La conoció cuando iba de camino a la playa de Sabana Seca, en Toa Baja. De inmediato, quedó flechado por su belleza, recuerda.

Él, para ese entonces, era un joven muy atractivo con seis novias, relata, pero tan pronto vio a su hoy esposa no dudó en dejar a las otras y dedicarse a ella en cuerpo y alma y, hasta hoy así ha sido.

Pedro Coriano y Catalina Candelario llevan nada más y nada menos que 77 años casados y ayer tuvieron la oportunidad de renovar sus votos matrimoniales junto con otras parejas con más de 50 años de unión.

Pero, ¿cómo es que usted tenía seis novias?

Yo las dejé, porque fui a hablar con el pastor y me dijo: 'Tú tienes que dejar cinco y coger una”, contó para arrancar carcajadas a su esposa.

Hablar por unos segundos con don Pedro da una idea de lo pícaro y seductor que fue en sus días de juventud, pues aún a sus 105 años conserva esos encantos con los que enamoró a la madre de sus 12 hijos.

Y, ¿usted le dijo que sí a su propuesta de matrimonio?, le preguntamos a Catalina.

“Enseguida”, responde don Pedro, “y da la casualidad que al mes el beso me traicionó a mí, quedó encinta ella y hicimos 12 hijos. Yo, como la quería, y dije: 'Voy a hacer la familia enseguida'”.

Pedro y Catalina renovaron sus votos en una ceremonia celebrada en la cancha Antonio R. Barceló de Toa Baja. Las parejas no sólo tuvieron la oportunidad de, en esta ocasión, hacer partícipes del momento a sus hijos y demás descendientes, sino que también brindaron con jugo de manzana, claro, comieron bizcocho y hasta bailaron al son del bolero Yo sé que te amo de Richie Ray y Bobby Cruz.

La intensidad que caracterizó aquel primer baile de casados ayer no fue la misma -muchos no pudieron terminar la pieza-, pero el intercambio de miradas de complicidad y el brillo en los ojos no han sufrido por el pasar de los años.

“Esta mujer que está a tu lado es tu esposa, continuarás junto a tu amada en el santo estado del matrimonio...y serás sólo de ella mientras vivan”, se les preguntó a los varones que, al unísono y mirando a sus parejas a los ojos, respondieron “así lo haré”.

“Lo acompañarás en amor, lo consolarás y guardarás... mientras vivan”, se les planteó a las mujeres, que también contestaron “así lo haré”.

¿Cuál es el secreto?

No hay una receta que te asegure la perdurabilidad en tu unión matrimonial. La tasa de divorcio así lo demuestra, pero de que estas peculiares parejitas, dentro de su sabiduría y caudal de experiencias, tienen su truquito, sin duda.

¿Cuál es el secreto para tantos años de matrimonio?

Nunca le he dado fuete y nunca le he dicho una palabra mala. Yo la mantuve comiendo jueyes y pescao... eso es lo que había en aquel tiempo... [También] hacer el arrocito, el cafeíto y respetarse y cuando uno viene del trabajo, que viene con calor, darle su besito”, compartió don Pedro mientras a su lado y como confirmando lo dicho por su esposo, Catalina dijo: “Él nunca me ha dado, él es bien bueno”.

Roberto García y Ernestina Matos llevan 69 años y tienen su propia técnica para permanecer casi siete décadas juntos. Para Roberto, quien enamoró a su esposa al son de serenatas, es la comprensión ese elemento indispensable.

“Han sido perfectos. Más que amor, es la comprensión, porque para pelear se necesitan dos y si uno no hace caso, pues no pasa nada”, expresó Roberto de 93 años.

De Ernestina lo que lo enamoró fue su piel canela. A ella, irónicamente, lo mismo. “Yo le dije que sí rápido, porque yo siempre decía que no quería tener de marido a uno de los muchachos del mismo barrio”, comentó.

Emiliano Freytes fue solo. Su esposa por los pasados 58 años padece Alzheimer. Ya no lo conoce. Aun así, quiso celebrar aquel día en que se unió a ella y prometió estar a su lado en la salud y en la enfermedad.

¿Qué lo enamoró de ella?

Me gustó todo de ella, porque es bella. Todavía enferma, ya hace cuatro años, y es bella, preciosa, no me canso de besarla, abrazarla.

¿Y qué es lo que más le gusta?

Todo, todo... ese físico que no desgasta, el color trigueño es invencible.

¿Cómo se hace para estar tanto tiempo unidos?

No sé. Yo llevo 58 años atado, como un bejuco, amarrado que no nos hemos podido soltar. Enferma está ella, no sabe quién soy yo, pero está viva... yo estoy sufriendo aquí..., pero tiene que haber un amor puro, verdadero.