Raúl “Tinajón” Feliciano es un sobreviviente de la fama
Feliciano fue el primer canastero en anotar sobre 40 puntos en un juego del Baloncesto Superior Nacional (BSN).
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Su talento y polivalencia sobre las canchas del país marcaron una época en el baloncesto puertorriqueño. Antes de que legendarios canasteros como Raymond Dalmau, Neftalí Rivera y Rubén Rodríguez, entre otros, pisaran cancha alguna, o que Carlos Arroyo y José Juan Barea se convirtieran en ídolos, Raúl “Tinajón” Feliciano dejó una huella tan grande que, en pocas palabras, el baloncesto nacional se divide en dos etapas: antes y después de él.
Feliciano, de 81 años, fue un ícono en el deporte de las canastas hace cerca de 60 años. Fue quien revolucionó este deporte en Puerto Rico, y sus habilidades deportivas lo llevaron a ocupar portadas de periódicos y gozar de gran fama en el país.
Para el, o simplemente “Tinajón”, es un orgullo ser parte integral de la historia del baloncesto local.
“Es un honor bien grande. Lo que pasaba era que antes del 1949, que fue el año en que anoté sobre 20 puntos por juego, las anotaciones eran bien bajas, y cuando yo empecé a anotar muchos puntos, las anotaciones cambiaron. Hubo un despertar en el baloncesto”, destacó el legendario jugador en una conversación con Primera Hora en su hogar en Río Piedras.
Feliciano fue el primer canastero en anotar sobre 40 puntos en un juego del Baloncesto Superior Nacional (BSN), gesta que consiguió el 5 de septiembre de 1949 al conseguir 46 en el triunfo, 83-66, contra los Cardenales de Río Piedras. De igual manera, fue el primero en promediar sobre 20 puntos por juego en una temporada en la liga local.
El seis veces campeón de anotaciones del BSN destacó que su principal arma ofensiva era el gancho de derecha, pero luego también desarrolló el tiro brincado, ejecución que aprendió cuando jugadores de la Universidad de Long Island vinieron a Puerto Rico a foguear.
“Siempre he dicho que el baloncesto se creó para uno tirar solo. Lo que tienes es que buscar la manera de evadir la defensa y tirar solo. Eso era lo que yo hacía. Hacía aguajes de un lado para otro, arriba pa’ abajo, hasta que por fin salía de la defensa y podía tirar solo”, describió el campeón del BSN con los Gallitos de la Universidad de Puerto Rico en 1951.
Su estilo de juego levantó el ánimo del aficionado puertorriqueño por este deporte, las canchas se llenaron y Tinajón comenzó a recibir una publicidad que ni se imaginaba.
“Yo siempre he sido muy tímido, una persona retraída, de mi casa, de no estar mucho en público, de sentirme incómodo ante extraños, y vino esa avalancha de publicidad para un joven de 18 años. Salía en periódicos casi todos los días cuando era la temporada de baloncesto. Y yo le huía a eso, no estaba preparado para ese tipo de publicidad extraordinaria”, recordó Tinajón, quien en el 2010 publicó su libro Los efectos secundarios de la fama, en el que detalla cómo lidió con esa exposición pública.
“(La fama) igual que ocurre con una medicina, que se fabrica para aliviar el dolor y quitar una enfermedad, (la fama) tiene efectos secundarios que son nocivos. Tomé eso como una metáfora para incluir lo que yo sentía que pasaba en mí y en mi casa, que fueron los efectos secundarios de la fama. Uno no espera eso. La fama no se hizo para eso. Se supone que uno la disfrute, pero no es así”, explicó sobre las razones para publicar el libro.
Según Felicianio, asimilar la fama no fue fácil, y sumada a su carrera como baloncelista, su trabajo como abogado y luego como juez, todo ese reconocimiento que ganó lo empezó a arropar de tal manera que necesitó buscarse un refugio.
“Una vez llegas a ese sitial donde te dan mucha publicidad y la gente está detrás de ti, hay consecuencias que hay que pagar, y es que la fama te pasa factura. En el caso mío, yo sufrí un desajuste emocional en 1958 y nunca dejé de trabajar; sin embargo, por la fama que tenía en Puerto Rico, me catalogaban de loco y eso por poco me ahoga económicamente”, comentó Tinajón, quien vivió en varias ciudades de Estados Unidos por espacio de 33 años.
Pero a pesar de los inconvenientes que le trajo la fama, su faceta como jugador abrió ojos no sólo en Puerto Rico, sino en el mejor baloncesto del mundo: la NBA.
“La primera oferta que tuve fue en el 1949 cuando vino la Universidad de Long Island a jugar en la Isla. Estaba uno de los mejores coaches en esos tiempos en Estados Unidos, Clair Bee, y éste, luego de dejar al equipo, se fue a dirigir los Baltimore Bullets y me hizo una oferta para jugar con ellos, pero estaba estudiando leyes y no podía dejar mis estudios para irme a jugar”, detalló.
Los Bullets no fueron el único quinteto que le hizo un acercamiento al jugador natural de Ciales. También la legendaria franquicia de los Knicks de Nueva York se interesó en sus servicios.
“Lo de los Knicks fue después, en el 1956, el año que yo me retiré por primera vez del baloncesto. Me pagaban todos los gastos, pero yo tenía mi oficina establecida, tenía un full-time en un bufete de abogados”, explicó Tinajón, quien fuera nombrado juez del distrito de Salinas con apenas 22 años de edad, el más joven en Puerto Rico.
“Yo le escribí a ellos para saber cuánto me pagarían si yo diera el grado, porque yo no sabía si iba a dar el grado. Eran $7,500 por la temporada lo que le pagaban a los novatos. No podía cerrar mi oficina para irme seis meses a jugar baloncesto a Estados Unidos. No podía aceptar esa oferta”, explicó Feliciano, quien aun así lamenta mucho el que no se dio esa oportunidad de probar si podía jugar en la liga estadounidense.
Tinajón no sólo “quemó” la malla en las canchas de Puerto Rico, sino que, a nivel internacional, también defendió los colores de la Selección Nacional en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ciudad de Guatemala en 1950, y Ciudad de México en 1954.
“En aquella época, representar a Puerto Rico era el honor más grande para un atleta”, expresó el ex canastero, quien ayudó a que Puerto Rico se agenciara la medalla de bronce en el evento en México.
En cuanto a la Selección Nacional actual, Tinajón no oculta el orgullo que siente por el equipo.
“La representación más importante en el deporte es el equipo de baloncesto. Se representa a Puerto Rico, los jugadores se sienten orgullosos, aunque hay algunos que no lo han hecho. El pueblo los respalda 100%, y es una adoración”, subrayó. “Yo espero que clasifiquen a las Olimpiadas (de Londres). Ése es el equipo emblemático de Puerto Rico”, agregó Tinajón, quien también fue presidente de la Federación de Béisbol.
En cuanto al BSN, Tinajón no ocultó su preocupación sobre cómo se perfila el futuro de la liga, impactada por los constantes recesos de equipos.
“Me inquietan los recesos que se dan. Ahora quedan ocho equipos, cuando hubo épocas que hubo 12. Montón de jugadores quedan fuera. Y no veo eso con buenos ojos, que los equipos estén fuera por dos años. Por ejemplo, Ponce, la franquicia más importante del baloncesto, no jugó el año pasado y eso le quita mérito al baloncesto. El baloncesto tiene que enderezar su camino y darle autoridad al presidente y que sea él el que tome decisiones”, sentenció.
Luego de vivir tantos años en el exterior, Tinajón decidió regresar a la tierra que lo vio nacer y de la que recibió la fama que vivió en su época como atleta. El país al que contribuyó con el desarrollo de uno de los deportes más seguidos por los aficionados boricuas.