le picó la araña de la tristeza, la que combate a diario con el antídoto de la risa, el amor, la alegría de vivir y la fe. 

Se trata del Spider-Man boricua, cuya fanaticada aumentó tras su arresto durante la concentración del Día Internacional de los Trabajadores el pasado 1 de mayo. 

En entrevista con Primera Hora, el superhéroe explica las convergencias con la vida de Ángel L. Ruiz Pérez, un artista plástico y maestro de arte de 35 años, que ese día salió a protestar por el cierre de las escuelas. 

Jamás pasó por su mente que mientras trataba de poner la paz sería arrestado por perder el balance y cruzar accidentalmente la estrecha línea llamada perímetro detrás de la cual le esperaba un batallón de policías con escudos y máscaras de gases. Fue divertido, aunque aclaró que no fue un acto premeditado. 

“Yo vi el descontento de unos policías, pero al mismo tiempo pude ver la aceptación de otros como -por ejemplo- el oficial que yo le extiendo la mano, que él me contesta el saludo; luego yo decido abrazarlo y él me contesta el abrazo de una forma honesta. Yo dije: ‘qué chévere que salimos del tirijala, de la pedrá, del grito, de la confrontación a encontrarnos en un mensaje de paz’. Me sorprendió por completo porque de la transición del abrazo a llevarme arrestado fue momentáneo. Yo no me separo del oficial, a mí me separan de él… hasta sentí que había miedo en ellos”, comentó. 

Ángel L. Ruiz Pérez es el Spider-Man boricua, cuya fanaticada aumentó tras su arresto durante la concentración del Día Internacional de los Trabajadores el pasado 1 de mayo. (tonito.zayas@gfrmedia.com)

Comentó que le divierte la creatividad de la gente; los memes le encantaron al igual que le sorprendió la etiqueta #todosomosSpiderMan, así que a los comentarios despectivos no les pone atención. “Me hicieron el día porque me hicieron reír un montón”, recordó. 

La vida le ha enseñado que los rivales o enemigos se ocultan en la mente, el alma y el corazón, como ocurre con el personaje que cuando se le activa el parásito alienígena su traje se torna negro y gris y su nobleza se transforma. 

“Mi antídoto es el amor, es el vivir, sonreír y ese digamos que es mi mayor batalla”, argumentó el personaje y el maestro durante una entrevista en el restaurante The Parrot Club en el Viejo San Juan donde labora. 

Spiderman fue encarnado durante una tarde de Halloween hace seis años cuando propuso que todos sus compañeros meseros del restaurante donde trabajaba se disfrazaran como superhéroes. Desde ese día, se convirtió en su alter ego inseparable, primordialmente, por su conocimiento en artes marciales y sus dotes histriónicos.

“De alguna forma es algo que está en todos nosotros, esos mismos pensamientos negativos, el miedo o dolor pasado que nos aguanta de cierta manera u otra y se convierte como en diferentes caras en diferentes villanos al cual uno a uno tiene que enfrentarlos y realmente sí, cada uno tiene sus propios villanos o enemigos, pero simplemente no los personificamos y los dejamos ocultos dentro de nosotros, en nuestra mente, en nuestro corazón y esa es mi verdadera lucha contra mis propios demonios, contra mis propios pensamientos”, aseveró. 

Lucha contra el crimen

“¿Qué necesita el pueblo para poder controlar la criminalidad? Es inspirarse, amar, educar, los valores; el problema no está en la calle, el problema está en la casa, en casa de mami, en casa de papi, en casa de abuela, no está en la escuela, está en casa”, señaló.

Ángel y Spider-Man, que tienen muchas cosas en común en sus universos paralelos, están conscientes de que no pueden sobreexponer su amistad porque conocen la responsabilidad social que tiene el personaje. Finalizaron la entrevista agradeciendo las expresiones de afecto y las bendiciones que reciben a diario de la ciudadanía que son su mayor satisfacción.