Rescatista alerta sobre la peligrosidad de aventurarse río adentro
Relató la dificultad para recuperar los cuerpos de los hermanos fallecidos en el charco El Hippie en Naguabo.
![Charco el Hippie en Naguabo.](https://www.primerahora.com/pf/api/v3/content/fetch/image-resizer-v1?query=%7B%22website%22%3A%22primera-hora%22%2C%22imageUrl%22%3A%22https%3A%2F%2Fcloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com%2Fgfrmedia%2FKGZPTAMDNZHN3EIHATROEESUVQ.jpg%22%2C%22width%22%3A2560%2C%22redirect%22%3A%221%22%2C%22external%22%3A%221%22%7D)
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Sombríos recuerdos inundaron la mente de Mario Perales, director del grupo de rescatistas voluntarios Rescate Civil Las Piedras, Inc., al recibir la llamada. Eran las 4:40 de la tarde del lunes cuando la Policía le avisó de que dos personas habían caído en las aguas del charco El Hippie, en Naguabo.
Con solo escuchar del área que se trataba, ya Perales sabía qué esperar. Es que, según relató, se trata de unas de las zonas más peligrosas de Puerto Rico, y lugar donde, a lo largo de sus 43 años como rescatista, ha participado de los incidentes más “tristes”.
Rememoró que, en el 2008, participó en el rescate de la joven brasileña Fernanda Okamura Abensur, quien falleció pillada entre piedras del río Prieto, en Naguabo, cuerpo de agua que ubica aledaña a El Hippie. En ese accidente, el colombiano Sergio López Pabón, de 22 años, también murió. Su cadáver fue hallado bajo una roca en el río Sabana, en Naguabo.
Además de Fernanda, también a su recuerdo vino Christine Cousqui, estadounidense de 23 años, quien en el 2015 también quedó atrapada en una cueva de piedras en esa misma zona.
La localización
Empero, todo tomó segundo plano en la mente de Perales, cuando él y siete otros rescatistas se enrollaron las mangas y se dirigieron hacia el área durante la tarde del lunes.
“Nosotros fuimos las primeras personas que subimos una vez sucedió el incidente”, narró. “Esto es un área bien adentro del río Blanco y es una parte donde hay una chorrera, que es la que se ve de la carretera (PR)-31. Comenzamos a subir en base a lo que nos habían ofrecido en información. Una vez subimos, no pudimos dar ni con el hermano (de los occisos, que llamó a las autoridades) ni con el cuerpo. Buscamos en el área, pero no pudimos dar con nadie”, indicó.
De la Policía supo que dos personas, Janneliris Castro Rodríguez, de 24 años y su hermano, Félix Jonathan Castro Aguiar, de 27, lamentablemente, fallecieron en el área. Su hermano, Félix D. Castro, quien reportó el incidente, estaba desesperado porque las autoridades llegaran. Al no poseer destrezas de reanimación cardiopulmonar, retiró a las personas del agua, las colocó en una piedra y buscó un área donde pudiera recibir señal inalámbrica para hacer llamadas desde su teléfono móvil.
Horas más tarde, trascendió de parte de la Uniformada que se trataba de un trío de hermanos, quienes caminaron hacia la piscina natural “Infinity” fuera de la ruta trazada por tierra y escalaron por las piedras desde el charco El Hippie. Cuando bajaban de regreso por el charco Blanco, Janneliris resbaló y tras la caída su cabeza impactó contra una piedra. Acto seguido, su hermano, Félix Jonathan, intentó ayudarla, pero también sufrió la misma caída y el mismo impacto. Fue Félix D. quien intentó salvarlos y se comunicó con las autoridades.
Félix Jonathan, un exinfante de marina, residía en Illinois. Disfrutaba de vacaciones en la isla junto a su familia al momento de su deceso. Janneliris, por su parte, vivía en Carolina.
“Hoy mi corazón está hecho pedazos, uno de mis amores partió en un accidente en Naguabo, en el río Hippie, no puedo más con este dolor, mi tercer retoño se me adelantó”, fueron las expresiones en redes sociales de Janet Aguiar, madre de Félix Jonathan.
Igualmente, otros familiares y allegados se mostraron sorprendidos por el inesperado suceso.
Difícil la recuperación de los cuerpos
Los rescatistas se encontraron con el policía municipal Orlando Tolentino e iniciaron la tediosa búsqueda, la cual se demoró hasta la madrugada de ayer. El querellante –en este caso, el tercer hermano- no se encontraba en el lugar, porque en su intento de buscar más ayuda, abandonó el área.
“Él vino y notificó y, entonces, muy desesperado se fue. Él no esperó a nadie. Si se hubiera mantenido unos minutos más, hubiéramos recuperado los cadáveres esa misma noche”, comentó.
Todas las pistas que recibió Perales para dar con los cuerpos fueron infructuosas, lo que llevó a una búsqueda más extensa de lo esperado. La oscuridad de la noche los abrumó, dificultando aún más el trabajo de los rescatistas. Hasta un compañero de Servicios Técnicos del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) se perdió.
“Hemos hecho búsquedas antes de noche, pero en esa área específicamente donde nosotros estábamos, es un área muy peligrosa. Ahí cualquier rescatador, por mejor (que sea), puede tener un percance, incluso perder la vida”, admitió.
Largas horas después de iniciada la búsqueda llegó el grupo de rescatistas de la Policía, así como personal del Negociado de Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (NMEAD).
“Ellos conocen el área, son muy buenos rescatadores, y entonces ellos continuaron hasta que se consultó con el fiscal y se determinó que, si ellos continuaban, no había problemas”, afirmó.
No fue hasta que el hermano finalmente dio con los rescatistas que la búsqueda aceleró, ya que los guió específicamente al lugar del funesto suceso.
Finalmente, los cuerpos fueron recuperados y transportados por un helicóptero de FURA hasta el parque del barrio Florida en Naguabo.
El fiscal Israel Umpierre ordenó el levantamiento de los cadáveres para fines de su identificación y autopsia en el Instituto de Ciencias Forenses.
Reitera peligrosidad de “Infinity”
Para disfrutar de la piscina natural “Infinity”, hay que caminar horas a pie. Y muchas horas. Después de la caminata, el área completa es resbalosa, independientemente de que llueva o no.
“El ‘Infinity’ no es como ir a la playa. Ir a la playa está mucho más seguro que en cualquier otro cuerpo de agua”, señaló Perales.
Incluso, no solamente es de alta peligrosidad la piscina natural, sino también todos los cuerpos de agua adyacentes, debido a las características del suelo y la ubicación.
“Ese río tiene muchas piedras altas. Muchas veces (el tramo te obliga a que) tú tienes que entrar al agua. Entonces, cuando se mojan las botas, se torna muy peligroso y pueden resbalar y tener un accidente, aparte de que hay áreas que tienen más de 100 pies de profundidad. Son riscos”, comentó.
“Cualquier persona, por más adiestramiento que tenga, si no va equipado y no conoce bien y no aplica las reglas de seguridad puede tener un percance; fácil”, aseguró.
Por ende, Perales repitió enfáticamente la importancia de orientarse previo a viajar a lugares similares, así como no obviar las advertencias y prohibiciones de parte de las autoridades que alertan sobre el paso indebida por áreas peligrosas.