Sacudidos por la muerte de adolescente quemada por joven
Familia de Jomayra Hernández confiaba en su recuperación, pero ahora su agresor enfrenta cargo por asesinato en primer grado.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Era la llamada que la familia no quería escuchar jamás, y mucho menos un Día de las Madres.
Pero a las 11:00 a.m. de ayer, Katherine Martínez recibió la notificación de que su sobrina, Jomayra Hernández Martínez, la adolescente de 13 años quemada por su expareja el pasado 23 de marzo en Cabo Rojo, falleció en el Hospital Pediátrico de Centro Médico.
“Estamos destrozados, muy dolidos con lo que ha sucedido. No puedo hablar bien del dolor que siento”, comentó Martínez mientras hacía un esfuerzo por contener el llanto.
“Mi hermana (Nannette Martínez Camacho, madre de la víctima) llamó como las 11:00 a.m. que la niña había fallecido. Yo me encontraba trabajando y tuve que salir rápido a atender a mami (Luz Camacho, abuela de la niña) porque es hipertensa y se encuentra muy afectada”, apuntó.
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Hernández Martínez luchaba por su vida desde el pasado 23 de marzo cuando Wilson Javier Meléndez Bonilla, de 19 años y con quien tuvo una relación presuntamente consentida por su mamá, entró en la residencia de la menor, la roció con gasolina y la prendió en fuego. Al momento de los hechos, la pareja se encontraba separada.
La adolescente fue llevada de inmediato al Hospital Pediátrico en el Centro Médico de San Juan con quemaduras en el 80% de su cuerpo.
“Nosotros teníamos la esperanza de que se recuperara y más después del ejemplo del muchacho que sufrió la explosión en México (Alexis Joel Hernández Vélez). Si el puertorriqueño se recuperó, yo esperaba que ella saliera de esta también, porque yo tenía mucha fe, pero no pudo”, se lamentó la tía de la víctima en expresiones a Primera Hora.
Martínez dijo desconocer cómo fueron las últimas horas de vida de su sobrina y si hubo alguna complicación que provocara ayer el fatal desenlace.
“La información que teníamos era que estaba estable. No sé todavía bien qué pasó con mi sobrina”, manifestó algo confundida.
Por estos hechos, a Meléndez Bonilla le radicaron cargos por tentativa de asesinato, escalamiento agravado, incendio agravado, agresión sexual en modalidad de violación técnica y una infracción al artículo 15 de la Ley de Maltrato Animal, ya que un perrito resultó con quemaduras en el incidente.
El juez Ángel López Irizarry encontró causa para arresto y le impuso una fianza de $500,000 por cada acusación para una suma total de $3.5 millones. Al no prestar la fianza, fue ingresado en la cárcel Las Cucharas en Ponce.
La defensa de Meléndez Bonilla presentó una moción al amparo de la Regla 240 para determinar si estaba capacitado para enfrentar los cargos en su contra. Pero, el pasado 1 de mayo la jueza Ivelisse Zapata Toro, del Tribunal de Mayagüez, le denegó la petición y lo declaró procesable.
La vista fue pautada para el próximo 17 de mayo.
Esta sería la quinta víctima de violencia doméstica en lo que va de año, una más que las reportadas a esta fecha en el 2018.
Sin embargo, para fines estadísticos del Negociado de la Policía, el caso no será adjudicado como uno de violencia de género, ya que la fallecida no tenía edad para consentir una relación con un adulto, así que el joven no puede considerarse como su pareja, ya que ella era una víctima de agresión sexual estatutaria.
Solo si la persona tiene 16 años o más se le reconoce capacidad para consentir a tener relaciones sexuales.
Por lo pronto, la familia desconoce cuándo podrá celebrar el sepelio de Hernández Martínez y en una fecha que jamás olvidarán, intentaban buscar consuelo entre ellos.
Tras ocurrir el fallecimiento de la adolescente, el Departamento de Justicia indicó por escrito que “la Fiscalía se apresta a completar la investigación con la orden de los análisis necesarios y levantar expediente para radicarle un cargo por asesinato en primer grado”. También ofreció condolencias a la familia.
“Es un día muy triste, es Día de las Madres y recibir esta noticia es demasiado fuerte, pero aquí estamos… unidos”, finiquitó resignada la tía.