Nuera eres, suegra serás
Las advertencias sobre las suegras son tan repetitivas que nos terminan convenciendo de que, con ellas, conviene andar con cautela.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Las suegras han servido de inspiración para chistes, canciones y hasta pasos de comedia en los que siempre se presentan en alguna controversia con la pareja de su hijo o hija.
Las advertencias sobre las suegras son tan repetitivas que nos terminan convenciendo de que, con ellas, conviene andar con cautela.
Lo de buscar lo mejor para sus hijos no termina con el matrimonio, solo cambia la forma. Antes ellas se encargaban de atenderlos personalmente, ahora nos supervisan para asegurar que encuentren en el matrimonio todo lo que recibían en la casa y ahí es que comienzan los choques. Los criterios que utilizan son rigurosos pues nos comparan con ellas como madres, no como esposas, sobre todo en los primeros años de la relación.
Traer sus matrimonios de ejemplo no sería menos fuerte, sobre todo cuando llevan más de 30 años de matrimonio en un escenario muy distinto al que hoy nos ha tocado. No hay objetividad cuando se te ocurre debatir con ellas algo relacionado a sus hijos; los defienden hasta la muerte y con argumentos contundentes.
Sin ánimo de exagerar, creo tener la mejor suegra del mundo, pero aun ella reacciona como “suegra” cuando se trata de su hijo. El pasado domingo, Día de las Madres, me lo demostró al salir en defensa de su cachorro cuando intenté pegarle uno de los vellones de los que acostumbro frente a ella.
Es parte de su naturaleza, es una respuesta instintiva.
Las suegras vienen incluidas en el “package” al casarnos con sus hijos. También lo hacemos con ellas. Esto para bien, pues son parte integral de la familia. Son las primeras que levantan la mano cuando hace falta cuido, sin reproches, lo hacen con amor y sin poner hora de llegada.
Cuando alguna enfermedad obliga a la mudanza al hospital hasta allí llegan, pijama en mano, dispuestas a romper noche hasta que el médico disponga. Siempre tienen una receta guardada que compartir. Son las más efectivas mediadoras y consejeras matrimoniales cuando te ganas su confianza. Cuando tu marido este trancado con algún asunto trata de convencer a la suegra para que te ayude. Si lo logras, resuelto el asunto.
Por lo tanto, conviene tener de buenas a la suegra.
Con la mía me tocó fácil, pero si la suya es chavoncita, insiste, búscale la vuelta pues abrir un frente contra ella no debe ser alternativa. Incluso, aunque ella lo haga contigo, mantente al margen y en tono conciliador. De seguro tu esposo lo va a agradecer y valorará que la respetas y hagas el intento por agradar. De ninguna forma pierdes tratando bien a la suegra. No importa que pare la oreja de más o hable un poquito alto. Así siempre han sido, así son y así seremos. No olvidemos que pronto nuestros hijos se casarán. Nuera eres, suegra serás…