Pescador aguadillano lleva casi siete décadas trabajando en el mar
Don Moncho no piensa colgar los guantes.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Ramón Blas Román es parte de cuatro generaciones de una familia que ha vivido de los frutos del mar y asegura que a sus 80 años seguirá levantándose de madrugada para montarse en su lancha a buscar el sustento a unas 55 millas de la playa Crash Boat en Aguadilla.
Es lo que ha hecho “Moncho” casi todos los días durante aproximadamente siete décadas, cuando religiosamente prepara una malla de 135 brazas con la esperanza de regresar a casa cargado de chillo, cartucho, colirubia, sama y pargo, entre otras especies de peces que hay en esa zona.
A menos que venga un tiburón y le rompa la red que con tanto sacrificio lanzó, o que el viento tire la embarcación mar adentro, dejándolo a la deriva.
Aun así, este humilde pescador aguadillano insiste en que es feliz.
“Nací aquí y soy pescador de aquí desde los 14 años. Yo he mantenido a mi familia toda la vida con la pesca. He luchado bastante pa’ poder levantar mi familia, tener mi casita y eso, y los hijos míos. Hemos lucha’o toda la vida”, recordó el octogenario al hablar de su oficio.
“Me voy a las 5:00 de la mañana y casi siempre regreso a las 6:00 de la tarde, casi todos los días menos los domingos. Siempre ha sido así”, acotó al asomar una tímida sonrisa.
Blas Román explicó que su método de pesca es artesanal, así que no es tan fácil lograr su cometido porque el chinchorro debe llegar hasta el fondo del océano.
“El chinchorro es una malla, una red, toda la vida que hemos pesca’o. Yo los mando a pedir a Florida, ellos me mandan la malla, yo monto las boyas, la soga y la ‘aplomalo’ pa’ que los lleve abajo. No es muy fácil; tiene 135 brasas de largo. Lo tiramos en la yolita, el compañero rema y yo lo voy bajando y, en el fondo, yo busco el chillo, cartucho, de noche la colirubia, la sama, el pargo, bueno todas las especies, salgo a buscarlas., detalló.
“Tenemos tres meses de veda del chillo, ahora está abierta hasta abril o mayo que podemos seguir pescando hasta allá. Se coge siempre algo, siempre se pesca algo. Hay días que no se coge na’, como todo. Hay días que venimos vacíos, estamos todo el día y no pescamos na”, lamentó.
Pero don Moncho no se da por vencido y se mueve a donde tenga que llegar para poder “picar algo”.
“Luchando, tratando de movernos pa’ aquí, movernos pa’llá hasta que se pegue algo.
Me han cogido vientos de 35 millas cruzando de Mona pa’cá. Llevo 66 años pescando”, esbozó.
“¿Lo más curioso que ha pescado? Bueno, tiburones a cada rato, me lo tienen esbarata’o (el chinchorro). Pero se suelta porque está prohibido matar el tiburón, las mantarrayas también hay que soltarlas. Se meten, como ven peces dentro, los vienen a coger. Cuando están dentro (de la malla), yo levanto la plomada, lo subo y él se sale”, afirmó al insistir en que “no le tengo miedo (al tiburón); (llevo) to’ la vida pescando”.
Pero Blas Román se ha perdido en varias ocasiones al navegar más lejos de lo proyectado.
“Me he perdido como cuatro o cinco veces. A mí me han traído los barcos de furgones de Sealand, me han encontrado cerca de la Mona. A 55 millas que salgo en la lanchita mía. Siempre llevo a alguien, a veces a un hijo, otras veces a un primo para que me acompañe porque estar solo uno no puede. Tiene que ser dos personas”, resaltó.
No obstante, el lugar donde vendían la pesca quedó destrozado tras el paso del huracán María.
“Tuvimos un tiempo antes del huracán María que la pesca estuvo buena, teníamos nuestra pescadería. Ahora lo que tenemos es ese vagón, lo que nos dio el gobierno. Llevamos desde María para acá luchando con la Asociación de Pescadores Villa del Ojo. El gobierno no ha hecho nada por nosotros”, denunció.
“Ha valido la pena, el problema es que no tenemos donde poner las cosas aquí en la playa. Necesitamos un área para meter los freezers y vender pesca’o aquí en la playa”, agregó.
Sin embargo, don Moncho no piensa colgar los guantes.
“Pa’ salir solo necesita una buena yola, un buen motor y buena actitud. Yo creo que no. El que me va a retirar es aquel que está allá porque mientras tenga vida y fuerza, pues sigo pescando”, dijo al señalar el cielo.
“Yo creo que mi meta es seguir pescando, siento felicidad cuando estoy pescando”, concluyó.