Washington. Las actuales crisis de Grecia y Puerto Rico han puesto sobre la mesa los riesgos de los altos niveles de endeudamiento global y sus perniciosos efectos sobre los esfuerzos para revitalizar economías golpeadas por la recesión y con dificultades para retornar al crecimiento.

Si bien la aguda crisis global parece haber quedado atrás, lo que restan son sus consecuencias, con países altamente endeudados y muy dependientes de los bajos costes de financiación que van asociados a la expansiva política monetaria, especialmente en las economías avanzadas.

"El mundo después de la crisis es un mundo de alta deuda, y no requiere mucho, solo un mal shock para que las dinámicas de deuda se salgan de control", advirtió Olivier Blanchard, el prestigioso economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), al presentar este mes la nueva actualización del informe de cabecera de la institución "Perspectivas Económicas Globales".

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Para Blanchard, el mediocre crecimiento global está en parte lastrado por los altos niveles de deuda, por lo que anticipó que en el actual contexto "debemos estar preparados para episodios como éstos", al comentar los casos de Grecia y Puerto Rico.

Desde 2007, la deuda global no ha dejado de crecer, y lo ha hecho a un ritmo preocupante.

En 2014, la deuda global total (de gobiernos, empresas y hogares) alcanzaba los $199 billones, $57 billones más que en 2007, de acuerdo con un informe del McKinsey Global Institute.

Eso supone cerca de $27,500 millones por cada habitante del planeta.

Las economías en desarrollo suponen cerca de la mitad de este aumento, mientras que en las avanzadas el crecimiento se ha disparado en el sector público, al tiempo que en el privado el proceso de desendeudamiento ha sido limitado.

China, por ejemplo, ha visto crecer su deuda total de $7 billones a $28 billones en 2014.

A la cabeza de los países más endeudados se encuentra Japón, con una deuda pública en relación al PIB del 242 %; seguido de Grecia, con un 177 %; Jamaica, con un 140 %; y Portugal e Irlanda, por encima del 130 %, de acuerdo con las cifras del FMI.

Puerto Rico, cuyo estatus como Estado Libre Asociado en Estados Unidos complica la resolución legal de una posible suspensión de pagos, ya ha anunciado que los $72,000 millones que acumula de deuda son "impagables".

La consiguiente carga que eso implica, particularmente para economías con dificultades para crecer, ha impulsado que el debate académico sobre la efectividad de la austeridad para reequilibrar las cuentas públicas salte a la opinión pública.

Precisamente, el FMI, que ha sido tradicionalmente un defensor de las posturas ortodoxas de reducción de déficit para encauzar la economía, ha ofrecido, de la mano de los errores cometidos en los dos programas de rescate previos en Grecia y el liderazgo de Blanchard, un cierto cambio de perspectiva.

Hace dos semanas, en el diario "The New York Times", el premio Nobel de Economía Paul Krugman reconocía los recientes y "acreditados" datos del FMI que subrayan que "la reducción abrupta del gasto en una economía en depresión supone un fallo terrible, y que los intentos para reducir altos niveles de deuda a través de la austeridad son contraproducentes".

Por ahora, aseguran los expertos, esta elevada deuda global ha sido soportable debido a los excepcionalmente bajos tipos de interés impulsados por los cuatro principales bancos centrales (la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra).

Sin embargo, la prueba de fuego está a la vuelta de la esquina.

La mayoría de los economistas coinciden en que el esperado alza de tipos en Estados Unidos, el primero desde 2006 y previsto para antes de que acabe el año, generará a buen seguro episodios de volatilidad financiera pese a los continuos avisos de la Reserva Federal.

Esos episodios serán más peligrosos cuanto mayores sean los niveles de endeudamiento y vulnerabilidad fiscal de las economías.

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