Septuagenarios ponceños piden ayuda tras perderlo todo en un incendio
Alberto Cordero Irizarry y Elena Bracero Pérez perdieron su hogar, pero no así las esperanzas y la fe de que podrán volver a reconstruirlo.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Ponce. En menos de 15 minutos, la casa que Alberto Cordero Irizarry construyó con sus manos en el 1972 y donde crió a sus cuatro hijos se redujo a cenizas.
Un incendio en septiembre de 2021, cuyo origen aún se desconoce, destruyó su hogar en el barrio Coquí, en Ponce, dejándolo a él y a su esposa, Elena Bracero Pérez- de 73 y 72 años, respectivamente- sin hogar.
“No es fácil... Esto que yo he pasado no se lo deseo a nadie. Pero, le doy gracias a Dios que yo pude salir de mi casa viva, porque si llego a abrir la puerta donde el cuarto cogió fuego, yo no estuviera contándole nada a nadie, porque estaba sola. Yo le doy gracias a Dios que, al menos, estoy viva. No tengo nada, porque me quedé sin nada, pero estoy viva”, relató Bracero Pérez entre sollozos en el segmento “Revive la Esperanza” que se transmite por el programa “Día a Día” de Telemundo y que cuenta con la colaboración de Primera Hora.
“Ese día, estaba trabajando como siempre y me llamó mi esposa: ‘se nos está quemando la casa’. Le pregunté ‘¿estás afuera?’, (respondió) ‘sí’. (Dije) ‘pues déjala que se queme. No podemos hacer más ná’. No quedó nada. (Pero), para atrás nunca, ni para coger impulso”, comentó Cordero Irizarry.
Temporeramente, la pareja- que tiene nueve nietos y tres bisnietos- reside en una pequeña casa alquilada a pasos de donde el fuego consumió su hogar, el cual compartieron durante sus 51 años de matrimonio. Pero Cordero Irizarry se ha dedicado a asegurar que la estadía en la módica residencia no sea permanente.
Por esto, ha aprovechado los conocimientos que afinó durante sus 46 años laborando en la construcción para reconstruir una nueva casa. Con escasos recursos y la ayuda que recibe esporádicamente de la gente, ha logrado erigir una nueva casa de dos cuartos, un baño, una cocina y una sala en el mismo lote donde estuvo su primera casa.
Pese a que la construcción podría completarse en tres meses, Cordero Irizarry y Bracero Pérez no se podrá mudar a su nuevo hogar, ya que está completamente vacío. La pareja, que únicamente subsiste del seguro social que recibe Cordero Irizarry y de donaciones esporádicas que reciben de buenos samaritanos, necesita de todo para mudarse, desde lozas hasta abanicos.
“Yo loca por irme a mi casa, ¿pero con qué? No tenemos nada. Y eso me tiene a mí enferma, desesperá'. Yo estoy loca por irme a mi casa, porque aquí no me siento bien”, lamentó Bracero Pérez.
Ambos urgen de todo tipo de electrodomésticos- como una estufa y una nevera-, fregadero, lozas, juegos de cama y de sala, un inodoro, lavamanos, abanicos, pintura, cortinas de baño, sábanas, almohadas y toallas, entre otros artículos.
Máxime, Bracero Pérez amerita de un sillón de rueda, un sillón reclinable y gazas y vendajes, porque además de sufrir de presión alta y mala circulación, hace más de 10 años que tuvo una infección en las piernas que le dejaron ronchas permanentes. Es esta afección que le dificulta caminar y le hincha sus extremidades.
Por otro lado, Bracero Pérez necesita ropa, como camisas de talla 3X, pantalones cortos de tamaño 22 y chanclas de tamaño 11 anchas.
“Fue algo impactante tener algo de momento y después no tener nada, de la nada. Me siento atada. No es fácil... Como hija me siento atada, porque tratamos de hacer lo que podemos, pero... (no es suficiente). Somos cuatro, pero no podemos darle lo que ellos necesitan, porque también tenemos nuestras necesidades, tenemos nuestros hijos y lo poquito que ganamos tampoco nos da para suplirle a ellos”, manifestó sin contener las lágrimas Yanaira Cordero Bracero, la hija menor de la pareja.
Siempre positivo
Reconstruir su casa prácticamente solo y sin ningún tipo de ayuda gubernamental no ha afectado el humor ni esperanzas de Cordero Irizarry. Por lo contrario, diligencia sus labores con una sonrisa permanente en el rostro y entonando himnos del ayer, haciendo que el campo ponceño destelle con el vibrato de su voz a capela, pues su preciada guitarra, bongó, congas, güiro y equipo de sonido también fueron víctimas del fuego.
“En esta vida yo he pasado tantos y tantos problemas, pero siempre estoy positivo. Siempre, siempre, siempre y siempre he salido adelante. No es fácil, pero vuelvo y te repito: sin Dios nada y con Dios todo”, comentó.
Para el ponceño, las únicas lágrimas que vierte son de alegría y el mayor y único reto que enfrentó en su vida fue cuando aún boxeaba. Más aun, aquél óbice se esfumó tras hacerse la señal de la cruz.
“El mayor reto que tuve en la vida, porque me lo busqué, fue boxear contra un dominicano que era buenísimo. Y yo decía entre mí: ‘hasta que no se enfrente a mí’. Pero, se fue en el segundo asalto, bendito”, relató entre risas.
“Como dice la palabra de Dios: día a día, paso a paso. Si la tortuga llega del Atlántico, de un lugar tan lejos, para poner sus huevos, y vuelve a su sitio, ¿por qué yo no lo puedo hacer? ¡Poco a poco! ¿Qué tú crees?”, sostuvo.
Para ayudar a esta familia, puede enviar su donativo por ATH Móvil al 939-777-9364. También, puede escribir a revivelaesperanzapr@gmail.com o comunicarse mediante WhatsApp al 787-505-7575 para donar artículos.