No fue excusa su discapacidad visual
Elvin Álvarez espera certificarse como guía turístico, a pesar de ser ciego.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
PUBLICIDAD
Ponce. Elvin Álvarez Altruz está trabajando muy duro para cumplir su sueño de certificarse como guía turístico en su natal Ciudad Señorial, sin importar el diagnóstico médico que cambió su vida antes de cumplir los 30 años.
El hombre, que también sobrevivió la tragedia del barrio Mameyes el 7 de octubre de 1985, fue diagnosticado con retinitis pigmentosa, una condición de base genética que en poco tiempo oscureció su cotidianeidad hasta dejarlo ciego.
Luego de tratar de entender los porqués de su afección que lo sumió en una profunda depresión, el ponceño aceptó la invitación de una amiga para que invirtiera sus días estudiando una carrera universitaria que le ayudara a encontrar un nuevo norte para su vida.
Fue entonces que identificó una oportunidad al matricularse en la Pontificia Universidad Católica de Ponce donde escogió prepararse en empresarismo turístico, un campo que lo enamoró tan pronto entró, pues allí pudo reencontrarse y afinar su interés de convertirse en guía turístico.
A sus 57 años, Elvin pasó la primera prueba de fuego al completar su primer recorrido turístico adaptado para personas con discapacidad visual y ciudadanía en general, realizado recientemente en el casco urbano de la Perla del Sur.
“Este es mi último semestre, termino en diciembre. Este recorrido viene siendo el examen final de turismo como guía turístico. Me siento entusiasmado para hacer lo que anhelé desde hace un tiempo para acá”, dijo a Primera Hora antes de iniciar la ruta trazada por 10 elementos históricos ubicados en la Plaza Federico Degetau y la Plaza Las Delicias, que conforman una sola estructura.
Al hablar sobre la condición que lo dejó sin vista, el ponceño resaltó que “tenía 27 años cuando fui a hacerme un procedimiento con láser en San Juan, pero me dijeron: ‘Lo tuyo es otra cosa’. Ahí supe que tenía esa enfermedad”.
“Después que me lo dijeron, (la condición) avanzó bien rápido. Ya a los 30 años me había bajado mucho la vista y a los 31 años me sacaron el ojo izquierdo, a eso le llaman nucleación. Me hicieron muchas operaciones en el ojo y por esa situación me dio un tumor benigno y perdí ese ojo”, explicó el hijo de Daisy Altruz.
“Por el otro (ojo derecho), tengo una vista de 20/600. Es bien poquita (vista), no tengo campo visual, yo no veo hacia los lados, solamente para el frente, un poquito. Soy ciego legal en este momento”, expuso al mencionar que, “antes de quedarme ciego totalmente, busqué ayuda para aprender el movimiento del bastón”, sostuvo el también padre de Tania, Nicole y Elvin.
Igualmente, confesó que, “fue una época difícil”.
“Cuando noté que no podía ver a mi hijo pequeño, eso me dio mucha depresión, empecé a llorar pensando que se me había acabado el mundo, que se me acabó la vida y entonces, empecé a buscar ayuda y, poco a poco, decidí que esto no era el fin del mundo”, manifestó.
A través de su amiga Carla Montalvo Martínez, Elvin pudo salir del encierro que le atormentaba y “despertó en mí el interés de estudiar”.
Destacó que su decisión de prepararse en empresarismo turístico se basó en que “el guía turístico puede hablar y conocer a otras personas, además de conocer nuestra historia. Me gusta aprender algo todos los días y uno siente el calor de las personas”.
Parte de su preparación para el recorrido incluyó la búsqueda de información por Internet y la colaboración de Melina Aguilar, de Isla Caribe.
“Nosotros le ayudamos en el proceso de cómo hacer un recorrido, cómo hacer investigación, la práctica, atender al público y darle su personalidad al recorrido. Yo le doy un 10 de 10, estuvo espectacular, nos hizo reír, nos hizo aprender, conocer a Ponce y amar más a Ponce”, resaltó Aguilar.
Precisamente, Elvin impartió conocimiento y chispa al tour que lideró de la mano de su profesora, Frances Santiago Hernández, quien apoyó a su alumno durante el evento que duró aproximadamente una hora.
“La realidad es que a uno se le olvida que Elvin tiene discapacidad visual, porque él no lo demuestra. Nos hace entender que las limitaciones las pone la sociedad para esta comunidad porque ellos están muy preparados, nada los limita, están listos para cualquier reto”, señaló la profesora de empresarismo turístico.
Asimismo, destacó que seguirá impulsando a Álvarez Altruz hasta que logre su certificación de guía turístico de la Compañía de Turismo de Puerto Rico.
“Elvin tiene talento para ser guía turístico, conoce muchísimo la historia, conoce la historia de Ponce y tiene otras prácticas y experiencias como observador de aves, a pesar de la limitación en su vista. No hay límites. Entiendo que se convertiría en el primer guía certificado con discapacidad”, insistió.
La doctora Marta Walliser, directora ejecutiva y fundadora de la organización Infinite Spur, ubicada en Madrid, España, calificó el esfuerzo de Elvin como “una maravilla”.
“Es emocionante, trabajo mucho con la discapacidad y para mí ha sido una emoción el poderlo ver cumpliendo su sueño. Para mí es un supermodelo, más que nada por la lucha que ha dado en su vida y es una lección no solamente para los invidentes sino para todos nosotros”, asintió.
En el recorrido participaron sobre 40 personas, entre estas, 10 que reciben servicios en el Centro Ponceño de Vida Independiente (CEPVI) y la Administración de Rehabilitación Vocacional, respectivamente. Igualmente, asistieron integrantes de las organizaciones Roots & Shoots y Tortugueros del Sur, con las que Elvin colabora como voluntario.
“Elvin está proyectando unos recorridos adicionales en los que vamos a integrar a través de la Escuela de Arquitectura, unas láminas tridimensionales para que las personas no videntes, a través del tacto, puedan imaginar lo que Elvin les está mencionando a través del recorrido”, adelantó la doctora Jessica Degró, directora de la Oficina de Servicios a Personas con Impedimentos de La Católica.
El tour concluyó frente al icónico Museo Parque de Bombas con la música de la Banda Pionera, que llegó de sorpresa para celebrar a su compañero universitario.