Orocoveños se convierten en guardianes del bosque
Grupo de voluntarios cuida y revitaliza el Bosque Toro Negro para protegerlo.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Orocovis. Crecer en medio de la mística belleza que ofrece el Bosque Toro Negro es quizás el mayor privilegio de los residentes en la comunidad Ala de la Piedra en Orocovis, cuya historia está ligada a uno de los espacios naturales más importantes del País.
Su entorno se caracteriza por la refrescante arboleda, hermosas cascadas y el cantar de varias especies de aves que cohabitan en el lugar, que ocupa aproximadamente 9,200 cuerdas entre los municipios de Ciales, Jayuya, Juana Díaz, Ponce y ‘El corazón de Puerto Rico’.
Sin embargo, este paraíso no contaba con la atención requerida para recibir a miles de visitantes anualmente y tampoco representaba una fuente de ingresos para el empobrecido sector.
Por eso, un grupo de vecinos y amantes de la naturaleza se juntó hace seis años para crear la organización Amigos del Bosque Toro Negro con el propósito de proteger la reserva natural a través de un acuerdo colaborativo con el Departamento de Recursos Naturales (DRNA) desde 2016.
“Nuestra visión es que se conserve como un recurso natural, pero que también sirva de desarrollo económico para la gente de esta comunidad y comunidades aledañas. A pesar de que somos el tercer barrio de mayor extensión territorial, somos de los menos poblados. Estamos con aproximadamente 300 personas”, manifestó la presidenta de la organización, Carmen Enid Báez Vitali.
“Es una comunidad muy distante del casco urbano, el nivel de alfabetismo es bajo, igual que el nivel de pobreza. Muchas personas saben que viven en un bosque, pero no lo conocen, no lo aman. Tenemos que aprender a valorar este recurso tan valioso Igual que como atractivo turístico, sin dañar todo esto”, sostuvo la educadora y catequista de 53 años.
La organización de base comunitaria está integrada por cuatro maestras, una dentista y un estudiante de biología, entre otros voluntarios que dedican tiempo y esfuerzo a mantener el área en óptimas condiciones.
“Después de (el huracán) María, nosotros, con voluntarios que convocamos, fuimos los que abrimos las veredas. Recuerda que María dañó todo esto y nos dimos a la tarea de hacerlo. Es un comanejo con el DRNA, que tiene una función, pero nosotros orientamos a la gente. Buscamos voluntarios que nos ayuden a limpiar las veredas”, sostuvo.
Asimismo, se encargan de dar recorridos y de administrar el área de acampar, entre otras responsabilidades.
“El área de acampar tiene baños, duchas, gazebo… la única diferencia es que la gente tiene que aprender a conectarse con la naturaleza. Por eso no pueden poner música, ni traer perros, a menos que sean de asistencia. El costo es $30 por día hasta seis personas. Las personas llevan su caseta. Aunque estamos teniendo turistas que nos llaman y le alquilamos la caseta y los sleeping bags”, destacó..
“También tenemos unas colaboradoras que hacen reiki y terapias en el bosque. La gente puede ir cuando guste. Hay kioscos con venta de frituras y souvenirs que se lo alquilamos a la gente de la comunidad. Creemos que los espacios para disfrutar en el bosque y conectarse son muy pocos. Creo que como parte de la salud mental es bueno conectarse con la naturaleza”, confesó.
Cabe destacar que, el Bosque Toro Negro está ubicado en la Cordillera Central, “básicamente son cinco pueblos que lo cubren: Jayuya, Ciales, Ponce, Juana Díaz y Orocovis”.
Allí se encuentran nueve ríos: río Indalecia, río Guayo, río Inabón, río Blanco, río Anón, río Prieto, río Saliente, río Toro Negro y río Matrullas. Además, posee, el pico más alto de Puerto Rico que es el Cerro Punta.
“Aquí habitan más de 20 especies de aves endémicas: el guaraguao de bosque y el falcón de sierra, san pedrito y otras especies como el coquí común, reina común, lagartijo gigante y lagartijo pigmeo. Sobre la fauna, está el roble nativo, palma de sierra, mahome, ausubo, tabonuco, kadam, entre otros”, esbozó.
Por otro lado, lamentó que la piscina natural esté en desuso hace aproximadamente 15 años. De hecho, aunque el área está cerrada al público, desde el portón se puede observar el enorme deterioro que se ha acrecentado con el tiempo.
“La piscina no está funcionando; un monumento que lamentablemente está en desuso hace más de 15 años. El problema de esta piscina es que es una piscina de agua natural y se alimenta del río, le dio empleo a mucha gente. La piscina se reconstruyó, pero al reconstruirla, se dieron cuenta de que tiene daños estructurales”, reveló.
No obstante, estos guardianes del bosque aseguran que continuarán con su labor.
“Entiendo que me faltan muchas cosas por lograr porque, a veces, la burocracia, la falta de compromiso de las agencias, como que nos desboronan, pero seguimos. También, las pandemias y los huracanes. Ahora mismo, (el huracán) Fiona nos tapó muchas veredas”, resaltó.
“Es retante, pero a la misma vez es una gran satisfacción porque Fiona no fue tan fuerte como María, pero tuve gente que me llamaba para preguntarme lo que necesitaba la comunidad, nos respondieron. Uno de mis sueños, aunque lo veo como imposible, es lo de la piscina”, acotó.
Para detalles puede llamar al: 787-210-5618.