Solidarios los boricuas en plena adversidad
Entre filas largas para conseguir productos, los boricuas mantienen el buen ánimo.
![Nunca faltan las largas filas y el desespero que genera la espera debajo del candente sol. (Especial para GFR Media/Alex Rafael Román)](https://www.primerahora.com/pf/api/v3/content/fetch/image-resizer-v1?query=%7B%22website%22%3A%22primera-hora%22%2C%22imageUrl%22%3A%22https%3A%2F%2Farc-anglerfish-arc2-prod-gfrmedia.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2F5ZQGIHPTRJFLPEVT27CLDFVVM4.png%22%2C%22width%22%3A2560%2C%22redirect%22%3A%221%22%2C%22external%22%3A%221%22%7D)
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Han pasado cuatro días desde el paso del huracán María por la Isla. Sin embargo, un recorrido por algunos comercios en Santurce fue suficiente para comprobar la solidaridad y el buen humor que mantienen los puertorriqueños. Claro, nunca faltan las largas filas y el desespero que genera la espera debajo del candente sol.
Sam’s Club en la avenida Kennedy
Los clientes entraban de 20 en 20 para hacer sus compras. Estaban en la búsqueda de agua, baterías y comidas en lata. El hielo brillaba por su ausencia y la venta de artículos de primera necesidad estuvo limitada.
“Aunque hay comida como para un mes, estamos limitando la mercancía para que dure. Estaremos recibiendo más mercancía a medida que vayan llegando los camiones. De los artículos de primera necesidad las personas pueden comprar solo un artículo. Por ejemplo, un paquete de arroz, uno de salchicha. Para las personas que tienen negocios es un poco más”, explicó Leonardo Ayala, empleado de Sam’s Club.
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En los alrededores del estacionamiento habían sobre 15 guardias de seguridad armados y una fila larguísima de carros en espera para poder entrar.
“Está funcionando bastante controlado. Se ha mantenido un buen control. Mañana (lunes) estaremos desde las 8:00 de la mañana en adelante. Todo está bien y no hay pérdidas. Los clientes se han portado muy bien. La seguridad también. Todo el personal ha llegado”, aseguró Félix Colón, oficial de seguridad.
Wanda Torres llegó hasta Sam’s de la Kennedy en busca de repelentes de mosquitos. No necesitaba nada más. Tenía suficiente comida como para pasar una semana completa. Además de que su comunidad en Santurce decidió juntar las provisiones y dividirse los quehaceres de la cocina. Entre ocho vecinos de la calle Hoare se turnan para preparar alimentos tres veces al día.
Lo mismo pasa con la comunidad de Caimito Bajo. A pesar de los deslizamientos de terreno y las pérdidas tras las inundaciones en la zona, a Minerva Villegas, quien perdió su hogar, le había tocado cocinar temprano en la mañana para sus 50 vecinos. Preparó arroz, habichuelas y carnes de lata. Hacía una línea en Sam’s junto a su hermana y esposo para tener más suministros.
Bianca Robles, de Puerto Nuevo, tampoco necesitó comprar mucho más para su familia de ocho integrantes. En el carrito de compra tenía papel toalla, arroz, comida para perro y pocas latas de comida. Lo suficiente para comer hasta el 3 de octubre, día en que parte para Texas sin pasaje de regreso. Aunque compró el boleto hace meses, “le doy gracias al Señor que me voy porque de verdad que aquí está difícil la cosa”.
Gasolinera Gulf en la calle Las Palmas
“Si me consigues gasolina, te dejo que me ligues”, le dijo una joven a un camionero que pasaba por la calle Palmas en Santurce. Después de gritarlo, le dio una pavera incontrolable. Parecía que la risa eran los efectos secundarios de esperar tantas horas en una fila extensa en la gasolinera Gulf. Llevaba desde las cinco de la mañana con sus galoncitos en mano.
Bélgica Rodríguez, de Sábana Garden en Carolina, llegó a las 7:00 de la mañana a Santurce para recargar su tanque. Cuando vio la cantidad de gente, se comunicó con un amigo para que le hiciera la fila en lo que iba a la iglesia.
A eso de las 10 de la mañana la planta eléctrica de la gasolinera se quedó sin diésel. Ahí fue cuando el tapón empezó a crecer. Iba desde el Parque Central hasta el Walgreens de más abajo. Al ver tanto caos, Juan Ayala se tiró al terminal de muelles Luis Ayala Colón, donde es gerente de operaciones, para donar una cantidad considerable de combustible para hacer correr las bombas.
“Nosotros suplimos diésel desde las facilidades de la zona portuaria. Estamos en operaciones ahora mismo para yo tener personal entrando y saliendo cada vez que tengamos un barco. Ahora mismo estamos descargando barcos. Yo lo que tengo es que mantener el personal y el equipo trabajando para que la operación siga. La carga está llegando a los puertos, este es el tercer barco que atendemos desde ayer (sábado). Luis Ayala Colón se llama la facilidad en el puerto, un terminal de contenedores. Ahora mismo en el muelle yo he recibido 1,000 contenedores y hay carga todavía de la pasada semana. Mañana (lunes) espero que los clientes y truckeros lleguen a la facilidad para despacharle la carga para que siga llegando en toda la Isla. El problema de ahora es que los obreros lleguen a sus turnos para descargar los barcos y que los clientes vengan con su truckeros para recoger la carga y distribuirla. Mañana (lunes) comenzaría el despacho normal”, explicó Ayala.
Mario Colón hizo lo propio. Aprovechó los contenedores de reserva con diésel que tenía para su negocio en Carolina, la ferretería MC Eléctrica, para donar más de $200 en diésel para la Gulf.
El resto de las personas que esperaban, en su mayoría, buscaban gasolina para poder transportarse y encender sus plantas eléctricas.
“Llevo desde las 5:30 de la mañana aquí. Desde ayer (sábado) estoy sin gasolina en el carro. La planta tampoco tiene. Pero aquí está corriendo todo normal, sin peleas ni nada. Puedo esperar el tiempo que sea, si la planta es la que me da el aire y luz para la nevera para que la carne no se me pudra. Ando apangando y prendiendo la planta cada cierto tiempo para no gastar tanta gasolina”, dijo Daniel Agosto, vecino de la Barriada Figueroa.
Walmart en Santurce
Los clientes tenían 10 minutos para hacer sus compras en el Waltmart de la parada 18. A eso de la 1:00 de la tarde ya habían llegado sobre 500 personas y el calor los traía algo abrumados.
“En casa somos ocho y no tenemos nada que comer. Todo está dañado. Los muebles se mojaron. El televisor se rompió. Se inundó la sala, la cocina y el cuarto. Son cuatro niños que tienen de dos añitos para abajo. No tenemos nada y solo tenemos 10 minutos para comprar”, confesó Jomarie García, quien llegó a San Mateo de Cangrejos desde el residencial Villas de Magó en Guaynabo.
Por su parte, una residente del residencial Nemesio Canales, que prefirió hablar bajo anonimato, estaba desesperada porque su nevera estaba vacía y ni pañales para la nena tenía.
“No pensé que esto fuera a ser así. Está todo cerrado. En ningún lado hay agua. Las cosas de la nevera ya se perdieron porque si no consigues hiel, ¿cómo te va a durar la compra? Mi cuarto se inundó. Estamos durmiendo en un matress moja’o”.
Para apaciguar la tensión y formar el bayú, Direly de Osoria llegó desde el residencial Llorens Torres con extensiones para conectarlas al receptor exterior de Walmart. Enchufó varios cargadores y la gente comenzó a acercársele. De un momento a otro, habían más de 10 celulares, Ipads y computadoras cargándose.
“Vine hasta aquí para cargar mis cosas y de una vez traje estas extensiones. Y pues como vez, la gente se unió”, concluyó Direly.
Waltmart de Santurce continuará funcionando hasta que el diésel de la planta eléctrica así lo permita.