Pedro Toledo: un guerrero en varios frentes
La figura de Toledo Dávila trascendió las líneas partidistas a pesar de un deterioro en la gestión pública de los gobiernos dominantes.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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Un hombre de letras y de números, un negociador, creyente en la diplomacia, pero que también era respetado, algunos dirían que temido, por haber sido uno de los principales portaestandartes de la política Mano dura contra el crimen, pero que después ofreció una mano amiga bajo otra administración diametralmente distinta. Todo esto y mucho más pareció definir al ex superintendente de la Policía, Pedro Toledo Dávila, quien murió ayer de un infarto a sus 69 años de edad.
Los perfiles que se realizaron sobre su trayectoria profesional y su vida personal durante los últimos 20 años retratan una figura que pudo moverse en polos opuestos, un humanista que a la vez asumía la personalidad de un general implacable.
Se graduó de ingeniería mecánica en el Recinto Universitario de Mayagüez en 1966. Como ingeniero, dejó su huella, es decir, una marca histórica al participar en proyectos de la NASA –Apolo I y Saturno V– que cumplieron con el objetivo de enviar el primer hombre a la Luna.
Pero el puertorriqueño, nacido en Ponce, dio un giro inesperado en su carrera profesional al ingresar en el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) en 1968. Fue asignado a Nuevo México, Miami y San Juan. Sin embargo, la carrera de Toledo dentro de la agencia federal no fue medida por ubicación geográfica. Estuvo adscrito al selecto grupo de negociaciones especializadas en Estados Unidos y sus misiones incluyeron lidiar con momentos de gran tensión como negociador en disturbios penitenciarios.
Además de haber investigado casos de crimen organizado, robos a bancos, entre otros crímenes, Toledo fue designado en 1989 como director de la Unidad de Crímenes Violentos del FBI en uno de los momentos más peligrosos de la historia en Puerto Rico.
Pero si no fuera poca su carga de trabajo como funcionario federal, Toledo obtuvo su juris doctor de la Universidad Interamericana a principios de los años 70. Con este currículum vitae, Toledo deslumbró al ser asignado como superintendente de la Policía durante la primera administración de Pedro Rosselló (1993-1996). El puesto lo ocupó por ocho años, convirtiéndose en una de las figuras más criticadas y más amadas de la administración penepé por haber dirigido el plan Mano dura contra el crimen, que conllevó la ocupación de residenciales públicos por la Policía y la Guardia Nacional. El funcionario había indicado que como agente del FBI se había dedicado a “observar el derecho de los ciudadanos” , pero no tardó mucho para que grupos de derechos civiles cuestionaran y objetaran la ocupación de los residenciales.
No obstante, la popularidad de Toledo, particularmente entre muchos ciudadanos cuyas comunidades habían sido “ocupadas” por la mano dura, era incuestionable.
“Toledo era el jefe de agencia con mayor aceptación del pueblo bajo la administración de Pedro Rosselló. La ovación a veces era más fuerte para Toledo que para Rosselló” , indicó Stephen Álvarez, quien trabajó como portavoz de prensa de Toledo tanto en la administración azul como en la del ex gobernador popular Aníbal Acevedo Vilá. El nombramiento de Toledo bajo el gobierno rojo también chocó a muchos.
Pero, durante la administración de Rosselló, Toledo también rompió con patrones, asignando a policías “señalados” como populares a posiciones de poder. También “torció brazos” para romper el control que algunos coroneles ejercían sobre los asuntos administrativos y operacionales de la Uniformada. “Él tenía que tomar decisiones difíciles, pero era más conciliador que polémico. Él mismo se acercaba a la línea de piquetes y los mismos manifestantes se volvían locos con él”, subrayó Álvarez.
Su distanciamiento de las líneas partidistas también le generó enemigos en las filas azules. Por mucho tiempo sonó como un posible candidato a la Gobernación y como la única figura que le podría haber asegurado una victoria al PNP tras el desgaste y los señalamientos de corrupción de los últimos años del mandato de Rosselló. Al momento de ser considerado por Acevedo Vilá para la silla de superintendente, Toledo llamó a sus amigos en la Palma. “Toledo nunca dejó de ser penepé. Lo consultó con varios líderes y recibió su apoyo” , sostuvo Álvarez, quien volvió a trabajar con Toledo durante la administración popular luego del caso de Miguel Cáceres, cuya muerte por un agente de Operaciones Tácticas se difundió por Youtube, entre otras redes sociales, luego de ser captada por un vídeo casero.
El ex superintendente también enfrentó varios retos personales, uno de los cuales lo tocó íntimamente con el arresto de uno de sus hijos por tráfico de drogas en 1999.
Independientemente de su ideología o acciones, la muerte de Toledo fue recibida como el fallecimiento de un gobernante o, quizás, de un general que combatió en diferentes frentes de batalla para un fin común y que podría trascender las líneas partidistas.
Por otro lado, el comisionado residente, Pedro Pierluisi, secretario de Justicia bajo la administración de Rosselló, ofreció su más sentido pésame. “Hoy, Puerto Rico ha perdido a un gran ser humano, a un gran líder y al mejor Superintendente de la Policía que hemos tenido... Yo, personalmente, lo voy a echar mucho de menos, pues desde que lo conocí hace 20 años gocé de su amistad, de sus buenos consejos y de su apoyo”, dijo Pierluisi.
Trayectoria
6 de noviembre de 1943
Nació en Ponce. Su infancia y adolescencia las vivió en el casco urbano de Juana Díaz.
1966
Se graduó de ingeniería mecánica del Recinto Universitario de Mayagüez.
1966
Inicia su carrera en la NASA. En el 1969 trabajó en el diseño del acondicionador de aire del cohete Saturno V, la nave que por primera vez fue a la Luna con tripulación.
1968
Ingresó en el FBI. Allí cumplió varios roles: supervisor de la Unidad de Crímenes Violentos, asesor legal, representante de prensa, poligrafista y negociador. Dirigió las oficinas de Albuquerque y Miami.
1974
Siendo agente, se graduó de leyes de la Universidad Interamericana.
1974
Trabajó el caso de secuestro de los hermanos Colona. Vivió con la familia para negociar con los secuestradores, aunque los niños nunca aparecieron.
Noviembre de 1987
Fue el principal negociador en la toma de rehenes que se extendió dos semanas en una cárcel de Atlanta.
1993
Asumió el cargo de superintendente de la Policía bajo la gobierno de Pedro Rosselló. Fue el gestor de la llamada Mano dura contra el crimen. Permaneció al frente de la Uniformada hasta el 2000.
2001
Ejerció como abogado privado.
2005
Volvió como jefe de la Uniformada bajo el mandato del popular Aníbal Acevedo Vilá. En el cuatrienio, tuvo que lidiar con casos difíciles como el asesinato de Miguel Cáceres a manos de un policía.