Sana gracias a trasplante de corazón
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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“Sana”
Así repetía una y otra vez Tania Pérez Díaz cuando le preguntaban cómo se sentía mientras la mantenían entubada en el Hospital Cardiovascular esperando con mucha fe un trasplante de corazón. Ahora, un año después de esa experiencia, la niña de 13 años se encuentra sana, como tanto decía y como sigue repitiendo.
Según relató Brenda Díaz, madre de la niña, su batalla comenzó cuando Tania tenía ocho años. “No comía, se pasaba durmiendo y se sentía débil. Eso me estaba extraño porque, de las tres (hermanas), Tania ha sido la más activa”, comentó la madre, quien luego relató que cuando la llevaron al hospital es que se le diagnostica la condición llamada miocardio dilatado, la cual afecta directamente el corazón. “De primera instancia, los médicos nos dijeron que Tania tenía un corazón enfermo y que, con el tiempo, se iba a ir deteriorando e iba a necesitar un trasplante”, dijo Brenda sobre la primera vez que le hablaron de la condición de su hija.
Tras su diagnóstico, la vida de Tania cambió drásticamente al estar limitada en varios aspectos de su vida. “Tuve que dejar de hacer deportes y tuve que empezar una dieta baja en sodio”, expresó Tania, quien luego mencionó que su frustración era tanta que muchas veces se iba a un área aislada del plantel escolar a llorar porque no podía jugar y compartir de la misma manera que sus compañeros de clases.
Luego de cuatro años de angustia y cuatro recaídas, los médicos le informaron a la familia Pérez Díaz que el corazón de Tania no aguantaba más y era vital un trasplante de corazón. Inmediatamente, Tania fue anotada en la lista de espera para trasplante mientras la mantenían internada en el hospital en vigilancia.
La espera comienza
A pesar de la condición delicada en la que se encontraba Tania, tanto su familia como ella no perdieron la fe. “Nunca pensé que ella iba a morir... nos aferramos a la fe porque, si no, no hubiéramos soportado el proceso”, mencionó Brenda sobre su actitud ante la situación en la que se encontraba su niña.
Expresó, además, que la solidaridad y cariño que Tania encontró en el personal médico la ayudó a pasar ese proceso de incertidumbre. Con la ayuda de sus médicos, enfermeras y personal del hospital, Tania celebró su graduación de sexto grado internada, además de su cumpleaños número 12.
Ayuda a tiempo
Dos meses y medio después de haber entrado a la lista de espera, Tania cayó en una crisis. Según la madre, a la niña le empezaron a fallar los pulmones, el hígado y luego los riñones, estando a punto de tener un fallo renal. En medio de esa situación es que llega la tan esperada noticia: había un corazón disponible para ser trasplantado a Tania.
Ante la repentina recaída, los médicos inmediatamente se prepararon para realizar el trasplante, con la esperanza de que no fuera demasiado tarde y el corazón no rechazara el cuerpo de la niña.
En el proceso, los médicos mantenían informada a la familia sobre la cirugía. Cuatro horas después, Tania no sólo había sobrevivido a la cirugía, sino que tenía un nuevo corazón que se acopló al cuerpo mejor de lo que los médicos esperaban. “Normalmente, se necesita un electroshock para que el corazón empiece a funcionar. En el caso de Tania, empezó a funcionar por sí solo”, comentó Brenda. Al día siguiente de la intervención, desentubaron a Tania y tres meses después, la niña ya asistía a la escuela.
En cuanto a la familia del donante, poco conocen ya que todo el proceso fue realizado y coordinado por la organización Lifelink. Sin embargo, a la familia Pérez le ha llegado cierta información que indica que el corazón era de un niño que murió en un accidente. Por el momento, no saben con exactitud quiénes son los padres del niño. Pero Tania espera algún día poder conocerlos y darle las gracias por su decisión de donar el corazón ante la tragedia. “A la familia le quiero dar las gracias por la decisión tan dolorosa que tomaron. Siempre los voy a tener en mi pensamiento. Todas las noches oro por ustedes para que Dios les dé mucha fortaleza. Espero algún día poder conocerlos”, expresó la niña.
A un año de la operación, Tania se encuentra bien de salud. Regresó a practicar el baloncesto y voleibol, deportes que tanto ama; quiere ser chef cuando sea grande; celebró las pasadas Navidades junto con sus médicos y parte del personal del hospital jugando y brincando en un parque; y tiene muchas metas por delante. “Me siento fuerte, una niña normal”, afirmó Tania.