Soldado boricua murió en otro ataque en Fort Hood un 2 de abril
En aquella ocasión, fue un sargento veterano de la guerra de Vietnam el que abrió fuego.
![Edilvian Díaz Pérez, de Peñuelas, resultó herido durante el ataque hace 34 años. (wandaliz.vega@gfrmedia.com)](https://www.primerahora.com/pf/api/v3/content/fetch/image-resizer-v1?query=%7B%22website%22%3A%22primera-hora%22%2C%22imageUrl%22%3A%22https%3A%2F%2Farc-anglerfish-arc2-prod-gfrmedia.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2FSYVJ44DCOZHKBPOAFZEQWIFWPI.jpg%22%2C%22width%22%3A2560%2C%22redirect%22%3A%221%22%2C%22external%22%3A%221%22%7D)
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Un puertorriqueño dio muerte el pasado 2 de abril a tres soldados en Fort Hood, Texas, una noticia que ha acaparado los medios locales e internacionales. Pero un 2 de abril de 1980, se escenificó en el mismo lugar otra historia de muerte, en la que el autor del ataque fue un sargento americano y la víctima mortal, un boricua.
Edilvian Díaz Pérez, de Peñuelas y quien también resultó herido ese día, recordó los acontecimientos de hace 34 años y reflexionó sobre lo que ocurrió la semana pasada. Ese evento, relató, le hizo perdonar al sargento Arthur Briscoe, que mató a su amigo más querido; al que nunca olvida.
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Como Iván López, el autor de las muertes más recientes en Fort Hood, Briscoe, un veterano de Vietnam, parecía profundamente perturbado por el horror de la guerra.
Díaz Pérez y Duilio Abel Sanabria, de Guánica, enfrentaron a Briscoe cuando este intentaba entrar con una mágnum 357 a la habitación de dos soldadas americanas.
Pensaron que podían sorprenderlo por la espalda, pero el sargento los vio y le disparó a Duilio, matándolo.
Edilvian se le tiró encima y el militar le apuntó en el rostro. Instintivamente, el boricua viró la cara y el balazo le salió por el hombro derecho.
Briscoe le disparó dos veces a la perilla de la puerta de la habitación de las soldadas y, rodeado ya de la Policía Militar, se quitó la vida.
Edilvian Díaz Pérez contó lo vivido después de la muerte de su compañero y lamentó que la guerra, siempre terrible, dañe también la mente humana.