Se fueron a juyir los portones
A casi cuatro años de sacarlos, la administración de la UPR no los encuentra para reinstalarlos como protección contra el crimen.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Se buscan...
¿Se acuerdan de los enormes y pesados portones que controlaban el acceso al recinto de Río Piedras la Universidad de Puerto Rico? ¿Aquellos de color verde que fueron removidos con digger y trasladados en una grúa debido su peso y tamaño?
Pues sepa que a casi cuatro años de haberse removido por órdenes administrativas, estos no aparecen por ninguna parte. Y aunque encontrarlos debería ser relativamente fácil -no es como que pueden pasar desapercibidos- nadie sabe qué pasó con ellos ni a dónde fueron a parar luego de aquella madrugada.
El misterio surgió recientemente cuando la administración entrante decidió reinstalar los portones debido a un alza de incidentes violentos dentro del campus.
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“Los portones los estamos buscando”, confirmó el rector del recinto de Río Piedras, Carlos Severino.
Pero, ¿dónde se debieron haber guardado?
No tengo la menor idea. Hemos dado instrucciones para que los localicen para poder ubicarlos.
Estos portones, contrario al que ubica en la entrada principal de la avenida Ponce de León -que se salvó porque fue soldado en vez de ser removido- no tenían un valor histórico aunque sí económico, por lo que no se descarta nada. “Los otros también tenían un valor porque eran en aluminio”, dijo quien dirigió la Facultad de Ciencias Sociales del recinto.
Fue la madrugada del 6 de diciembre de 2010 cuando se removieron los portones de algunas de las entradas del recinto de Río Piedras.
De no hallarse los portones -que debieron haberse guardado en el área de planta física- la universidad tendría que invertir sobre $100,000 en la confección de unos nuevos, según cotizaciones ya solicitadas.
Los portones estarían reinstalándose en los dos entradas de la avenida Gándara que dan acceso vehicular a la Facultad de Bellas Artes y a la Escuela de Comunicación, así como en el área que da acceso a la Facultad de Ciencias Sociales en la avenida Ponce de León y en dos de las entradas de la avenida Barbosa que conectan con la Facultad de Ciencias Naturales.
“Lo estamos evaluando (ubicar portones en las entradas). Es un asunto muy costoso, porque por el tamaño deben ser de un material ligero. Son de ocho a nueve portones y cuestan sobre $100,000”, dijo el rector.
Para reducir costos podrían optar por cerrar los accesos en las entradas más estratégicas, tomando en consideración que el recinto está en un área de alta incidencia criminal.
“El dinero está pero la cuestión es priorizarlo, dónde ponerlo. Nos gustaría invertir más dinero en conferencias como las de hoy (ayer) que gastar dinero en portones”, dijo en referencia a la conferencia ofrecida por el escritor, filósofo y periodista Fernando Savater.
MUCHA PREOCUPACIÓN
El temor entre parte del estudiantado, que sobrepasa los 15,000 alumnos, es latente.
El inicio del nuevo semestre académico trajo consigo un alza de incidentes violentos que incluyen asaltos, robos, carjackings y agresiones sexuales tanto dentro del recinto como en las calles aledañas.
“Todos estamos preocupados. Yo estoy preocupado, pero tampoco quisiéramos permitir que surja una hipérbole, porque las estadísticas nos comprueban que, a pesar de todo, es una de los lugares más seguros que hay en el País”, alegó Severino.
Según el rector, desde el inicio del semestre se han emitido siete alertas de seguridad que incluyen un carjacking en el estacionamiento que colinda con la avenida Piñero.
El 21 de agosto se reportó el robo de un carro y el 29 dos estudiantes fueron asaltadas en el vestíbulo del edificio Antonio S. Pedreira.
Aunque las amenazas han ocurrido con pistolas y armas blancas, también se ha dado la amenaza de la jeringuilla infectada. Ese fue el caso de Stephanie Troche y Michael Christoforatos, asaltados el domingo 7 de septiembre, a plena luz del día, cuando salían de la biblioteca Lázaro.
“Nos dijo que nos sentáramos en el piso y nos amenazó con una jeringuilla diciendo que tenía VIH/sida... nos pidió el celular y el dinero y nos dijo que no nos moviéramos”, relató Christoforatos.
“Ya no es igual porque ahora se me acerca una persona a hacerme una pregunta o algo y pienso que me van a asaltar”, señaló Troche.
Xiomara Hernández, quien se hospeda en la residencia del recinto y practica baloncesto, trata de no andar sola al salir del complejo deportivo.
Entre el grupo de amigas, dijo, han optado por enviarse mensaje de texto para alertarse de áreas peligrosos o incidentes reportados.
“En la noche intento buscar una compañera que tenga carro y me traiga al hospedaje... y si no hacemos un grupo de tres o cuatro y venimos casi corriendo”, dijo.