Peñuelas revive la leyenda del Cristo de Chino
La imagen fue cargada en una rogativa tras un terremoto en el siglo 19
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Peñuelas se estremecía / como una hoja en el viento / y el mar salió tierra adentro / como una fiera bravía. / Ante una imagen que había / del Cristo crucificado, / don Francisco arrodillado / al cielo comenzó a orar / y el mar volvió a su lugar / como cordero a su prado. (Tony Santos)
Peñuelas. Generación tras generación, muchos peñolanos han abrazado la leyenda, mezclada con historia, de cómo devotos -con la imagen a cuestas del Santo Cristo de la Salud- lograron que las embravecidas aguas del Mar Caribe retrocedieran en la Bahía de Tallaboa luego de un terremoto ocurrido el 18 de noviembre de 1867.
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La imagen del Cristo Crucificado, que fue hecha de un tronco de palo de chino por un artesano de San Germán, tiene alrededor de 166 años y es la que preside el altar de la parroquia San José, en Peñuelas. Allí, devotos y fieles le presentan sus pedidos e intenciones al santo de palo, sobre todo en un año en que la tierra no ha dejado de temblar en estos lares del sur.
Desde la iglesia, también centenaria, los líderes culturales de Peñuelas, Gumersindo Velázquez y Silvio Echevarría rememoraron en entrevista con Primera Hora, la emotiva historia del “Cristo de Chino”, como popularmente lo llaman.
“La historia del Santo Cristo de la Salud se remonta a San Germán. Es alrededor de 1840 cuando un artesano, unos dicen que tuvo un sueño, otros dicen que se le ocurrió la idea. Él era ebanista, tallador de santos, el más famoso de la época colonial española”, narró Velázquez sobre Tiburcio de la Espada, un reconocido tallador de santos de palo cuya escultura “San José y el Niño” se exhibe en el Museo de Arte Smithsonian, en Washington.
Velázquez relató que en el siglo 19, Peñuelas producía de las mejores chinas de Puerto Rico, por lo que Espada se trasladó al pueblo en busca de un buen árbol de chino por ser ésta una madera duradera y pesada.
“El tallador fue a una finca, cortó un árbol de china, se lo llevó para San Germán y allá comenzó la talla, pero no pudo concluir el trabajo porque murió. Su hijo lo terminó, posiblemente uno o dos años más tarde, y lo trajeron a Peñuelas en una travesía bien sacrificada por los ríos y montes que había que cruzar. Además, el Cristo pesaba mucho porque el chino es pesado”, narró Velázquez, quien dirigió hace un tiempo el Programa de Publicaciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP).
“Cuando lo trajeron, el pueblo lo recibió con vítores y entusiasmo, y se instaló en la iglesia en la que estamos, que fue restaurada. Y ahí estaba en 1867 cuando hubo unos temblores muy fuertes en Puerto Rico y en el área sur”, agregó el también exdirector del Centro Cultural Ángel Pacheco Alvarado, de Peñuelas. Subrayó que en la mezcla de la tradición oral y los datos históricos, algunos dicen que en Tallaboa hubo un maremoto, mientras otros lo describieron como “un reboso” del mar.
El historiador y exdirector del ICP, Luis E. Díaz Hernández, en su libro “Temblores y terremotos de Puerto Rico”, dice que “el potente terremoto de 1867”, se originó en las Islas Vírgenes y provocó varias salidas del mar en la zona sur de la Isla.
“El mar se levantó y cuando se levantó más de lo que debía, se desparramó por el llano de Tallaboa. El agua llegó a la Hacienda Julia, del señor Francisco Subirá. Dicen que cuando el agua se estaba acercando a su casa, don Francisco imploró al Santo Cristo de la Salud que si el mar se alejaba, él le haría una procesión desde Peñuelas para agradecer el milagro”, contó Velázquez.
Relató también que, “otros dicen que el mar, cuando invadió el valle, permaneció mucho tiempo ahí, creó un clamor en el pueblo y se decidió hacer una procesión desde la iglesia en el pueblo hasta el lugar donde el mar había llegado”.
Añadió que la historia oral y escrita cuenta que el viaje fue un poco tortuoso porque había que pasar el río Guayanés en muchos pasos y después que pudieron hacer la travesía bien tediosa, cuando los devotos llegaron al lugar que fue (y), con el Cristo presentándoselo a las aguas empezaron a retroceder”.
El líder cultural narró que en agradecimiento “al milagro del Santo Cristo de la Salud”, todos los años el pueblo católico recorría la travesía en procesión hasta el lugar donde el mar retrocedió.
“Con el tiempo se dejó de hacer, pero hace unos cinco a seis años, la caminata fue retomada. Se sale en procesión y se hacen unas estaciones en el camino”, detalló.
Velázquez también destacó que después del “milagro” se denominó al Santo Cristo como patrón del pueblo y se mantuvo a San José, que era el santo patrón, como santo de la iglesia.
En los años 70, contó Velázquez que un sacerdote mandó a pintar al Cristo con pintura “corriente”, lo que fue catalogado como un daño a la obra. Posteriormente, en 1984, otro artesano de San Germán, Waldemar Morales, la restauró.
“Se trajo aquí y se guardó, pero en un huracán la iglesia sufrió daños en el techo. Se decidió hacer una restauración completa del templo y cuando se abrió al público, el Santo Cristo de la Salud se puso en el altar”, indicó.
“A lo largo de muchos lugares en el mundo y en Puerto Rico, el Santo Cristo de la Salud es un santo de mucha devoción porque se le atribuyen muchos milagros”, sostuvo para agregar que el santo tiene sus orígenes en la región de Andalucía, España.
“En la ciudad de Málaga hubo una epidemia, parecida a la que tenemos ahora del COVID-19, en 1649 en la que murió mucha gente y un Cristo produjo unos milagros. La gente sanó y le llamaron el Cristo de la Salud”, sostuvo Velázquez.
Echevarría expresó por su parte, que muchos peñolanos creen que el mar estuvo a punto de arropar al pueblo, “pero eso no fue así, el mar llegó solamente hasta la parte llana de Tallaboa”.
El Cristo de Chino y el Cristo de los Milagros, como le dicen muchos, también ha sido fuente de inspiración para algunos peñolanos como Echevarría, en cuya obra literaria figuran dos cuentos relacionados con la leyenda: “El Cristo de Chino” y “El milagro de Cuatro Calles”, ambos publicados en el libro “En violeta y amarillo”.
Uno de los cuentos, explicó Echevarría, recoge la travesía del Cristo de Chino, desde que salió de San Germán hasta que lo recibió la feligresía peñolana y el otro aborda la historia del Cristo peñolano.
“El tema de ese cuento es el amor por el patrimonio religioso de nuestro pueblo”, sostuvo el escritor y poeta.
Relató además que en 1970, la fenecida profesora Guelcia González Bigas escribió un poema denunciando lo que consideró un ultraje cuando se trató de remozar al santo con pintura corriente.
“Es un poema bellísimo, una combinación de un poema triste y un poco de coraje, en protesta por la profanación del Cristo cuando le pintaron las uñas y otras partes del cuerpo”, detalló.
Echevarría esbozó además, que el Santo Cristo de la Salud fue fuente de inspiración para el licenciado Sergio Gelpí, quien en su libro “Héroes de gloria mínima”, de 1972, le dedicó dos capítulos: “Marejada” y “Rogativa”. Igualmente, el tema fue incluido en el libro “Compendio intrahistórico de Peñuelas”, del doctor Lorenzo Balasquide.
Este año, en que los temblores no han parado en el suroeste del País, Echevarría dijo que ha habido una inclinación más marcada hacia lo espiritual, mientras que Velázquez indicó que se han creado grupos en las redes sociales en los que se aclama al Santo Cristo de la Salud.
“Peñuelas es uno de los pueblos de mayor devoción del área. Tiene una devoción que no varía, que no importan las dificultades, la pandemia, lo que sea, los devotos siempre están aquí”, sostuvo Velázquez.
“Yo vengo a rezarle todos los domingos, porque el Santo Cristo de la Salud me sanó”, exclamó una mujer de 80 años mostrando sus piernas cubiertas por llagas mientras aguardaba por la misa en el templo.