Parteras reparten compras a mujeres pobres en el suroeste
Las comadronas siguen asistiendo a familias afectadas por los temblores de tierra.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Durante la emergencia de los terremotos varias parteras asistieron a embarazadas que vivían a la intemperie en el suroeste del País, ahora, con la amenaza del COVID-19, las comadronas ayudan a muchas de estas mujeres de escasos recursos económicos con suministros de alimentos y artículos de primera necesidad.
Estas madres, algunas jefas de familia, perdieron sus viviendas por los temblores de tierra que no han cesado, mientras se enfrentan a las crisis sanitaria y económica que ha desatado el coronavirus.
“Es una lucha de día a día. Las parteras hemos tomado esa responsabilidad también de ver que estas familias tengan suministros, que tengan comida en la casa y acceso a artículos de primera necesidad porque no tienen dinero”, dijo Rebecca García Ortiz, quien dirige el colectivo Mujeres Ayudando a Mujeres (MAM) en el sur.
La partera coordina las ayudas a través de un local que les facilitó el Centro Familiar Cristiano en el pueblo de Sabana Grande desde el impacto de los terremotos.
“Desde los terremotos hemos recibido suministros para embarazadas y madres con niños pequeños. No hemos parado de entregarlos y en este tiempo, desde que comenzó el COVID, las entregas se han doblado”, detalló García Ortiz, en entrevista telefónica con Primera Hora.
“No estoy hablando de madres que cogen el WIC, estoy hablando de mujeres y familias que no tienen dinero. El martes pasado entregamos más de 25 compras”, expresó la comadrona.
Explicó que para entregar los suministros hacen la coordinación por teléfono “para que no se aglomere la gente” y dijo que entregan las compras en bolsas plásticas, utilizando mascarillas y guantes mediante un sistema de servi carro o en ocasiones, dejan los paquetes, frente al centro y las mujeres o sus familiares, los recogen.
Relató que una de las compras se la entregaron a un joven mecánico padre de familia que lloró de agradecimiento. “Nos daba las gracias y decía: ‘he trabajado toda la vida, soy mecánico, pero ahora mismo no se qué hacer para poder sostener a mi familia. No estoy acostumbrado a pedir ayuda, pero no tengo cómo trabajar. Tengo carros en mi casa para arreglar, pero no tengo cómo comprar las piezas. Estamos atados de manos’”, dijo la partera aludiendo a las palabras del hombre.
“Han salido tantas cosas con esto. Son esos pobres que ya sabíamos que están allí, pero no son contabilizados, esa clase media baja, que trabaja y trabaja, pero los ingresos no le dan”, sostuvo la comadrona, quien además es educadora en lactancia.
Indico que las líneas de acceso virtual al WIC, aunque para unos sectores podrían ser sencillas, para otros no necesariamente lo son. “Atendí a una joven de 20 y pico que no sabía cómo utilizar la internet. Hay personas que nos dicen que el PAN no de da, algunas son madres de familias numerosas que también están criando nietos”, relató para agregar que “muchas no tienen acceso a artículos de primera necesidad porque no tienen dinero”.
“También a veces se generaliza y algunos piensan que si no tienes trabajo y recibes el PAN, siempre vas a tener comida. Eso no necesariamente es así. Hay mucha necesidad”, afirmó la trabajadora social, quien también sigue ejerciendo la partería durante esta nueva emergencia del coronavirus.
Al igual que el centro MAM en San Juan, dijo que en el sur están recibiendo muchas llamadas de embarazadas que buscan orientación sobre los partos fuera de hospitales por temor al impacto del COVID-19.
“Esas llamadas las estamos evaluando una a una. Muchas han llamado bastante tarde en el embarazo y resulta complicado hacer la transferencia por la relación y trabajo que se necesita para parir con una partera. Hemos tenido que evaluar caso por caso y han sido muchas las llamadas”, dijo al explicar que las comadronas solo atienden partos de bajo riesgo y aunque el MAM ofrece un subsidio para mujeres de bajos recursos, muchas embarazadas no pueden costear los partos caseros porque no son cubiertos por las aseguradoras.
Un parto en la casa, asistido por una comadrona, oscila entre los $1,500 a $2,500 y cubre todo el proceso desde el cuidado pre natal, hasta la cuarentena del post parto.
García Ortiz defendió la propuesta que le hizo el MAM en una carta abierta a la gobernadora Wanda Vázquez, reseñada hoy en Primera Hora, de que las parteras sean incluidas en una mesa de trabajo colaborativo. “Las parteras somos una respuesta de primera necesidad, podemos quitarle mucha carga de trabajo al sistema de salud para que los hospitales puedan enfocarse en los partos de alto riesgo”, sostuvo
“En otros países como Finlandia las parteras son parte del sistema de salud del gobierno. Somos un alivio para el sistema de salud y aquí se sigue trabajando bajo el miedo y sin datos reales”, agregó la partera y educadora en lactancia.