No importa cuál sea el anuncio que emita el Servicio Nacional de Meteorología, así sea un aviso, una advertencia o una vigilancia de tormenta tropical o huracán, los residentes de la barriada Patagonia en Humacao reviven la noche del 6 de septiembre de 1960.

Y no es para menos.

Esa fatídica madrugada, más de 200 residentes de las que eran las barriadas La Vega, La Marina, Las Delicias, Calle Chiquita, Calle Yabucoa, barriada Azucena y Buena Vista, entre otras, murieron ahogados por las lluvias y vientos dejados por el huracán Donna.

Cuentan los sobrevivientes José L. Casillas y el doctor Miguel A. Beltrán que la oscuridad de la madrugada empeoró cuando los postes del tendido eléctrico colapsaron y la negrura invadió el panorama. Era como si no existiera nada. Lo único que interrumpía la escena eran los gritos de los vecinos.

“Esa noche lo que se oía en toda el área eran los gritos de todas las personas pidiendo ayuda. Algunos gritaban ‘auxilio, auxilio, ayúdenme a salvar a mis hijos’”, narró Beltrán, quien recordó que familias enteras murieron aquella noche. “Había un hombre al que le llamaban “Cheo el Loco” que lo encontraron abrazando a sus dos hijos. Los tres habían fallecido”, agregó el doctor, que contaba con 15 años el día del suceso.

La desgracia se fraguó un poco como el cuento del pastorcillo y el lobo. Desde el día 3 de septiembre las autoridades anunciaban la llegada del fenómeno, que en un principio era la tormenta tropical San Lorenzo y luego fue declarado el huracán Donna. Los vecinos abandonaron sus casas en dos ocasiones, la tercera vez que llegó la Defensa Civil decidieron quedarse.

“El día 5 llegaron anunciando que se tenían que ir, pero la gente dijo que no había pasado nada (las veces anteriores) y que se iban quedar”, añadió el galeno, mientras agregaba que había llovido en los días previos, pero no de forma copiosa.

“Las personas se acostaron a dormir y fue tan devastadora la lluvia que no dio oportunidad a la gente a salir viva”, contó, por su parte, Casillas, quien tenía siete años.

“Nosotros vivíamos en la orilla del río. Mi abuelita me levantó y ya el agua le llegaba a la cintura a ella. A los 15 minutos de salir del hogar y ubicarnos en un segundo piso ya el río había forrado todo aquello”, dijo Casillas.

Después de estas vivencias, el anuncio del Gobierno de que el pasado día 30 de agosto sería un día normal de trabajo a pesar de la cercanía del huracán Earl, le pareció a Casillas un tanto irresponsable.

“A nosotros nos pasó lo que nos pasó porque la gente no tuvo tiempo a reaccionar. Ellos (el Gobierno) tenían que tomar precauciones desde el día antes, no eso de dejar salir a todo el mundo a la misma hora. Nosotros aprendimos mucho de Donna. Ahora, pase o no pase, todos nos preparamos para que no se repita lo del 60”, aseguró Casillas.

Ayer se conmemoró el 50 aniversario de la tragedia en el parque de béisbol de la barriada Patagonia. Allí hubo varios actos de reflexión, incluyendo llevar una ofrenda floral al río. También niños trovadores participaron en un acto artístico.

“Estamos tratando de que se devele un monumento en memoria de los fallecidos. Ahora mismo es como si esa tormenta nunca hubiera pasado”, se quejó Casillas.

El interés de Casillas y Beltrán de levantar el monumento responde también a que muchos de los muertos fueron enterrados en fosas comunes por no ser reclamados.

“Vio los muertos cuando los sacaban llenos de barro. Los enterraron en el cementerio de de Humacao porque ya estaban putrefactos”, recordó Casillas.”