Neurocirujano regresa a la Isla a dar calidad de vida a pacientes oncológicos
Contrario a la tendencia de éxodo que se viene dando por los pasados años, el doctor Miguel Mayol apuesta a ejercer en Puerto Rico con la más moderna tecnología.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Aunque el ámbito de la práctica de la medicina en la Isla ha estado viviendo tiempos de inestabilidad, con no pocas noticias desalentadoras que han inclinado a más de un doctor y doctora a marcharse a otros horizontes, ese no es el caso de Miguel Alberto Mayol del Valle, un neurocirujano que desde hace algunos meses está de vuelta en Puerto Rico trabajando con una novedosa tecnología para atender casos oncológicos.
El doctor Mayol, quien hizo parte de sus estudios en universidades de los Estados Unidos continentales, y ha laborado en hospitales allá, asegura que siempre tuvo en mente “volver a practicar aquí en Puerto Rico la medicina”, pues “tengo toda mi familia aquí, mis raíces aquí, así que siempre el plan era volver”.
Según narró, nació y se crió en San Juan, “entre Santa María y Río Piedras”, y también fue a la escuela en esa área. Fue a la universidad de Cornell, en Nueva York, y regresó para estudiar medicina en la Universidad Central del Caribe, en Bayamón, e hizo su residencia en neurocirugía en el Centro Médico de Río Piedras. Entonces se trasladó por un año a la Universidad Emory, en Atlanta, Georgia, para hacer la subespecialidad en neurocirugía oncológica.
“Y después volví a hacer facultad aquí, en Centro Médico, y también en el Menonita de Caguas, que son los dos hospitales en que ahora mismo trabajo”, comentó.
Aseguró que, desde bien joven, se interesó por el servicio a la comunidad y “a través de la iglesia, o también de los ‘boy scouts’, siempre he estado bien activo”. Y fue precisamente haciendo trabajo de voluntario que se despertó su pasión por la medicina.
Aunque al principio, en realidad, quería ser veterinario, mientras hacía su bachillerato en Nueva York, “empecé a ser voluntario en una sala de emergencias, y me encantó. Me encantó tanto que me quité de preveterinaria. Acabé con los requisitos de premédica, cogía el EMCA (Servicios Médicos de Emergencia) y me cambié”.
De vuelta en Puerto Rico, mientras cursaba en la escuela de medicina, “fue que me enamoré de neuro, con la doctora Haiffe, una neuropatóloga que tenía su propia clase y curso de neuroanatomía, con los cortes de cerebro y todo eso”. Destacó también los cursos del neurólogo Rolando Díaz Olivo, “que siempre me motivó mucho, fue bien ‘influencial’ en las cosas de neuro”.
Asimismo, mientras crecía su interés por la neurocirugía, descubrió a través de una foto que el papá de un amigo de la escuela, el doctor Eric Carro, “es neurocirujano aquí en Puerto Rico”, y lo contactó. El Dr. Carro le invitó a visitar su práctica, “y la primera vez que aquí estuve en sala, me enamoré. Nunca me fui. Yo vivía metido aquí adentro, desde estudiante de medicina hasta el presente”.
Recientemente, en julio pasado, retornó a ejercer en la Isla, luego de completar la subespecialidad en neurocirugía oncológica en Atlanta, donde también laboró en hospitales, “trabajando en trauma y otras cosas, pero la mayor parte del tiempo con pacientes con tumores y cáncer”.
Su meta: dar un cuidado de excelencia
Aunque estaba consciente de las dificultades que, de manera general, atraviesa la práctica de la medicina en la Isla, no dudó en regresar porque “en realidad lo que yo hago en el diario vivir lo hago porque me gusta. El dinero viene porque uno cuando le gusta lo que hace, el dinero llega. Pero definitivamente no es mi motivación principal”.
“Algo que siempre me propuse cuando me entrené afuera -con vista a volver- era dar un cuidado de excelencia, que ningún paciente tenga que ir a ningún otro lado para recibir el mejor cuidado que existe”, afirmó el doctor Mayol, quien es apenas uno de “dos, o tres como mucho”, que practica la especialidad de neurocirugía oncológica en este suelo.
“Y por eso es que traigo ciertas tecnologías, ciertas técnicas nuevas, para que ningún paciente, que por lo menos yo esté tratando, carezca de ningún cuidado, que ellos no se sientan que, ‘¡ah!, si hubiese podido tener dinero para irme a cualquier lugar en Estados Unidos me hubiese ido mejor’. Pues no. La realidad es que los cuidados que estamos haciendo aquí, especialmente en neurocirugía, y de lo que yo hago, que es neurocirugía oncológica, estamos igual o hasta mejor que muchos lugares de los Estados Unidos”, insistió.
Resaltó que, pese a las dificultades económicas que ha estado atravesando Puerto Rico, tanto en el Centro Médico de Río Piedras, como en el Hospital Menonita de Caguas, “han invertido mucho dinero en nosotros, y trayendo un montón de equipo al día”. Asimismo, subrayó que ha encontrado “mucho compañerismo” de parte de sus colegas, que le han ayudado con asuntos complicados, como la facturación a los planes médicos.
“La realidad es que yo vine con sed de ayudar. Y aunque está difícil la cosa, y sé que las cosas están difíciles, no tengo dudas... pero, en cierta manera, Dios sabe lo que hace, uno espera y hace el bien”, agregó.
Nueva tecnología
Ese respaldo que ha recibido, le ha permitido al doctor Mayol traer una tecnología particular, Gleolan, para tratar mejor ciertos tipos de cáncer.
“Es específico para un cáncer de cerebro. Es el cáncer de cerebro primario más común, que es el glioma. Cuando hablamos de glioma hay diferentes categorías, pero este tinte o medicamento, que se usa como un ayudante durante la cirugía, se usa específicamente para glioma grado 3 o grado 4, que los dos son por definición malignos, no tienen cura”, explicó, agregando que se trata de un tipo de tumor que afecta a entre 6% a 7% de la población en general.
Abundó que el tinte “viene de un compuesto natural que nosotros comemos todos los días, pero en una dosis más alta”, y se le suministra al paciente por vía oral antes de la cirugía. El tumor “no es capaz de metabolizarlo, no es capaz de romper ese compuesto”, y entonces, cuando se le ilumina durante la cirugía, resplandece con un color rosa particular.
“Tú sabes, sin lugar a dudas, qué es tumor y qué no. Eso nos permite ser mucho más específicos en el momento de la cirugía. Porque en el pasado, lo hacíamos bien, pero siempre había la duda de qué es tumor, qué es cerebro normal, porque esa interfase, ese punto entre una cosa y la otra, se pierde… No es que vino de otra parte de tu cuerpo y se alojó en la cabeza, sino que nació ahí”, describió.
Comentó que, antes “los pacientes en realidad no tenían mucha alternativa”, pues una vez las imágenes por resonancia magnética mostraban una masa o tumor, se procedía a realizar una biopsia, administrar quimio y radioterapia, “pero se quedaban encamados, no había mucha mejoría”.
“Ahora, ofrecer esta tecnología, donde podamos resecar el tumor, sin dañar el cerebro normal, pues permite que esa inflamación baje, que le dé calidad de vida. Y en realidad sí le da un poquito más de sobrevida, los pacientes duran un poquito más si eres capaz de sacar el tumor completo”, sostuvo.
“Pero lo más que a mí siempre me ha interesado de este tipo de tecnología es que le da calidad (al paciente), que ese tiempo que le quede vivo, queda vivo bien, que pueda viajar el mundo, que pueda hacer lo que quiera, que es bastante mejor que quedar en una cama a morir”, insistió.
El doctor indicó que, por el momento, esta tecnología solo está disponible en los dos hospitales donde labora. No obstante, subrayó que “tengo las manos abiertas” para ayudar a otros neurocirujanos a entrenarse y usar la tecnología, “que es una certificación que es algo sencillo”.
“En realidad usar la tecnología no es complejo. No requiere un ‘investment’ (inversión) gigante del punto de vista del hospital tampoco. Así que creo que los beneficios definitivamente están ahí. Y esa es la idea, darle esta oportunidad a la gente”, agregó.
“Lo más que me interesa resaltar que el paciente puertorriqueño no se sienta que el cuidado de él es menos porque está aquí y no tiene dinero para poder irse a otro lado. Esa es mi meta principal, y creo que trayendo cosas así, seguir haciéndolo, y motivar a otros médicos, de otras subespecialidades, a que hagan lo mismo”, insistió.