La relacionista Lidia M. Pérez Cabarcos rememoró ayer en la Legislatura el amargo incidente del 27 de septiembre de 2005, cuando un mozalbete le lanzó un bloque de cemento desde el puente peatonal que cruza sobre la avenida Baldorioty, en Isla Verde, y le desfiguró su rostro, le fracturó dos dedos, una muñeca, el hombro derecho y le provocó laceraciones en los ojos y labios.

El emotivo relato se tornó más dramático cuando la directora de la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP), María Sánchez Bras narró a la Comisión de Urbanismo e Infraestructura del Senado que esa noche la publicista, que es su amiga, la llamó a su celular para que la acompañara a Isla Verde, pero no le respondió porque estaba en un lugar que no tenía señal.

“Esa noche yo iba a estar con ella en su carro, pero mi celular no tenía señal. Esto me impacta mucho. Lidia no podía hacer nada porque tenía las manos trituradas”, dijo Sánchez Bras al apoyar un proyecto que enmienda la Ley de la Autoridad de Carreteras (AC), para disponer que todos los puentes tienen que tener una verja de seguridad.

La funcionaria dijo que le corresponden a la AC las obligaciones presupuestarias de la medida. No obstante, indicó que “en estos casos, el Gobierno tiene que buscar el presupuesto, si no sería detrimental mirar para el otro lado”.

“No vengo a echarle culpas a nadie por lo que me pasó, lo que no se hizo y se pudo haber hecho. Sólo vengo a pedirles que se apruebe el P. del S. 1787”, dijo la publicista perjudicada.

También abogaron por la medida las hijas y un hijo del ingenierio Víctor M. Labiosa y su esposa Annie Rosario, quienes fallecieron hace 25 años, cuando el conductor de un vehículo perdió el control por un objeto que lanzaron cinco jovencitos desde un puente en Yauco. Labiosa, precisamente. fue el primer director de la AC.