Pocos abren sus negocios en casco urbano de Río Piedras
En medio de la inestabilidad económica que vive el País, un puñado ha desafiado la inseguridad provocada por los asaltos cada vez más frecuentes.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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En medio de la inestabilidad económica que vive el país tras el paso del huracán María, unos pocos comerciantes del casco urbano de Río Piedras han optado por reabrir sus negocios y desafiar la inseguridad provocada por los asaltos y saqueos cada vez más frecuentes en la zona.
Mientras lamentaba no haber generado ni un solo dólar en el día, Milady del Río, dueña de un quiosco ambulante de venta de jabones, productos para el cabello y perfumes, se disponía a cerrar su negocio a las 2:00 p.m. por temor a ser víctima de robo.
“Hay gente saqueando. Hay guardias, pero no hay tantos para cada comercio”, afirmó Del Río, paciente de cáncer y madre de tres jóvenes. La falta de iluminación, afirmó, contribuye a la sensación de inseguridad.
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Los empleados de los pocos comercios abiertos hoy atendían a sus clientes desde la puerta.
“La gente está medio desubicada. No hay luz y hay poca vigilancia”, indicó, por su parte, Ramón Suarez Hernández mientras rellenaba los envases de su carrito de venta de hot dogs.
“Nos va mal”, resumió el hombre sobre la situación por la que atraviesan los comerciantes de Río Piedras como consecuencia del azote despiadado de María.
El temor por los eventos violentos en la zona también era patente entre algunos residentes en esa comunidad sanjuanera.
Edwin Rivera, vecino de la calle Borinquen, cuestionó, incluso, la efectividad del toque de queda impuesto por el gobernador Ricardo Rosselló Nevares como medida de seguridad y para controlar la presencia de personas en las carreteras mientras se realizan los trabajos de estabilización.
“Hay individuos pasando por mi calle por la noche y las patrullas con policías le pasan por el lado y no les dan ni una advertencia. Hay un bandidaje tremendo”, aseguró.
Según el hombre, “no habían terminado los vientos (de María) cuando la gente se estaba llevando hasta los letreros de aluminio”.
Aunque reconoció la ocurrencia de asaltos y saqueos en el área, el sargento Antonio Martínez Leandri, supervisor del precinto 162 de Río Piedras, aseguró que la Policía mantiene rondas preventivas durante el día y la noche.
Destacó, sin embargo, que con el personal disponible en cada turno -40 agentes aproximadamente- tienen que cumplir con otras tareas, como proveer seguridad en las gasolineras abarrotadas de personas, ofrecer tránsito en las carreteras de la capital, atender querellas en los cuarteles y realizar trabajos de logística.
“No hay abasto para todo”, indicó.
En cuanto a las violaciones al toque de queda, Martínez Leandri aseguró que se han producido arrestos. “Pero tengo que ser bien comedido. Hay que hacerlo con prudencia porque no podemos poner en peligro la vida del policía y del ciudadano”, abundó.
No obstante, ni el sargento ni el teniente Samuel Rivera Carrillo, director interino del precinto de Río Piedras, pudieron ofrecer una cantidad específica de detenciones por violación al toque de queda.
Hay esperanza
Manuela Suárez, dueña de Manny’s Café, dijo haber tenido que regalar toda la comida que requería refrigeración, desde la mantequilla hasta los hot dogs y la carne para las hamburguesas.
“La luz es lo más importante para los negocios pobres como este”, manifestó.
Señaló que su establecimiento tardaría en reponerse económicamente unos dos meses después que se restablezca el servicio eléctrico.
Según Suárez, el negocio se ha mantenido sin generar dinero en ocasiones o produciendo ventas mínimas desde hace una semana. “Eso es (equivalente) al sustento de dos familias”, expuso.
Mientras, Miriam Morales, directora de la fundación El Bazar de Mami Hilda -que vende ropa y otros artículos de hogar a bajo costo-, irradiaba optimismo pese a la poca presencia de clientes en el local.
“Levantarnos va a depender de la fuerza y voluntad de cada uno. Yo, por lo menos, sigo aquí. No dependo de la luz para operar”, expresó.
“Hay que abrir. Si nos quedamos en la casa, el que pase por ahí dice que en Río Piedras no hay nada”, abundó.